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El profe es el mejor

Así lo defendió Simeone, ante las críticas cada vez más elevadas que se refieren a Óscar Ortega, preparador del Atlético, como el causante del mal estado físico de la plantilla. Y así lo lleva pensando casi desde que es entrenador. El uruguayo lleva en el staff del Cholo desde 2007, cuando Simeone cogió a Estudiantes de la Plata. O lo que es lo mismo, toda su carrera como entrenador. No es este el primer periodo de Ortega en el Atlético, pues de la mano de Manzano, ya llevó la parte física del Atlético en la 2004-2005, donde precisamente conoció a Simeone y a Burgos aún en sus etapas como futbolistas.

Lo cierto es que, hasta su unión con Simeone, Ortega ha dejado luces y sombras allí por donde ha pasado. En Málaga no se granjeó una buena reputación debido a la cantidad de lesiones de la plantilla aquel año. 

Hace años tuve que editar unas piezas que Juan Pablo Sorín enviaba con motivo del Mundial 2014 para un periódico de tirada nacional. En ellas, el ex lateral argentino contaba su primera experiencia con Ortega, allá por el siglo pasado, cuando ambos integraron Argentinos Juniors. En sus vivencias, Sorín contaba que Ortega les cambió la vida para bien. Que el equipo, aquel año voló (acabaron cuartos en el Apertura 1994), que, desde el primer día, El Profe se mostró como uno más, cercano, se ganó su confianza haciéndoles trabajar con juegos e incluso ejerció de servicio de habitaciones en las concentraciones, llevando en los hoteles el carrito del desayuno por los pasillos. Pero quizás todo ese sobreesfuerzo, lo notó el equipo meses después, cuando acabó último en el Clausura.

El Atlético, esta temporada, ha sufrido 43 lesiones en apenas 32 semanas de competición. Muy lejos de las 25 sufridas el curso pasado, 26 hace dos y 18, 16 y 12 en temporadas anteriores, todas con Simeone y Ortega al cargo. Más de 30, además, tienen un carácter muscular. Es por ello, que todas las miras se centran en la preparación de la temporada, que cojea por todos lados. Con 43 partes de baja en marzo es imposible competir. 

Lo que al principio se achacó a la exigencia de la gran cantidad de jugadores que no habían disfrutado vacaciones por la cercanía del Mundial y la Supercopa de Europa le siguió el mal estado del Metropolitano. Lo cierto es que, seis meses después, los jugadores siguen cayendo incluso en partidos que no juegan.

Y en la planificación han influido cantidad de detalles. Como la supresión por primera vez de una buena pretemporada en Los Ángeles de San Rafael por una gira internacional de desgaste pero de buen bolsillo, o como la confección de una plantilla corta y con agujeros donde hay pilares básicos como Filipe, Godín o Juanfran con una edad a tener en cuenta o con Giménez, Vitolo o Diego Costa con un historial clínico preocupante. 

No puede el Atlético afrontar toda una temporada con solo cuatro mediocentros en plantilla cuando por defecto juegan tres o incluso los cuatro. Como tampoco que el único cambio natural de Godín y Filipe, ya con cierta edad, sea Lucas.

Lo cierto es que el Atlético suma ya un par de cursos o tres donde los jugadores en el último tercio de la temporada no pueden ni con las botas. Bajan su rendimiento físico y se muestran cansados ante la exigencia del rival. Y esto, también, se puede deber a muchos detalles. Como que la plantilla se ha anquilosado en cuanto que la columna vertebral del equipo y los jugadores importantes llevan mucho tiempo juntos, han envejecido como grupo y las tácticas y técnicas a veces requieren renovación. 

Decía Simeone cuando aún era jugador, en 1996, que lo ideal para un grupo es que el cambio exista, pero que sea limitado. Hacía referencia a que, en una plantilla, para que se mantenga oxigenada, de 22 jugadores cada año saliesen solos 4 o 5. Que el núcleo sea siempre el mismo, pero que no haya estancamiento y cada jugador vea a la vez la estabilidad y la renovación.

El Atlético de los últimos años ha llevado a rajatabla esa premisa, con muy pocos cambios, giros de guion y tratando de fichar siempre lo mejor acorde a su presupuesto para tapar las fugas no previstas. Pero tras casi ocho años ya, ahora se antoja un cambio mayor. El matrimonio Simeone-Ortega parece lejos de romperse. Pero quizás sea tiempo de probar cosas nuevas.

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