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Cuando Dinamarca ganó la Eurocopa de 1992 desde la playa

La Eurocopa, acontecimiento que se celebraba cada cuatro años, era sin duda la cita que todo el mundo tenía marcada en el calendario aquel verano a la par con los Juegos Olímpicos de Barcelona. Entonces, en un formato mucho más complejo de clasificación, solo eran ocho selecciones las que acudían al torneo, dividiéndose en dos grupos de cuatro combinados en los que los dos mejores clasificados pasaban a disputar ya las semifinales.

Pero para conseguir clasificarse, el proceso empezaba mucho antes, concretamente con dos años de antelación. Tras hacer un mal papel en la Eurocopa 1988 y no conseguir clasificar para el Mundial 1990, el seleccionador Sepp Piontek, que había dejado su sello de juego de toque, de buen gusto por la pelota, decidió marcharse y el relevo generacional se presentaba importante. Richard Moller Nielsen, su ayudante, parecía ser el sucesor, o al menos así lo había recomendado Piontek y así se lo habían prometido en la Federación Danesa. Pero cuando llegó el momento de la verdad, decidieron mirar hacia fuera y buscar un técnico extranjero, con más experiencia y que no tuviera nada que ver con el cuerpo técnico anterior. Se debía, en gran parte, a que a Moller, los jugadores le tenían en poca consideración, relacionándole siempre con aquel que les traía los balones, las botellas de agua y no se hacía respetar.

A solo dos semanas del inicio de la fase de clasificación, con un partido ante Islas Feroe en el horizonte y con la negativa de hasta diez técnicos a tomar el cargo, la Federación tuvo que retractarse y contar con Nielsen, que trató de imponer desde el primer día su sistema, con un estilo de juego mucho más físico, sin tanta libertad y que fuera más efectivo que bonito. Dinamarca, considerada siempre como aquella selección que jugaba de manera armónica pero que nunca remataba, no se acabó de asentar a ese nuevo estilo. Ni país ni jugadores entendían el cambio.

Michael Laudrup, la estrella del equipo y posiblemente el mejor jugador que ha dado nunca el país, chocó frontalmente con Moller Nielsen y rápido renunció a la Selección mientras Nielsen siguiera en el cargo. No entendía eso de tener que bajarse al barro cuando lo suyo era más brillar con el balón. El país, lejos de dividirse, se unió e hizo fuerza a favor de su estrella y en detrimento de un técnico al que no le acompañaban los resultados y al que, al parecer, nadie quería ni respetaba. Dinamarca, en plena batalla institucional, no se clasificó para la Eurocopa que iba a tener lugar en Suecia, el país vecino. El trabajo de Moller Nielsen iba a llegar a su fin cuando todo volviera a ponerse en marcha. Su ciclo, efímero, había terminado.

Los jugadores se marcharon de vacaciones cuando al poco saltó la noticia. La Guerra de los Balcanes estalló, UEFA expulsó a Yugoslavia a solo 10 días de iniciar el torneo e invitó a Dinamarca, que había quedado inmediatamente detrás en la fase de clasificación. A Nielsen le costó convocar a los 20 jugadores, pues muchos de ellos estaban disfrutando de sus semanas libres en paradero desconocido. Gran parte de ellos, incluso, renegó a tener que cortar sus vacaciones para acudir a un torneo en el que lo lógico era volverse a las primeras de cambio. Michael Laudrup no fue llamado, pero sí su hermano Brian, que también había renunciado con anterioridad, y también Peter Schmeichel, portero y líder de la plantilla. El del Manchester United al menos estaba en casa, entrenando y poniéndose a punto con el plan exhaustivo que le había dejado Sir Alex Ferguson. De los pocos que no había olvidado lo que era eso de salir a correr o hacer unas pesas.

Kim Vilfort también fue convocado. Fue quizás a quien más le costó decidirse. Su hija Line, de siete años, luchaba en un hospital contra la leucemia. La pequeña mejoría que había mostrado en las últimas semanas y lo bien que reaccionaba a los tratamientos le animaron a concentrarse con sus compañeros. “Volveré pronto” le dijo, “solo son tres partidos”, refiriéndose a los tres de grupos. Nadie contaba siquiera con pasar de grupos.

“Muchachos, vamos a ganar la Eurocopa”, fue el primer mensaje que Moller Nielsen les dio a sus chicos cuando todos se reunieron para la primera charla. Como frase de motivación estaba bien, pero nadie se esperaba que el seleccionador lo pensara de verdad. Buscó el equilibrio entre la libertad de juego tan característica de la historia danesa de fútbol y de aquella Dinamita Danesa que lograra el tercer puesto en la Euro de 1984 y el sistema físico de Moller Nielsen. Obviamente, a quien más le costó fue a Brian. “Salir, disfrutar y no hacer el ridículo” fue el lema de una Dinamarca que, sin la presión de tener que ganar, ganó. “Todos explotamos a reír cuando Nielsen nos dijo que íbamos a ganar el torneo”, recuerda Schmeichel.

El primer duelo acabó con un 0-0 poco esperanzador ante Inglaterra y en el segundo Dinamarca cayó ante la anfitriona, Suecia, quedando emplazados al último puesto del grupo. Tras aquellos dos partidos, la hija de Vilfort empeoró y decidió abandonar la concentración. “No voy a volver”, le dijo al técnico, que tenía alguna esperanza de contar con él para el último partido del grupo que se jugaba dos días después. “Entonces te llamaré cuando ganemos a Francia”, le espetó el seleccionador, soñando con pasar a las semifinales.

Dinamarca doblegó a Francia por 2-1, Suecia ganó a Inglaterra y los daneses acudieron a las semifinales junto a los anfitriones para sorpresa de todos, menos de Moller Nielsen. Con el apoyo de su familia, Vilfort volvió a la concentración para preparar el partido ante Holanda. Con la vitola de favorita, la oranje que lideraba Dennis Bergkamp y donde estaban jugadores de la calidad de Koeman, Blind, Wouters, Rijkaard, Gullit o Van Basten, no pudo con la presión. Dinamarca se presentó en la recta final ganando 2-1 gracias a dos tantos de Henrik Larsen y, a falta de pocos minutos para el desenlace los holandeses empataron, llevando la decisión final a una tanda de penaltis que ha sido siempre su mayor miedo.

Van Basten falló el suyo, todos los demás anotaron, y Dinamarca pasó a la final contra Alemania. Otro milagro se antojaba imposible, sobre todo porque en el camino Dinamarca había perdido a Henrik Andersen, un pilar en la medular. Pero sí, Dinamarca ganó. Lo hizo con un Peter Schmeichel sensacional, frenando y amargando el sueño de Klinsmann. Lo hizo por 2-0, con goles de Jensen y Vilfort. Lo hizo dejando en el verde un partido maravilloso tras una charla prepartido de Moller Nielsen que hizo que los muchachos daneses salieran a comerse el campo.

Brian Laudrup fue nombrado Mejor Jugador del Torneo. Henrik Larsen, un tipo que no había marcado un gol en dos años con el Pisa y que hizo en toda su carrera cinco goles con la Selección, acabó el torneo como Máximo Goleador gracias a sus tres dianas. Henrik Andersen, en camilla, portó la Copa a la llegada de los daneses al país, donde fueron recibidos por miles de personas como auténticos héroes. Mes y medio después de la Eurocopa, Line Vilfort perdió su batalla contra la leucemia. Richard Moller Nielsen, siempre ninguneado por la Federación, no fue elegido Mejor Entrenador del Año en Dinamarca, pero sí fue nombrado Mejor Entrenador del Mundo. En 2001, Kim Vilfort fue nombrado Mejor Jugador del Siglo en Dinamarca, por delante de Peter Schmeichel y los hermanos Laudrup.

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