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Una oda a los Phoenix Suns

Con el paso de los años he descubierto que hay algo que solo me pasa con la NBA: como en cualquier deporte colectivo tengo un equipo favorito, esto no es ninguna sorpresa. Pero cuando se trata de la NBA, y aquí viene el distintivo, suelo tener algún que otro equipo al que apoyo -aunque menos que a mis Celtics- por alguna razón particular. A muchas personas les sucede que eligen su segundo equipo porque, por ejemplo, juega allí su jugador favorito. Yo tengo que confesar que cambio de segundo equipo cada temporada, siempre me engancho a la revelación. Este año le ha tocado a los Phoenix Suns.

Mi flechazo con los Suns me viene de lejos. Recuerdo que cuando aún era un niño me fascinaba la camiseta morada, con el aro naranja sobre el número, que lucía Steve Nash. Fue la primera camiseta que quise. Sin embargo, como empecé a seguir la liga en la década de 2010, nunca llegué a conectar con la franquicia hasta esta temporada y hace ya unos meses que veo todos sus partidos. Me deleito con su juego, aunque no sea el mejor de la liga. Son un equipo entretenido.

Naturalmente, casi nadie habla de ellos. Están muy lejos de la repercusión mediática que puede tener un equipo como Lakers. Incluso también lejos también de Clippers y Nets en este ámbito. No tienen el mejor récord de la liga, ni lideran su Conferencia. Nadie tiene urgencia por hablar de ellos. Pero si te gusta el baloncesto, si alguna vez has disfrutado viendo un partido en el que tu equipo favorito no está en juego, te recomiendo empezar a ver a estos Phoenix Suns.

Hace menos de un año este artículo habría parecido una broma. Los Suns llegaron a la burbuja de Orlando con un aciago récord de 26-39. Sin embargo, en los meses en los que la competición estuvo interrumpida algo cambió en el equipo, o mejor dicho, alguien lo cambió. Devin Booker se pasó los dos meses de confinamiento entrenando con su padre, el ex base de la NBA Melvin Booker, en un gimnasio privado en Phoenix. Luego promedió 30.5 puntos, 6.0 asistencias y 4.9 rebotes para guiar a los Bubble Suns con un 8-0 y quedándose a solo medio partido de sacar a los Grizzlies de una serie de play-in.

Que no haya sido seleccionado para el All Star Game con la temporada que está haciendo es un total atropello al prestigio del evento.

El cambio de Booker contagió a una plantilla joven pero cargada de talento. E igual que lo notaron sus compañeros de equipo, le sucedió lo propio a la dirección deportiva. Convencidos del crecimiento del equipo decidieron arriesgar y firmar uno de los traspasos del verano: Chris Paul. Casi con total seguridad el mejor base que ha tenido la franquicia desde Steve Nash. Un nuevo sheriff en el desierto de Arizona que, tal y como se ha caracterizado en toda su carrera, hace mejorar a sus compañeros.

Todavía nadie habla de estos Suns, pero ya os adelanto que se hablará. Si se mantienen sin lesiones y consiguen añadir algún que otro complemento antes del trade deadline, deberían clasificarse para los playoffs con cierta holgura, que era el objetivo principal a comienzos de la temporada. ¿Quién sabe? Tal vez en postemporada y llegando como underdogs a una cita contra algún favorito son capaces de ponerles contra la espada y la pared. Ahí sí se hablará de los Suns -y podré presumir de cómo han sido mi segundo equipo toda la temporada-.

Imagen de cabecera: (Christian Petersen/Getty Images)

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