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Steven Gerrard: Adiós a su hogar. Adiós al eterno capitán

Tú, que has pertenecido al prestigioso club de los ‘One Club Men‘. Tú, que has jugado con grandes leyendas del fútbol inglés. Tú, que acabaste enamorándote y amando al club rival. Tú, que te has convertido en santo y seña de una de las potencias del fútbol europeo. Me dirijo a ti, que has estado ahí desde el primer día que tengo conciencia sobre el fútbol.

Steven Gerrard disputó frente al Crystal Palace su último partido oficial como futbolista del Liverpool en Anfield, en la que ha sido su segunda casa en las últimas dos décadas. El capitán más laureado de la historia reciente del Liverpool anunciaba el pasado mes de enero, a inicios del año 2015, que se marchaba, había tomado la decisión de dejar el que había sido el club de su vida. Un shock. El día había llegado, o al menos ya tenía fecha. Su destino será Los Ángeles, Estados Unidos, donde disputará la próxima edición de la Major League Soccer.

No fue su último partido, ya que todavía existe la posibilidad de que dispute minutos en la última jornada liguera 2014/15, con la visita del Liverpool al Stoke City. El Britannia Stadium tendrá el eterno placer de haber acogido el último encuentro oficial de Gerrard en Inglaterra, vistiendo la camiseta del club que le ha convertido en leyenda. Sin embargo, la fiesta en Anfield fue inevitable.

Homenaje al comienzo, homenaje al final. Anfield con sus mejores galas, con pajarita, luciendo sus mejores sonrisas y realizando sus mejores cánticos, sin faltar su ya famoso «Steve Gerrard, Gerrard. He’ll pass the ball 40 yards. He’s big and he’s fucking hard. Steve Gerrard, Gerrard«. Todo fue perfecto para que los ojos del centrocampista inglés brillaran como pocas veces. The Kop cantó, seguramente, el You’ll Never Walk Alone más emocionante y vibrante que se recuerda a orillas del río Mersey. Él aseguró en la previa que no quería emocionarse, y así fue, pese a que su rostro no podía reprimir la emoción de dejar un hogar, de dejar décadas de su vida en esa ciudad, sabiendo que no será tan fácil volver como si se fuera a otro club en el viejo continente.

Estará a miles de kilómetros, donde seguramente ganará en vida. No será alguien anónimo, pero no tendrá a esos vecinos que le recuerden lo bueno que es, que le recuerden lo traidor que es por vestir los colores del Liverpool cuando todo el mundo sabe que de pequeño lucía los colores del Everton. Tampoco tendrá que aguantar a esos aficionados del Manchester United que le recuerdan la eterna rivalidad entre clubes. Estas son algunas de las situaciones cuotidianas que ha confesado Gerrard que vivía casi a diario, cuando, cada mañana, llevaba al colegio a sus hijas pequeñas. En Estados Unidos encontrará, quizás, un escondite mayor, un país donde el soccer viene en auge, pero que todavía no adquiere el peso mediático del viejo continente.

Fue su última vez llegando en el autobús del equipo, fue su última vez colocándose el brazalete de capitán en ese vestuario en el que quedará un hueco casi eterno. Fue la última vez en la que el mítico cartel del túnel de vestuarios que recuerda a todos que «This is Anfield» recibiría la caricia de una leyenda viva, fue la última vez en esos escalones tan estrechos que dan entrada al campo verían pasar al mito andante. Fue la última vez de Gerrard vistiendo el rojo del Liverpool ante ese estadio que tendrá grabado su nombre de forma infinita.

Un futbolista que, como tantos otros, ha marcado a una generación. Desde su debut en 1998 ha ido progresando desde abajo, compartiendo vestuario junto a pesos pesados como Robbie Fowler, Michael Owen, Jamie Carragher o Sami Hyypia, entre muchos otros, adquiriendo poco a poco unos galones que, a día de hoy, en activo todavía, le han convertido en un referente, en una leyenda para los conocidos, en un futbolista ejemplar para los que miran desde las barreras de Anfield.

Él levantó la mítica y épica Copa de Europa lograda en Estambul frente al AC Milan. Él vivió cientos de noches europeas bajo ese dulce y romántico aroma de la Champions League. Él dio el todo por el todo en grandes citas ante rivales históricos como Manchester United o Everton. Él fue el capitán que no pudo evitar emocionarse tras ganar al Manchester City la pasada temporada y ver que tenían opciones serias de ser campeones de Liga. Su dorsal será eterno. Muchos afirmaron que el ‘8’ de su espalda se había convertido en un ‘∞’ haciendo referencia al casi infinito recuerdo que dejará en Liverpool y en el fútbol inglés.

Se marcha un centrocampista que refleja una pieza básica del fútbol, la del líder de vestuario, la del futbolista que pocas veces decae, del llegador de área que siempre está en el sitio correcto en el momento correcto. Se marcha un jugador que ha marcado a una generación, aquella que se enamoró del fútbol en las tres últimas décadas, que vibró con grandes noches europeas del Liverpool, que le vio ganar, que le vio caer.

Anfield lloró, cantó y se emocionó a partes iguales. El chico rubio que ha enamorado a miles de personas se despidió. Llegó siendo un niño y se marchó junto a sus tres hijas. No se marcha un futbolista cualquiera. Se marcha una leyenda. Un tipo que ha marcado una época, que nunca se ha borrado, y que ha lucido como pocos el romántico brazalete de capitán vistiendo los colores del Liverpool.

Gracias por todo, Stevie.

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Valencia, 1989. Productor Audiovisual. Cultura y fútbol Brit como forma de vida. Intento ir más allá de lo que veo. Tengo mucho que aprender, y es maravilloso.

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