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Fútbol Español

Sin excusas

No existe gol sin fallo defensivo. Hasta los mejores goles que se han marcado en la historia del fútbol han sido precedidos por un error del equipo contrario. Pero esos fallos son provocados por los movimientos del equipo rival, cuyo posicionamiento, presión u orientación tienen una gran importancia. Se trata de esos pequeños detalles que apenas se ven sobre el terreno de juego pero que, a fin de cuentas, son los que marcan el rumbo del partido.

Por tanto, partiendo de esa premisa, no se puede tachar jamás al árbitro del encuentro como culpable. Dichas acusaciones son solo excusas que utilizan los perdedores. Lo que hay que hacer después de perder un partido es ver qué tipo de errores defensivos y ofensivos se han cometido para poder solucionarlos en el próximo encuentro, y no tanto echar la culpa a terceros.

Es cierto que la gran mayoría de los medios de comunicación actuales acrecientan dichas informaciones polémicas, pero no hay que olvidarse que ellos ofrecen lo que vende. En pocos medios se puede disfrutar de un análisis detallado del partido de fútbol, de las tácticas y planteamientos de los entrenadores, que es de lo que se debería informar.

Todos cometen errores

Cuando un delantero falla ocasiones claras frente al portero se habla de sequía, pero se le anima a seguir intentándolo. Cuando un mediocentro comete errores de marcaje, posición o de pase, apenas se menciona, pues no interesa ese tipo de “fallitos”, a pesar de ser muy graves. A un defensa se le ataca todavía más y al portero se le sepulta, como a Ter Stegen por su fallo contra el Celta de Vigo o a Oblak por no parar ningún penalti en la final de la Champions. Hay que saber valorar los aciertos y no criticar tanto los errores.

Todo esto se multiplica cuando un árbitro se equivoca en una decisión. Al igual que un delantero falla un gol, un centrocampista un pase, un defensa un marcaje o un portero un bloqueo, el árbitro también es humano y se puede confundir. Por ello, no hay que hablar tanto de favores arbitrales, sino de errores, errores de marcaje, de posición, de intensidad o de orientación, como ocurre con cada gol del equipo rival.

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Por ejemplo, el gol que no debió haber subido al marcador por parte de Messi contra el Valencia: todos hablan de la posición de Luis Suárez, pero no se habla sobre el fallo en el despeje de Garay o que un jugador como Messi pueda recibir el balón en el borde del área solo con opción de disparo. Si se hubiese marcado bien, no hubiese habido polémica ya que no hubiese disparado. Lo mismo ocurre con el gol de Munir, quien dispara a placer desde la frontal sin oposición. Vayamos al golazo de Boateng contra el Villarreal. Una jugada excelente, sí, pero el ‘submarino amarillo’ parece no inmutarse ante lo que realizan los jugadores de Setién, especialmente ante el pase de Viera a Tana.

Para verlo más claro, véase el gol más polémico de la historia, la ‘mano de Dios’, el gol de Maradona contra Inglaterra en el Mundial de México 86. Otro gol que debería haber sido anulado, pero si la defensa inglesa hubiese estado atenta nunca podría haber intentado esa jugada el “10” argentino, que estaba solo en el punto de penalti esperando el balón, dispuesto a saltar con el portero, que se había quedado bajo palos. El resto es historia.

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Con todos estos ejemplos no se pretende menospreciar a jugadores o a goles extraordinarios, ni mucho menos. Tan solo se pretende intentar zanjar polémicas con arbitrajes y salsa rosa, para centrarse más en lo que es el fútbol, un deporte. El fútbol es un deporte colectivo en el que la unión de los 11 jugadores y la labor del entrenador es muy importante. El posicionamiento de cada jugador o la orientación a la hora de controlar un balón puede determinar un encuentro.

Por tanto, a través de estos textos se intentarán analizar los goles, jugadas y partidos de fútbol con el fin de poder conocer los errores y virtudes tanto de uno como de otro equipo. Jamás se hablará de arbitrajes o polémicas, solo fútbol.

Bilbao, 1992. Comunicación Audiovisual. Amante de todos los deportes. El triunfo no está en vencer siempre, sino en no rendirse nunca.

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