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Premier League

Volvernos locos

El Fulham suele ser como el Guadiana: últimamente aparece por la Premier League para desaparecer rápidamente. Este curso toca volver a subir, como ya hicieron hace dos años, jugando un fútbol que encandila a todo el aficionado del Championship. Para los que empiezan a acumular años, leer algo sobre el cuadro del precioso Craven Cottage es una gran excusa para pensar en lo que ocurrió en la temporada 09-10. Lo de los londinenses en la Europa League no fue normal. Pasaron de ser un conjunto mundano a uno que levantaba pasiones hasta entre los aficionados neutrales. Dadle las gracias a Hodgson, Zoltan Gera, Bobby Zamora, Dempsey y compañía.

El curso prometía ser mejor de lo normal, pero tampoco nada que despertara a acabar narrando historias parecidas a las de Homero. Había que hacer lo de siempre en Premier League: convertir su coliseo en un fortín y sumar fuera de casa ante rivales directos. No necesitamos hacer ningún tipo de ingeniería económica para que nos salgan las cuentas. Debían sumar más de 40 puntos. Y poca cosa más.

Lo singular era lo de la competición europea. ¿Objetivo? Salir y disfrutar, que diría aquel. Que los aficionados locales, acostumbrados a ver a futbolistas de categorías inferiores, pudieran ver a cuadros históricos venidos a menos. Y para ello, como siempre, hay que pagar un precio muy caro: empezar la pretemporada a principios de julio, jugándote ya las habichuelas cuando aún tienes reciente los paseos en barco por Ibiza, e hipotecar en algunos momentos los encuentros que juegas en tu liga. Iba a merecer la pena tener que visitar Vilnius y Rusia en la previa. El destino aguardaba momentos que ya no olvidaremos.

La fase de grupos ya fue un regalo: eliminaron al Basilea con un último encuentro heroico y compartieron aventuras con CSKA de Sofía y Roma. Ya estaban de prestado, pensaban. Ahora nos reímos. Eliminaron al vigente campeón y ahí no pararon de soñar. Juventus, Wolfsburgo y Hamburgo entendieron lo que valía un peine en Craven Cottage. Así, superando a entidades mucho más potentes, se plantaron en una final que no pudieron ganar. El Atlético de Madrid fue el verdugo de un cuadro que empezó a jugar en una tarde calurosa de julio. Nadie podía achacar nada al Fulham de Hodgson.

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Imagen de cabecera: @europaleague

Martorell (Barcelona), 1996. Periodista freelance. Amante del fútbol y loco por la Premier League. En mis ratos libres intento practicarlo.

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