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Theo Janssen, gordito por defecto, fumador por contrato

Pelo alborotado, barba de varios días desaliñada, una incipiente barriga que denota estar fuera de forma y un cuerpo repleto de tatuajes que asoman por cada poro de su piel. Parado en el centro del campo, con la mirada perdida, como si la historia no fuera con él. Aspecto de tener más años de los que en realidad tiene. Una figura poco cuidada que invita a pensar, en tiempos en los que los estereotipos lo son todo y los prejuicios dominan la opinión pública, que Theo Janssen (Arnhem, Holanda, 1981) no podía ser un futbolista profesional. Su apariencia nos daba una primera impresión de que podía tratarse de un veterano jugador retirado, ya entrado en la cuarentena, que se divertía jugando entre seniors. Entonces, el balón caía a su pierna izquierda y todo lo que ya habíamos inferido con nuestra simple imaginación cambiaba por completo.

Porque Theo Janssen hoy está retirado, sí. Tiene 36 años y colgó las botas hace tres, fruto de una irrecuperable lesión de rodilla que le dio problemas durante gran parte de su carrera. Pero hoy, muy cerca de la cuarentena, su aspecto es el mismo que hace 10 años, cuando estaba en la flor de la vida y en su apogeo como futbolista. Nunca le hizo falta correr porque el juego pasaba siempre por su zurda. Por eso quizás, tampoco se mostró muy de acuerdo con estar en forma. «Los jugadores tenemos años mejores y años peores», argumentaba cuando se le preguntaba por esos kilos de más. Lo cierto es que es prácticamente imposible encontrar una foto de sus 15 años como profesional en la que parezca que realmente lo es.

Otrora gran promesa del fútbol holandés (sus años y su impacto con las categorías inferiores de la oranje así lo corroboran), Janssen siempre soñó con ser jugador del Vitesse, equipo de su ciudad, en el que se enroló con 14 años y que hace unos meses ganó su primer título oficial, la Copa de Holanda. Siempre apuntaron alto con él y si hubiera llevado una vida más profesional, su destino podría haber sido mejor. O no, porque entonces no sería el mago Theo Janssen.

Debutó con 17 años en la Eredivisie y uno más tarde ya estaba consolidado como un valor activo de la liga. Solo una lesión de rodilla le dejó KO en sus primeros años y una decisión extraña de su entorno le llevó a salir cedido media temporada al Genk belga cuando solo tenía 21 años y ya llevaba cuatro en la élite de Holanda, siendo un jugador crucial en su equipo y sonando ya para debutar con la selección absoluta. Dicen que fue su comportamiento, agrio, difícil, lo que le llevó como castigo fuera del equipo de su vida seis meses.

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Y no sería de extrañar porque su vida extradeportiva ha sido también un factor determinante en su evolución como jugador. A los 27 años tuvo un accidente de coche en el que dio positivo en el control de alcoholemia. Ahora sí, ya era internacional con la oranje y acababa de dar un salto en su carrera fichando por el Twente, con el que poco después ganaría la Liga por primera vez en su historia y la Copa. Para Theo, además, llegó el galardón al Mejor Jugador de la Eredivisie.

Jugaba en la línea de medios, aunque su total libertad le permitía descolgarse hasta la mediapunta cuando quisiera. Su principal cometido era el que ordenaba su técnico: el último pase, la imaginación, la magia, al fin y al cabo. Por eso, tras sus éxitos individuales y colectivos en tres años con el Twente, llegó el paso definitivo en su carrera, que fue peor de lo que se imaginaba. En 2011 fichó por el Ajax de Frank De Boer y su primera exigencia para firmar fue que se le permitiera fumar tanto como quisiera. Los de Ámsterdam aceptaron y así lo reflejaron en el contrato.

«Hay mucha gente que fuma ¿qué hay de malo? ¿Son malas personas? Yo voy de cara. Fumo, fumo mucho y no me escondo. Y bebo. Hay muchos chicos que lo hacen de secretamente e intentan que nadie se entere». Las bolsas de sus ojos y la apariencia de no haber dormido en días lo corroboran.

Pero Theo Janssen, más lejos de la realidad, no era un mal profesional. Iba a cada entrenamiento y, rompiendo estereotipos era siempre de los más destacados. Su capacidad de liderazgo era innata, así se entiende que nada más aterrizar en el Ajax, De Boer le nombrara segundo capitán. Pero su vida en la capital cambió nada más aterrizar. El gusto por los ajaccied de la posesión y el fútbol de toque derivaron en que el técnico holandés le colocara de pivote defensivo nada más ficharle. No para contener, sino para crear desde abajo, desde la salida de los centrales. Y nunca funcionó.

Por eso, un año después, el matrimonio se diluyó. Ni Janssen quería estar en Ámsterdam, ni De Boer quería que se quedara el jugador que más cobraba de la plantilla, al que había asegurado iba a reducir sus minutos e iba a mandar al banquillo por desavenencias personales. «A veces soy muy difícil para un entrenador. Tengo mucho carácter, soy terco y me encanta discutir. Y a veces lo busco conscientemente, sabiendo que no tengo razón», afirma sobre sus problemas con De Boer.

Theo Janssen era colocación, inteligencia, pase al primer toque excelente, juego en corto y cambios de banda a banda milimétricos. A medida que fue ganando experiencia dejó de ser un jugador más dinámico (porque en sus años mozos corría, vaya que si corría y se movía aunque su forma no fuera idónea) para ser un tipo más sedentario, más pausado, un mediocentro más puro, pero siempre con libertad. Cuando salió del Ajax volvió al Vitesse de su corazón, donde junto a jugadores como Propper, Van Ginkel, Kakuta o Bony cuajó una temporada sublime.

El Vitesse luchó por la Liga hasta cuatro jornadas antes del cierre, pero tres derrotas en los últimos cuatro duelos dejaron al equipo en cuarta posición. Firmó por tres años, pero nunca llegó a cumplir el segundo porque, cuando mejor estaba, su rodilla dijo basta. Era solo la jornada ocho de Liga 2013-2014 y ya había repartido cinco asistencias y marcado un gol. El Vitesse se había reforzado con Lucas Piazón y Atsu para asaltar la Eredivisie, pero perdió a su genio en el segundo mes de competición. Tras seis meses de intento de recuperación de un ligamento cruzado que no parecía sanar, Janssen confirmó que colgaba las botas.

Theo Janssen era todo personalidad. Un jugador que iba de frente, que escondía calidad a raudales. Su talento era tamaño y su fútbol impredecible. Jugar a su lado era una bendición. Su legado son 450 partidos como profesional, 64 goles y 71 asistencias. El hijo pródigo de Arnhem, el héroe del Vitesse, aquel que dirigió el homenaje realizado a Theo Bos (jugador histórico del Vitesse que falleció de cáncer en 2013 cuyo dorsal fue retirado), aquel que ostenta ser uno de los cinco jugadores con más partidos con la camiseta negra y oro. Ese que ahora puede fumar a su antojo, sin miramientos, sin que nadie le diga nada de lo que puede o no puede hacer. Bueno, como cuando estaba en activo.

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