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Jose Baxter, un adolescente engullido por la élite

Benjamin Woodburn debutó con el Liverpool ante el Sunderland un sábado y tres días después marcó su primer gol con la camiseta red convirtiéndose así en el jugador más joven de la historia del club en hacerlo. 17 años y 45 días, exactamente 100 días más joven que Michael Owen. La similitud entre las carreras de ambos delanteros asusta, pero el camino por recorrer para el aun adolescente Ben es extraordinariamente extenso para culminar en un Balón de Oro y uno de los jugadores más amados en Anfield como Michael.

En la parte roja de Liverpool sonríen; el equipo es muy fiable, sus estrellas –Coutinho, Henderson, Firmino- están en el mejor momento de su carrera, la simbiosis entre equipo y afición es completa y, de la mano de Jürgen Klopp ambicionan con títulos. Si a ello le sumas una irrupción tan emocionante de un canterano, la constante del equipo es onírica. Al contrario que suceden sus rivales azules de Merseyside. El Everton no atraviesa por su mejor momento deportivo y su diamante por pulir, Ross Barkley, no parece preparado para brillar.

Pero hubo tiempos mejores, en la temporada 2008/09 el conjunto entrenado por David Moyes jugaba la extinta Copa de la UEFA y la final de la Copa Nacional. Además, un teenager nativo de Merseyside debutaba con el primer equipo toffee con 16 años y 191 días. Su nombre es José Baxter y vivió una situación muy similar a la de Woodburn. Las comparaciones inmediatas con Wayne Rooney brotaron en cada sofá, en cada sala de estar de Liverpool –cargadas de ilusión o envidia, dependiendo del color de la alfombra- y la presión a la que se exigió a un juvenil fue propia de un capitán. Esta la -triste- historia de su carrera y un buen argumento a favor de por qué no presionar de forma asfixiante a los chicos tan jóvenes, esta es la historia de Jose Baxter; el niño que parecía que se iba a comer el mundo y fue engullido por la élite.

Como hemos mencionado, a los 16 años debutó en Premier League con el Everton. Batió todos los récords de precocidad del club excepto el de goleador más joven. Básicamente porque no marcó ningún gol en cinco años en Goodison Park. No es un delantero centro como Woodburn, cierto, pero Wayne Rooney tampoco y no tardó en perforar las redes de Inglaterra. En cuatro temporadas tan solo jugó siete partidos, en su mayoría como suplente, no marcó y su figura mutó de Mesías a desterrado.

LEER MÁS: La carrera de Barkley

En la temporada 2011/12 fue cedido al Tranmere Rovers, el tercer equipo de Liverpool aunque mucha gente lo ignore, en busca de un antídoto para una carrera moribunda. Aún era muy joven pero las expectativas que habían generado su irrupción eran una enfermedad crónica que lo iba a impedir triunfar. Tan solo disputó 14 partidos y marcó tres goles. Triunfar a gran nivel, en la élite, puesto que cualquiera que un jugador de League One (tercera división) es profesional y ha triunfado en el deporte. Muy pocos pueden decirlo.

Al final de dicha temporada se desvinculó del club definitivamente y probó con el Crystal Palace pero finalmente rechazaron sus servicios y firmó por el Oldham Athletic. Sus números mejoraron -15 goles en 43 partidos para un mediapunta es un registro aceptable- lejos de los focos, donde lo dejen respirar y jugar al fútbol. Su único objetivo.

Su siguiente destino fue el Sheffield United, su último equipo, y donde llegó de la mano de un ex técnico de la academia del Everton que lo entrenó previamente: David Weir. Allí continuó con su buen juego y se convirtió en un jugador importante para el equipo. Hasta que llegó el momento que corroboró los malos presagios del pasado. Había jugado 93 partidos con la camiseta de ‘The Blades’ y anotado 20 goles hasta que en mayo de 2015 dio positivo por MDMA en un control antidroga y fue suspendido.

Posteriormente, en febrero de 2016 volvió a ser suspendido por su club y no ha vuelto a sentirse futbolista desde entonces. Ya en 2009 fue detenido por posesión de Cannabis cuando aún era menor de edad, en la cúspide de su carrera. Una carrera marcada por la impotencia y la frustración. La de amigos, familiares y entrenadores. La del propio Baxter cuando madure y asuma la(s) oportunidad perdida. La del Everton por perder una joya que aparece cada década, si hay suerte. Y la cruel realidad que viven muchos adolescentes, arrebatados de su infancia, con disposición de miles de billetes y acosados por agentes cuando su cabeza está aún por asentar. La madurez marca la diferencia y el de Baxter es tan solo un ejemplo, un mal ejemplo.

1994. Tanos, Cantabria. Estudiante de periodismo. @SpheraSports y @FCBsphera “Esa melancolía irremediable que todos sentimos después del amor y al fin del partido”.

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