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Un tesoro en la isla

Son Moix ha visto desfilar grandes delanteros con la camiseta bermellona en el presente siglo. Desde el  irreverente Samuel Eto’o hasta el desgarbado Dani Güiza, el último español en levantar un trofeo Pichichi en la Liga. Para un ariete, nada como los goles para ganarse el cariño de la afición. Matemática pura. Por eso no ha hecho falta ni un año entero para que en Palma se rindan a los pies de Ante Budimir.

Formado en la cantera del NK Radnik, el joven croata pasó por hasta cuatro equipos distintos en la liga de su país hasta que logró dar el salto a Alemania. Fue en el verano de 2014, tras 14 goles en 27 partidos con el Lokomotiva Zagreb. Por entonces ya había alcanzado los 38 en la HNL, máxima división croata. Antes de concretarse su fichaje por el St Pauli, marcó cinco goles en las dos primeras jornadas de liga. Eso convenció finalmente al club germano para hacer el esfuerzo: abonó un millón por sus servicios.

Su primera experiencia lejos de su país no fue como esperaba, y eso que en su segundo partido contribuyó a la victoria de su equipo con las asistencias de los dos tantos en el 2-1 frente al SV Sandhausen. Poco a poco su participación comenzó a ser intermitente, hasta el punto de acabar jugando con el filial a sus 24 años. Una lesión en el talón terminó por agravar un curso aciago. Pronto el St Pauli llegaría a un acuerdo para cederle al Crotone, por entonces en Serie B italiana.

Fue allí donde vivió uno de los grandes momentos de su carrera. Budimir anotó 16 goles y fue clave para el ascenso a Serie A. Incluso un gol suyo saliendo desde el banquillo forzó la prórroga ante el Milan en la Coppa de Italia. El Crotone acabó pagando otro millón por su compra al St Pauli e inmediatamente lo vendió a la Sampdoria, gran interesado en su contratación, por 800.000 euros más. Ante tuvo la oportunidad de debutar en una de las grandes ligas europeas, aunque su participación fue muy escasa: a la sombra de delanteros como Quagliarella o Muriel, solo jugó 11 partidos y no marcó ningún gol.

Así que un año después estaba de vuelta en el Crotone, que se había salvado in extremis con solo dos puntos por encima del descenso. Allí gozó de continuidad y marcó seis goles, pero una fractura le dejó fuera en el tramo decisivo de competición (en hasta 12 partidos causó baja) y su equipo perdió la categoría. Se quedó para tratar de ayudar al retorno a Primera, pero en invierno decidió aceptar la oferta del RCD Mallorca. “Creo que me había llegado el momento de venir a jugar a España”, dijo en su presentación. Por entonces el club balear se encontraba fuera de puestos de play-off y con serios problemas de cara a puerta.

Budimir no solo se hizo rápidamente con el puesto en el once titular, sino que contribuyó con seis goles al histórico ascenso, uno de ellos para abrir el marcador en la inolvidable remontada ante el Deportivo en la final del play-off. Aquello le valió para ser adquirido por el club, pagando dos millones de euros al Crotone. Hasta ahora es la cifra más alta que se ha pagado por él, y sin embargo ahora ya se antoja demasiado poco.

Porque sus números en la Liga han superado todas las expectativas. El croata suma ya ocho goles, convirtiéndose en el mejor debutante esta temporada. Con su doblete ante el Valencia (el tercero ya este curso), se ha colocado en el top-10 de máximos anotadores del campeonato y además ha permitido cortar una racha más que negativa del Mallorca, que acumulaba seis partidos de Liga sin conocer la victoria. A sus goles, su altura (mide 1,90) y su entrega (ya ha visto cinco amarillas) se agarran en Son Moix para alcanzar la permanencia 

Alicante, 1991. Mi madre siempre me decía: "No sé por qué lloras por el fútbol, sino te da de comer". Desde entonces lucho por ser periodista deportivo, para vivir de mis pasiones (y llevarle un poco la contraria).

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