Síguenos de cerca

Personal e intransferible

337 días

337 días. Un periodo de tiempo que puede ser muy corto si lo vives con el amor de tu vida o muy largo si tiene que estar lejos de éste. Casi durante un año me ha tocado vivir la otra cara de la moneda. Sufrí una lesión en la rótula de mi pierna derecha que me mantuvo mucho tiempo fuera del terreno de juego, del fútbol. Soy María Valle y esta es mi historia.

A mediados de octubre de 2022, tras varios amagos de lesión y diferentes diagnósticos, me comunican que no puedo seguir jugando y tengo que pasar por quirófano. Una frase que se convertiría en la aguja que explotaría mi burbuja y me haría chocarme de frente con la realidad. Iban a ser demasiados meses sin sentirme futbolista.

Prácticamente un mes después tuvo lugar la primera de las tres operaciones que vendrían. Tras esta, muchas noches de dolor, de lágrimas, de sufrir y de sentirme vulnerable. Desde el primer día de la recuperación he trabajado rodeada de profesionales y tratando de dar lo mejor de mí, consiguiendo dejar atrás esos sentimientos negativos y sintiéndome cada vez mejor, más fuerte. Aunque en ese bonito momento había algo que no terminaba de encajar.

Cinco meses después de la primera operación, me dicen que tengo que volver a pasar por quirófano porque uno de los tornillos parece no estar situado correctamente. Una intervención menor a la primera, pero que retrasaría el proceso de recuperación.

A partir del mes de abril todo comienza a ser de color de rosas. Ya podía correr, hacía nuevos ejercicios y, junto a esas personas tan importantes que me acompañaban siempre, pasé todo el verano preparándome para incorporarme pronto con el equipo.

Sin embargo, de nuevo un inconveniente. De nuevo, otro tornillo. De nuevo, otra intervención, de menor importancia aún, pero la vuelta se volvía a retrasar. Ya no sabía cómo sentirme, vivía en una montaña rusa de emociones, donde tras la subida llegaba la caída.

La tercera operación ocurrió en septiembre, ya de 2023, y esta vez, fue la definitiva. Poco tiempo después pude volver a ponerme unas botas de fútbol, a sentir el césped. Cierto es que el final del proceso no fue fácil. Los casi doce meses de lesión tenían que notarse. Pero nada que las ganas y la ilusión no pudiesen contrarrestar.

Hoy, puedo decir firmemente que vivir esta experiencia ha sido de lo más duro que he sentido hasta ahora, pero también lo que más me ha enseñado. He sido consciente de que, aunque aparezcan mil piedras en el camino, siempre se puede salir adelante, siempre existe ese 1% más para dar. Y si de algo no tengo dudas es de que jamás reconocería a María de 2022 por lo mucho que me ha hecho cambiar esta experiencia. Eso sí, tendría que darle las gracias infinitamente por haber trabajado para conseguir ser quien soy ahora, por valorar a cada persona que le ha acompañado, tanto familia como amigos, y por dejarme claro que rendirse está prohibido.

Comparte la notícia

No te lo pierdas

Más sobre Personal e intransferible