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Serie A

La Lazio del doblete

Hubo un tiempo en el que el fútbol negocio no recibía miradas de escepticismo e incluso se aceptaba cómo única herramienta de crecimiento deportivo e institucional. La llegada de las SAD suponía la posibilidad de entrada de inversores privados a los clubes europeos y con esto la oportunidad de que los equipos pequeños pudiesen disputar el dominio a los peces gordos del continente. Además, la ley Bosman. Pura dinamita, que nos lleva hasta el fútbol de hoy. Pero en aquellos tiempos, el dinero no venía de China ni Qatar. Entonces el fútbol se comenzó a ver cómo una gran oportunidad de negocio para los dueños de las grandes empresas nacionales en Europa y también cómo una manera velocísima de conseguir fama ante un continente que seguía con lupa todo lo que pasaba alrededor del fútbol. Demos gracias a Berlusconi.

Hablamos de los años ’90 y entonces comenzó a ser completamente rutinario ver en el torso de la camiseta de tu equipo, el nombre de la empresa del nuevo dueño del club -mírese Parmalat con el Parma o incluso Marbella, cuando Jesús Gil compartía alcaldía en la ciudad malagueña y presidencia en el Atlético de Madrid-. El fútbol negocio era ya una realidad y todo parecía ir sobre ruedas. La historia de un club ahora la podría cambiar el dinero. Nacía el fútbol moderno.

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El PSG y su poderoso jeque, el señor Al Khelaifi reventaban el mercado este verano con el fichaje de Neymar. 220 millones. A toca teja, nada de financiación. El mensaje era claro: no hay fidelidad a unos colores, sólo billetes de menos. Ningún club volverá a estar a salvo de las manos del dinero.

Pero hubo un tiempo dónde todo comenzó. Dónde las primeras teorías periodísticas sobre lo que podría provocar este libre mercado en el mundo del fúbol empezaban a dejarse notar. Y funcionó. Equipos que nunca habían conseguido estar en la élite, comenzaban a copar las portadas. Otros, que solo dejaron pequeños rastros de gloria en su historia, conseguían retomar el camino perdido.

En Roma, habitaba un equipo a la sombra del colorido giallorosso que vestía cada partido el Olímpico. Un club para muchos maldito por ser el  favorito del partido fascista de Mussolini, pero que durante los ’70 consiguió conquistar un Scudetto. El fútbol negocio venía a buscarle una segunda juventud. Comenzaban los ’90 y el equipo romano era adquirido por la famosa y multimillonaria empresa alimentaria italiana Cirio. Hablamos de la Societá Sportiva Lazio. La Lazio de Sergio Cragnotti.

Ahora es difícil imaginarlo, más si miramos el dominio aplastante de la Juventus en los últimos años, pero durante mucho tiempo la Serie A fue el mejor campeonato doméstico del planeta. A finales de los ’80 y en la década de los ‘9o este liderazgo se pronunciaría aún más. El Milan de Sacchi, la Juventus de Lippi o la llegada de jugadores como Ronaldo o Batistuta harían del campeonato italiano la competición referente Europea, solo por debajo de la Champions League. Competición que también dominaron en gran parte de esta época los equipos italianos. En este contexto la Lazio volvería a ser grande.

Cragnotti, reputado y famosísimo hombre de negocios italiano, tenía un plan para el equipo celeste: hacer de él, el primer equipo de Roma, el campeón de Italia y ¿Por qué no? el mejor equipo de Europa. Para ello pondría a disposición del club un multimillonario capital que  en aquella época resultaba escandaloso. La Lazio, como hoy haría el Chelsea o el Manchester City, reventaría el mercado con fichajes como el de Christian Vieri o de Juan Sebastián ‘la brujita’ Verón. Aunque los traspasos más costosos llegarían posteriormente, el club romano invirtió más de 100 millones de euros en su plantilla. Una cifra nunca vista en el mercado del futbol mundial hasta entonces.

El técnico checo Zdeněk Zeman se encargó de propulsar a un equipo, que obtuvo un subcampeonato en la 94-95, para casi tres años más tarde iniciar una época gloriosa de la mano del sueco Sven-Göran Eriksson. El técnico escandinavo que venía de entrenar las últimas cinco campañas a la Sampdoria y que una década atrás entrenó a su máximo rival, la Roma, asumiría el reto de Cragnotti e iniciaría así la época más gloriosa de la historia del club. Llegarían futbolistas de la talla de Nedved, Roberto Mancini y la aparición de Alessandro Nesta, canterano y orgullo biancoceleste y con ellos llegarían la segunda Coppa Italia de la historia del club.

Comenzaba la gloria y con ella, caras nuevas: Iván de la Peña, Mihajlovic, Marcelo Salas, Fernando Couto… En Roma ya mandaba la Lazio y así lo certifico en la temporada 1998/1999, que inició con la conquista de la Supercoppa italiana ante la Juventus en suelo turinés. Además de lograr otro subcampeonato liguero, dónde solo quedo a un punto del campeón, el Milan, y sobre todo por la conquista de la Recopa de Europa ante el Mallorca en Birmingham. Última edición de la Recopa, por cierto. Quedaba lo mejor.

Cragnotti daría la última estocada: llegaba ‘la brujita’ Verón; también el actual técnico del equipo romano, Simone Inzaghi y hasta el mismísimo Diego Pablo ‘Cholo’ Simeone. Incluso se rescató a Ravanelli. Todo para lo que a posterior se convirtió en una temporada histórica. Inevitable fue la venta de Vieri al Inter, la operación más cara en la historia del fútbol hasta entonces: 32 millones de euros. Por suerte no tendría trascendencia. La temporada comenzaría con la victoria en la Supercopa de Europa por 0-1 ante el mismísimo Manchester United de Ferguson, que llegaba vía Champions League tras ganar un histórico triplete que culminó en la histórica final de en Barcelona ante el Bayern de Munich.

La liga comenzaba y la Lazio partía entre las favoritas. La Juve de Zidane y Del Piero parecían la mayor amenaza para los romanos. El Inter, que a priori había formado una de las mejores duplas de la historia europea, la de Vieri y Ronaldo, veía como con la grave lesión en la rodilla del brasileño reducía sus opciones al campeonato. El Milan metía miedo con el fichaje de Shevchenko y el Parma parecía quedar atrás en sus opciones al título.

Al equipo laziale lo capitanearía y lideraría un jovencísimo Alessandro Nesta. También se conformaría uno de los mejores centros del campo del continente, con la consagración de Nedved como uno de los mejores centrocampistas de Europa y la fuerza y capacidad goleadora del argentino Verón. Los goles del chileno Marcelo Salas también ayudarían a la conquista del doblete. Además, jugadores históricos del club cómo Pancaro, Paolo Negro, Boksic o Sergio Conçeicao también formaron parte de esta histórica plantilla. Aquella temporada también resultaría inolvidable porque por primera vez el equipo romano disputaría la Liga de Campeones, en la que consiguió llegar a los cuartos de final, ronda en la que fue eliminado por el Valencia, que posteriormente sería finalista de la competición.

Con algunos altibajos conseguiría levantar el Scudetto. Y todo a pesar de que en los duelos directos con sus rivales por el título no tendría demasiada fortuna. Sólo conseguiría una victoria contra la Juventus. La victoria más inesperada del mundo. En una época dónde se sospechaba sobre una posible “cercana” relación entre los árbitros y el club bianconero, la Lazio conseguía la victoria en el Delle Alpi, con un imborrable cabezazo de Simeone. Victoria en Turín, con gol del Cholo y en un duelo directo contra la Juventus por el liderato y campeonato a cinco jornadas del final. Irrepetible.

El duelo entre los bianconeri y los biancocelesti se prolongaría hasta la última jornada, en la que el equipo romano tendría que vencer y venció a la Reggina en el Olímpico por 3-0. Ni siquiera fue necesario. La Juventus caería en Perugia en un partido que fue suspendido temporalmente por la lluvia y en el que los piamonteses jugaron la segunda parte sabiendo que ya no existía posibilidad de ganar el campeonato. Terminaba así ocho años de duopolio de Juventus y Milan en Italia, y Roma, esta vez la otra Roma, se teñía de blanco y celeste.

Antes llegaría la victoria en Coppa ante el Inter, pero solo serviría de guinda al pastel que fue levantar por segunda vez en su historia el Scudetto. Después de todo, Cragnotti siguió con su política de fichajes. Y la Lazio volvía a batir records. 51 millones por el traspaso de Crespo desde Parma y 40 millones por la del ‘Piojo’ López desde Valencia para conseguir conquistar Europa.

Pero la suerte cambió de bando. La Lazio fracasaría en Champions. También en Liga. Eriksson fue destituido y la Roma, enemigo eterno, conquistaba su tercer Scudetto con Fabio Capello a la cabeza. Comenzaba un camino cuesta abajo. Nedved, Verón y Nesta también abandonaban el barco y la Lazio pasó de ser de famoso comprador a famosísimo vendedor. Nunca se había pagado tanto por un jugador. Cragnotti lo sufrió como una derrota.

El sueño de la Lazio de dominar Italia y Europa terminaría. La multimillonaria empresa de Cragnotti se declaró en banca rota y con ella se llevó también por delante las aspiraciones del club. El grupo Cirio era insolvente y Cragnotti junto a algunos de sus hijos fueron condenados a prisión debido a algunas irregularidades encontradas en la quiebra de la empresa alimentaria.

Todo resultó ser un sueño. Pero en el camino quedó la huella imborrable de una afición y un equipo, que durante un tiempo pudo restregarle al vecino que en Roma también había sitio para ellos y que en el Olímpico también jugaba la Societá Sportiva Lazio. Esto es algo que ni la justicia ni el dinero les podrá arrebatar.

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