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Las cosas de Steve Bruce

La gente es bastante cruel. En una de las ocurrencias del propietario del Newcastle, Mike Ashley, la gente volvió a darle la espalda. Como si no se la hubieran ya dado muchas veces, pero bueno. No le dio a Rafa Benítez un mínimo de dinero e ilusión y le abrió sin querer la puerta de salida, justo por donde entró Steve Bruce. Fue ahí donde emerge la frase que enunciaba al inicio de este texto. La afición comparaba a uno con otro. El que se iba tenía títulos europeos, ligas y copas nacionales. El que llegaba tenía una final de FA Cup. Mejor dejar de hablar sobre ello.

Lo de Ashley es una historia mil veces contada. Parece que siempre está a punto de vender ese club con el que se enriquece con negocios ajenos, pero nunca le convence nada. Es ese amigo sinvergüenza que tiene dinero pero que no te invita ni en los cumpleaños. Además, probablemente te deba algo de pasta de algún otro día, pero lo compensa comprándote un helado y diciendo que “ya estamos en paz”. Así trata a su club, vendiendo futbolistas para traer algo que es mucho peor y llevando a su plantilla año tras año a un pozo de decadencia hasta descenderlo al Championship. Ya ha pasado dos veces, pero ¿qué más le dará su tremenda masa social?

En St Jame’s Park le conocen como si le hubieran parido y así aterrizan los técnicos en la ciudad: curados de espanto. Desde la marcha del técnico español, Bruce, el “paquete”, el “desastre de entrenador”, ha decidido imponer lo mismo que proponía su antecesor con una cautela plausible. En este tipo de casos, absoluta admiración. Si algo va bien para qué cambiarlo, para qué llegar con ideas revolucionarias e historias sobre salidas lavolpianas con ínfulas de político. Mejor no remover demasiadas conciencias, no parecer demasiado bueno que entonces ya empiezas perdiendo. El exentrenador del Sunderland afianzó la defensa de cinco y los cuatro centrocampistas que Pep Guardiola llegó a tildar como “el planteamiento más defensivo posible”. Tras la marcha de uno de sus puntales, Salomón Rondón, ahora es Joelinton el que cierra al pivote rival y se coloca por delante de, literalmente, todo un ejército. Que vengan, que lo pasaremos bien.

A pesar de las críticas a Bruce, tiene al equipo seis puntos mejor que Benítez a estas alturas. En el encuentro del pasado martes ante el Everton, con 2-0 abajo, introdujo a tres defensas en el campo. Quitó a un zaguero, a un extremo y a un delantero. En cada cambio, todos nos mirábamos extrañados. ¿Qué hace? El mánager del Newcastle parecía decir que hasta aquí hemos llegado, que para qué mentir más, si a él le gustan los defensas porque es lo que siempre fue como jugador y eso es algo que nunca se pierde. Al final, resultó ser movimiento colosal. Los magpies remontaron en los últimos instantes con dos goles de Florian Lejeune. Ni al mejor se le ocurriría eso.

El empate, que deja al Everton en un mal lugar, pero lo suyo necesita un estudio de la NASA, le coloca cerca de los puestos europeos. La mayoría de los que cubríamos la Premier League renegábamos de este Newcastle tristón, siempre a al vilo de la explosión por su megalómano propietario. Sin embargo, ahí están, a tres victorias de otro año en la máxima categoría. Bruce promete que si vienen fichajes será más ofensivo, pero eso sería traicionarse. Después de tantos años nos hemos acostumbrado a ver a Andy Carroll y a centrales sustituyendo delanteros para ganar encuentros, con la gente quejándose de la gestión de Mike Ashley en la grada. Es el Newcastle de siempre.

Martorell (Barcelona), 1996. Periodista freelance. Amante del fútbol y loco por la Premier League. En mis ratos libres intento practicarlo.

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