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Champions League

Seda de araña

En cosmología deberían estudiar al Real Madrid. Está claro que tiene algún tipo de pacto con el universo. Lo suyo con la Champions es un fenómeno paranormal que podría salir perfectamente en ‘Cuarto milenio’. A ver cómo explica esto Iker Jiménez. Probablemente, lo haga mucho mejor que todos nosotros.

Lo de tener más vidas que un gato se le queda ya muy corto. En un escenario diabólico, resiste más que la seda de araña. Se agarra al escudo y de ahí no lo baja nadie. Dónde otros se derretirían como un trozo de mantequilla o una bola de helado sufriendo los 40 grados de un húmedo verano, ellos son simplemente materia, que ni se crea ni se destruye, que se transforma en cada escalón competitivo a través de su firme creencia en la inmortalidad.

El Manchester City es trabajador por naturaleza. Le escondía el balón al Real Madrid en el Etihad y a los blancos no les importaba no verlo. Supieron retener sus ansias del vértigo dañino de sus transiciones. Dejaron que los ‘citizens’ desarrollaran su monólogo. Ellos, que son más de impro, escuchaban en primera fila. Solo necesitaban tener una idea, no escrita en ningún guion, para soltar un latigazo y encender la chispa. El resto ya se sabe: sobrevivir.

Los de Pep, ante todo, guardaron la compostura que les caracteriza. Recuperación y pases, y vuelta a empezar. Si tienen prisa y alguien les anda lento delante no les saca de quicio. No pierden una ejemplar paciencia mientras intentan, una y otra vez, enhebrar la aguja. En una combinación infinita no hallaron ni los espacios ni la fortuna. Delante tenía un rival que lo tenía muy claro. Lo dijo el propio Ancelotti al concluir el encuentro: “Ganar aquí se podía hacer sólo de esta manera”.

33 disparos (nueve de ellos a puerta), 18 saques de esquina, 67% de posesión. Es de frenopático, pero sin definición no hay paraíso. El imponente ejercicio de resistencia es abrumador. Achicar los espacios, no fallar en la concentración de cada acción defensiva, ganar los duelos. La batería de Carvajal acabó agotándose de tanto usarla; se dejó los músculos, la piel y el alma en el asedio blue.

Quiso el Madrid, en el argumento que fue tejiendo, forzar la prórroga y la tanda desde los once metros. No entienden de temblores de piernas, ni de especialistas en lanzar penaltis, ni de leyendas urbanas. Lunin se propuso ser héroe y Antonio Rüdiger, catar el paladar de la victoria. Siempre cambian la trama, pero el final suele ser el mismo. Es el Real Madrid y la Champions League: una saga interminable.

Editora en SpheraSports. Especialista en Scouting y análisis de juego por MBPSchool. Sport Social Media. Eventos Deportivos

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