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El Giro se escribe en los Alpes y las tres primeras etapas de montaña de la carrera lo han demostrado un año más. Tras el aperitivo en Montoso, se ascendió por primera vez al impresionante Colle del Nivolet, quedándose la meta a cuota 2.200 en el Lago Serrù, entre paredes de nieve; y se recorrió el valle de Aosta encaramándose a las laderas para terminar en al pie del Mont Blanc previo paso por el descomunal paso de San Carlo. 

Fue Ilnur Zakarin quien se sacó de la manga un impresionante ascenso al Lago Serrù para llevarse el triunfo en el primer final en alto del Giro, por delante del incombustible montañero Mikel Nieve. El ruso, además de ganar la etapa, se volvió a meter en la lucha por la general, al igual que Mollema, beneficiado por la buena estrategia del Trek. 

Eso sí, el premio a la estrategia es de nuevo para el equipo Movistar. Mikel Landa atacó en el Nivolet y, con ayuda de Amador, consiguió recortar 1:45 sobre Roglic y Nibali. Al día siguiente, exhibición de Carapaz. El ecuatoriano ya demostró que en el Lago Serrù que estaba en plena forma -fue el más rápido en los seis kilómetros finales- y se exhibió camino del Mont Blanc: lanzó un ataque demoledor a tres kilómetros de coronar San Carlo y aumentó su renta hasta los dos minutos en el falso llano final, convirtiéndose en el nuevo líder. 

Justo premio para un equipo Movistar que se está moviendo tácticamente como nunca en carrera; y para Richard Carapaz, cuyo ejemplo tras su tercer triunfo en el Giro puede marcar el camino para una nueva generación de ciclistas ecuatorianos. Ahora, los telefónicos tienen un buen equipo para controlar la carrera (Amador, Pedrero, Carretero y Rojas están en plena forma) y puede usar la baza de Landa para ‘defender atacando’, especialmente en el Mortirolo. 

Roglic, siempre líder virtual hasta ahora, sigue jugando con la calculadora. No tiene equipo y es consciente de que no puede responder a todo en primera persona, por mucho que esto moleste a sus rivales. Sobre todo a Nibali, completamente controlado pero que sigue afilando el diente de cara a la tercera semana. Un final de Giro en el que probablemente a Roglic le va a venir bien perder la responsabilidad del liderato y ceder la vigilancia al equipo Movistar. 

Posiblemente la decepción pasa por Miguel Ángel López y Simon Yates, aunque ninguno de los dos se está escondiendo: Supermán, lejos de tener sus mejores piernas para atacar, se redimió manteniéndose siempre con los gallos en San Carlo tras perder mucho tiempo en Nivolet; el británico se deshizo en ese puerto, pero aprovechó la indecisión de los gallos en el final en Mont Blanc para recuperar puesto en el Top-10. 

Quien no decepciona nunca es el Giro en su fase decisiva, ni los Alpes. Y aun queda lo mejor. 

Madrid, 1993. Oscense de adopción. Editor en @SpheraSports. Combino Calcio y ciclismo con todas las consecuencias.

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