A veces tendemos a pensar, que los deportistas de élite viven en una burbuja. Ajenos a todo, excepto de la cuenta del banco. Pero detrás de toda la fama que acaparan, detrás del dinero que ganan o dejan de ganar, hay seres humanos de carne y hueso. Personas normales y corrientes como cualquiera, que han logrado alcanzar el sueño de triunfar en el mundo del deporte. Pero en algunas ocasiones, arrastran consigo recuerdos de una infancia traumática como es el caso de nuestro protagonista.
Victor Moses es, lamentablemente, una de las muchas personas cuya infancia está marcada por una tragedia que pone los pelos de punta. Muchas veces no somos conscientes de lo afortunados que somos, hasta que conocemos historias como la de este futbolista. En el año 2002 en Nigeria se decretaba la Sharia o ley islámica, que provocó y sigue provocando a día de hoy numerosos enfrentamientos entre musulmanes y cristianos. Fue una tarde de ese mismo año, cuando ocurrió lo que a ningún niño le debería pasar. Sin quererlo muchas veces son ellos quienes se encuentran de frente con las duras consecuencias de la guerra sin entender el porqué de ésta y porqué a él.
Moses estaba jugando al fútbol con unos amigos en las calles cercanas a su domicilio, esperando una voz de sus padres para ir hacer los deberes. Pero esa voz nunca llegó. Su padre, ministro cristiano en la ciudad de Kaduna, fue asesinado junto a su mujer por un grupo de musulmanes. Con tan sólo 11 años y sin asimilar la noticia y sin entender porqué le habían arrebatado de golpe a sus padres, se escondió con su tío varios días para sobrevivir hasta que fue enviado a Inglaterra con una familia de acogida.
Ya en territorio inglés y con aquella tarde aun grabada, empezó a estudiar en la escuela londinense de ‘Stanley Technical High School’ y donde comenzó a jugar en la Tandride League local. Tenía un gran talento y el Crystal Palace se dio cuenta de ello. Cinco años después de aquella tarde tan catastrófica, el nigeriano debutó con el club londinense en la Premier League. Había cumplido su sueño.
Después de una larga estancia en la Championship, Moses se marchó al Wigan donde le costó brillar debido a sus lesiones. Pero aun así, acabó convirtiéndose en una pieza clave del equipo que dirigía Roberto Martínez, y el Chelsea se fijó en él para reforzar su plantilla. En Noviembre del año 2012, la FIFA le permitió jugar con la selección de Nigeria, donde es un ídolo y un futbolista muy querido. En 2013 logró ganar la Copa África y un billete para el mundial de Brasil. Ahora Moses juega en el West Ham cedido por el Chelsea. La gran competencia que hay en el equipo de Mourinho impide que el nigeriano sea titular con los ‘blues’ y tenga que marcharse cedido como hizo en su segunda temporada cuando se marchó al Liverpool, en la tercera cuando se fue al Stoke y ahora en la cuarta que está con los ‘Hammers’.
“Definitivamente, donde quiera que se encuentren mis padres, deben estar orgullosos de mí, mirando hacia abajo y seguro que me ayudan desde arriba”, comentó Moses, cuyos sueños no se detienen y da gracias por todo: “Tengo que agradecer a Dios por estar donde estoy, es un sueño hecho realidad». Tremendo optimismo el que desprende este futbolista al que la vida al principio le fue injusta, pero que con esfuerzo, sacrificio y fe sigue adelante y sigue cumpliendo su sueño.