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Tokyo 2020

De Maialen a Inés: A Tokio con todo

Somos potencia mundial. El piragüismo se ha convertido con el paso de los años en un deporte que reporta preciados metales a España en cada competición que pisa. Mundiales, Juegos, campeonatos de Europa. Da igual la modalidad y la embarcación. Si hablamos de las ediciones olímpicas, nuestro país ya figura en el puesto 13º tras alcanzar 16 medallas desde Moscú 1980. Herminio Menéndez, Guillermo del Riego, Ramos Misioné, Enrique Míguez, Narciso Suárez, David Cal, Saúl Craviotto, Carlos Pérez Rial, Marcus Walz, Cristian Toro y Maialen Chourraut han escrito con letras grandes la historia del piragüismo español, pero todo indica que lo mejor está por llegar.

Sobran las palabras con Maialen, la primera piragüista española en conquistar una medalla olímpica. Fue en Londres, con un bronce histórico en el canal de Eton Dorney, la primera en la historia en la modalidad de eslalon (aguas bravas). Aquel día se quedó a 97 centésimas de proclamarse campeona. “Estamos contentos, pero ha sido una final tan dura que al final a 0,90 te sabe mal. La verdad es que nunca se sabe, una lástima que haya sido tercera”, declaró su entrenador, Xabier Etxaniz. Ambiciosa, cuatro años después alcanzaría la gloria con un oro inolvidable, más si cabe teniendo en cuenta que su preparación si vio condicionada por el embarazo y posterior nacimiento de su hija Ane. Madre y deportista, crió a su pequeña al tiempo que luchaba por la clasificación para Tokio y en llegar a la cita en condiciones óptimas. Tras conquistar un oro el doble de meritorio, ha pasado de todo: vértigos y mareos constantes y fuertes dolores en las costillas provocados por una fractura sin diagnosticar que se produjo tosiendo durante un resfriado.

Pocas opciones tiene la vasca de repetir éxito en Tokio, pero el hecho de volver a disputar unos Juegos Olímpicos (los cuartos), a sus 38 años y tras el calvario que ha vivido, ya es un premio. Liderará la delegación española en la modalidad de aguas bravas, que cuenta también con David Llorente (K1), Ander Elosegi (C1) y Núría Vilarrubla (C1). De la catalana ya hemos hablado en otro post. Nació en la cuna del piragüismo en España, en el mismo pueblo en el que se celebran pruebas de Campeonato del mundo (Seu d’Urgell) y siempre tuvo a Maialen como un espejo en el que mirarse. En su mejor momento de forma no pudo acudir a los Juegos de Rio porque su modalidad (C1) no figuraba en el programa olímpico, algo que le llegó a frustrar. Tuvo que superar un bache de dos años sin subirse al cajón más alto del podio en cualquier competición. Siete medallas continentales después, y galardonada como la mejor piragüista nacional por delante de Chourraut, logró el pasaporte olímpico tras la pandemia y será la primera representante española en unos Juegos Olímpicos en el C1.

Las mujeres no solo buscan reivindicarse en aguas bravas. La pasada semana se celebró el preolímpico, donde se clasificaron por todo lo alto la ceutí Isabel Contreras y la madrileña María Corbera, ya que ambas ganaron sus respectivas carreras al esprint. En el caso de la última se trata de la primera canoísta española que participará en unos JJOO. Lo suyo tiene un mérito enorme, pues cambió el kayak por la canoa y tuvo que reinventarse tras la pandemia. En Szeged, el mismo lugar donde ha sellado su pase a Tokio, logró tres medallas tras participar en cinco pruebas. Su palmarés está a rebosar (ya va casi por 90 metales cosechados) y en su primera participación en unos Juegos sueña con dar la campanada. También Isabel, que logró un sonoro triunfo, soñado porque se aplazó demasiado en el tiempo por culpa de un confinamiento que hasta le pudo venir bien: a principios de 2020 sufrió una lesión que pudo mermar sus opciones en el preolímpico. Conocía de sobra el canal, pues ya había ganado una plata en septiembre en una prueba de Copa del mundo (se le escapó el oro por centésimas). 

María Corbera, en acción en un campeonato disputado en 2018 – ImagoImages

El tridente lo redondea la leyenda Teresa Portela, de la que también hablamos en Sphera Sports. El bronce cosechado en el Campeonato del mundo del mismo lugar que no dejamos de mencionar (otra vez en Sezged) le catapultaba a Tokio 2020, donde se convertirá en la deportista española con más participaciones (6) en unos Juegos Olímpicos. Allí soñará con la guinda que le falta a un palmarés espectacular, adornado con más de 30 metales entre Mundiales y Europeos. Su espinita es la medalla olímpica, que tuvo más cerca que nunca en Londres (fue 4º a 128 milésimas del bronce). Su caso es similar al de Chourraut: 38 años y madre. No en vano, dio a luz en marzo de 2014 y solo 17 meses después y con su pequeña en la grada, logró el bronce en el Campeonato del mundo de Milán que le dio el derecho a disputar los Juegos de Rio. Una pasada.

El deporte femenino sigue empeñado en hacer historia, también en el piragüismo. Veteranas luchando por medallas, jóvenes clasificándose por primera vez para estrenar modalidades nunca representadas por España en unos Juegos… la última en proclamarse una auténtica pionera es la extremeña Inés Felipe, del Club Piragüismo Badajoz, que finalizó sexta en la final A de la clase KL2, en la última jornada de la Copa del Mundo, logrando su clasificación para los Juegos Paralímpicos. Un resultado histórico, pues será la primera española que competirá en la prueba de paracanoe en cualquier edición paralímpica. Inés brilla con fuerza en este 2021, logrando también el título de campeona de España y alzándose con el primer puesto en la Copa de España. En Badajoz fue recibida como una auténtica heroína, y no es para menos. Nacida con una artrogriposis múltiple que le afecta a la movilidad de las extremidades inferiores, el tiempo y el esfuerzo le han convertido en lo que es: un absoluto ejemplo de superación.

Todo indica a que la piragua nos seguirá dando alegrías en Tokio. Con Craviotto portando la bandera desde el primer día, los piragüistas serán protagonistas dentro y fuera del agua, con las mujeres reivindicándose una vez más como pioneras y luchadoras.


Imagen de cabecera: ImagoImages

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Alicante, 1991. Mi madre siempre me decía: "No sé por qué lloras por el fútbol, sino te da de comer". Desde entonces lucho por ser periodista deportivo, para vivir de mis pasiones (y llevarle un poco la contraria).

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