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Qarabag, un club marcado por la guerra

El Atlético de Madrid disputará mañana un partido clave que marcará en parte su futuro en la Liga de Campeones de fútbol. Sus últimos encuentros decisivios en la máxima competición europea fueron ante equipos como Bayern Múnich, Real Madrid o Barcelona. Su rival mañana será el Qarabag, un club marcado por la guerra.

El modesto club azerí debutó esta temporada en la Champions League y llega a la tercera jornada con cero puntos, ocho goles en contra y sólo uno a favor. Pero en la segunda fecha, cuando recibió a la Roma, perdió 2-1 y estuvo a punto de empatar.

«No hay ningún equipo al que tengamos miedo», asegura el entrenador del Qarabag, Gurban Gurbanov. «Siempre hemos querido estar en este torneo y estamos felices de estar aquí».

Cuando el club superó al Copenhague en la última ronda de la fase previa, en agosto, el país estalló de júbilo. «Nosotros jugamos por nuestros hinchas y esta victoria nos va a ayudar a ser más fuertes», comentó entonces Gurbanov. Un día después, los futbolistas fueron recibidos como héroes en Bakú, la capital del país a orillas del Mar Caspio.

La alegría era mayor si cabe dado a la trágica historia del club. Está considerado como un símbolo del espíritu de lucha. El equipo juega lejos de su ciudad de origen, Agdam, desde el año 1993 por un sangriento conflicto en la región de Nagorno Karabaj, cuyo control se disputan Azerbaiyán y Armenia.

Cuando las fuerzas pro-armenias de Qarabag renegaron de Bakú en 1991, estalló una guerra que se saldó con 30.000 muertos. La ciudad de Agdam cayó en 1993 en manos de los separatistas y los cerca de 30.000 habitantes que quedaron huyeron o fueron expulsados. Las casas fueron destruidas. Desde entonces, Agdam es un pueblo fantasma detrás de las líneas pro-armenias.

Un armisticio en 1994 terminó con los combates, pero el derramamiento de sangre sigue hasta hoy mismo. En abril de 2016 murieron 120 personas.

Así, la casa del Qarabag, actual campeón de Liga y Copa del país, no está en la ciudad de Agdam, sino en Bakú, la capital. Al Olimpiya Stadionu, con 70.000 asientos y sede de la Eurocopa 2020, viajará mañana el Atlético de Simeone y después el Chelsea.

«Aunque la ciudad de Agdam esté ocupada, sus representantes han conquistado Europa. Eso demuestra que el pueblo azerí nunca va a aceptar su ocupación«, señaló el autoritario presidente de país, Ilham Aliyev, en un encuentro con los futbolistas tras la clasificación a la Champions. «No sólo ganamos en los campos de batalla, también en los campos deportivos».

Aliyev premió al Qarabag con dos millones de manat, la moneda local, cerca de un millón de euros, por su billete a la fase de grupos. Además de esas donaciones del Estado, rico en petróleo, el equipo se mantiene gracias a su principal patrocinador, la compañía privada de alimentación Azersun.

El Qarabag es uno de los equipos más tradicionales de país. Ganaron cinco Ligas y otras seis Copas y ya participó en la Liga Europa, la segunda competición continental.

Sus principales figuras son el noruego Tarik Elyounoussi y el ruso Ramil Sheydaev, ambos delanteros. «Todos dicen que no tenemos ninguna oportunidad, pero en el fútbol es todo posible«, señaló Sheydaev, de 21 años, a la página web azerisport.com antes del debut ante el Chelsea.

La goleada por 6-0 ya está olvidada en las filas del Qarabag, que recibe mañana a un Atlético urgido por la victoria. Los de Diego Simeone están terceros de la zona con un punto.

El equipo azerí ya estuvo a punto de dar el golpe ante la Roma y mañana lo intentará ante los rojiblancos, subcampeones de Europa en 2014 y 2016.

«Siempre confío en nuestro equipo y en conseguir un buen resultado», dice el capitán del Qarabag, Rashad Dadygov, que es duda para el encuentro de mañana.

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