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Real Madrid

Figo, el primer galáctico

En julio del año 2000, comprar un chicle costaba un duro (5 pesetas), tomarse un café rondaba las 100 pesetas y fichar a Figo, 10.000 millones de pesetas. El mundo del fútbol llevaba unos años de pelotazos televisivos y con el fichaje del portugués, Florentino Pérez terminó por hacer saltar la banca. Figo se convirtió en el fichaje más caro de la historia hasta el momento, superando los más de 8.000 millones que le costó Hernán Crespo a la Lazio ese mismo verano.

Presentar a Figo con el 10 fue el primer acto de Florentino como presidente del Real Madrid. Gracias a eso ganó las elecciones. Al socio madridista le pudo más ver al luso vestido de blanco que las dos Champions en tres años que había conseguido el club bajo el mandato de Lorenzo Sanz. Ayer es la prehistoria en este deporte

Figo venía de un Barça que acababa de firmar un año en blanco después de ganar dos Ligas consecutivas. La etapa de Van Gaal en Barcelona no fue mala, pero quedó ensombrecida por las dos Champions en tres años del Madrid. El fichaje del portugués terminó de hundir el barco: el Barça no volvió a ganar un título hasta el año 2005. La entidad culé entró en una depresión profunda, que sólo la sonrisa de Ronaldinho consiguió curar. El brasileño, junto a Eto’o, cimentaron la génesis de la década prodigiosa del Barça, gracias a dos errores del Madrid: dejar marchar al camerunés al eterno rival cuando tenía la mitad de sus derechos y elegir el glamour de Bekcham a la samba futbolera del Gaúcho.

Para entonces, Figo ya había hecho sus mejores partidos en el Madrid, que se concentraron en sus dos primeras temporadas en el club. Especialmente la primera. Mediada esa campaña, levantó el Balón de Oro gracias, en parte, a su actuación como culé unos meses antes. El luso cayó de pie en el vestuario, acogido por los capitanes Hierro y Raúl. Se entendió muy bien con el segundo, al que ayudó a conquistar el Pichichi, además de colaborar en el título liguero.

Con la llegada de Zidane, Figo ejerció de hijo mayor. Comenzaron los celos, el francés se chivó al presidente y Florentino pidió al portugués que le pasara el balón al nuevo 5. En el siguiente partido, Figo le entregó a Zidane el primer balón que tocó y se giró hacia el palco. La era de los galácticos tenía sus grietas. Pese a ello, se ganó La Novena en 2002. Aterrizó Ronaldo con el Mundial bajo el brazo y los blancos conquistaron la Liga. En Champions, cayeron eliminados por la Juve con un penalti fallado por Figo.

La guinda del proyecto de un galáctico por año la puso Beckham, fichaje que no gustó nada a Figo. Eran los dos mejores extremos diestros del planeta y los iban a juntar en el mismo equipo. Salió perdedor el inglés, al que Queiroz puso de mediocentro. En marzo, el Madrid era el mejor posicionado para ganar el triplete. En mayo, no tenía nada.

Figo todavía jugó un año más en el Madrid, pasando de la banda a la mediapunta y de ahí al banquillo. Se acabó marchando al Inter, fue la primera fuga de un galáctico. El proyecto que se inició con él fue mitad bien y mitad mal. No fue juntar a los mejores, fue colocar sobre el campo un álbum de cromos, daba igual dónde jugaran.

Del paso de Figo por el Madrid siempre quedará una pregunta sin resolver: ¿Cómo pudo un espectador del Camp Nou pasar los controles para lanzar un cochinillo desde la grada

1987, Pinto (Madrid). Periodista deportivo. Un año en Marca y seis en La Sexta Deportes. Fútbol y ciclismo.

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