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Después de diez años

¿Y si te digo que para celebrar que han pasado 10 años desde la última gran cirugía en la que mi estómago tuvo que ser extirpado me he ido a recorrer el sur de España, desde Madrid hasta Tarifa, en bicicleta de gravel? Algo más de 800 kilómetros en menos de 100 horas y con unos 9000 metros de desnivel positivo.

La verdad es que ahora me paro a pensarlo y me parece una auténtica locura, teniendo en cuenta que hace únicamente 10 años estaba luchando por no morirme en la cama de un hospital público y apenas podía caminar en los siguientes meses sin terminar agotado.

Constancia, el cuidado y amor de mis amistades, muchas ganas de no quedarme esperando a ver qué hay al otro lado de la puerta de casa o ver las cosas a través de una pantalla, dieron como resultado un cuerpo que era capaz de enfrentarse a diferentes experiencias intensas y complejas.

Tan complejas como el no saber más que la ruta que tienes que seguir desde Madrid hasta Tarifa, el extremo más sur de la España continental. Las condiciones meteorológicas podían variar. Del mismo modo que tampoco teníamos ni idea de cómo iba a ser el terreno sobre el que íbamos a rodar. Lo único que podíamos hacer era pedalear e ir descubriendo poco a poco lo que teníamos delante. Con el disfrute que ello supone.  

Para poder viajar ligeros sobre nuestras bicicletas de gravel, lo hicimos equipados con lo mínimo en las bolsas de bikepacking. Avanzando entre 180 y 260 kilómetros diarios, el confort es básico y absolutamente necesario para que no haya sufrimiento ocasionado por el kit de equipación escogido.

Las temperaturas, por suerte, eran relativamente elevadas; sin ser calurosas en exceso y, en algunos puntos, nos alcanzaron tormentas. Llevar una capa impermeable que aguante el chaparrón es imprescindible. Hasta que nos visitó el granizo, a la altura de Ronda, y fue necesario refugiarse. Pedalear en esas circunstancias es peligroso para todo el mundo.

Los kilómetros avanzaban y la meta en Tarifa se aproximaba. Mis emociones también, al recordar lo terriblemente dura que fue la recuperación tras una cirugía que casi me mata. Se me empañaron los ojos, las lágrimas se deslizaban por mis mejillas.  

De hacer rodar un palo de sueros con medicación por el pasillo de un hospital a hacer rodar mi bicicleta con un grupo de amigos maravilloso, capitaneado por Juan Patiño, recorriendo una zona de España totalmente desconocida para mí en bicicleta. La vida puede ser maravillosa. La vida es maravillosa. Y más aún cuando la vida es en bicicleta.

Imagen de cabecera: @gkmph

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