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Menos Lezama, más San Mamés

Era la tarde de un
miércoles. Saben lo difícil que es poner horarios para el fútbol entre semana.
A las 19:30 arrancaba un Betis-Espanyol en el Benito Villamarín con la
eliminatoria abierta y con el club verdiblanco soñando ya con alcanzar una
final de Copa del Rey que se jugará en su estadio. Pero en horario casi
laboral, y a pesar del compromiso que caracteriza a la afición de Heliópolis,
el feudo no se llenó. En realidad, solo fueron ocupados dos tercios de la
grada.

Pero en el otro extremo
de la península, a casi 900 kilómetros de distancia, iba a suceder algo
histórico a la par que maravilloso. A las 19:00 horas, cuando muchos todavía
trabajan en Bilbao, se disputaba el partido de cuartos de final de Copa de la
Reina entre el Athletic y el Atlético. Era un buen partido, los dos últimos
campeones de Liga cara a cara, a partido único y en un escenario inmejorable.
Pero el día y la hora no parecían propicios. No para hacer historia.

Apostaba Joseba Aguirre,
técnico de las leonas, por un número alto, vista la experiencia previa en
fútbol femenino español: 20.000 aficionados y aficionadas dijo en el programa
Área Chica de Cadena Cope. Se quedó muy corto. Cortísimo. La gente comenzó a
llegar desde muy pronto. Y siguió llegando y llegando. El club había puesto el
cartel de “no hay billetes”, pero se podía pensar que solo una de las gradas
(la que enfocan las cámaras de televisión) estaría abierta. Pero no, el aspecto
de San Mamés era inmejorable, y el dato lo confirmó al filo del descanso: 48121
personas.

Éxito rotundo. Récord de
asistencia en España (que duraba 16 años) superado con creces, un miércoles por
la tarde. Acudió más gente a ver a Lucía García, Nekane, Ainhoa Tirapu y
compañía que a los Aduriz, Muniain y Susaeta en toda la temporada (ni siquiera
en el derbi vasco, donde se llegó a los 46.684). Según datos que recoge Borja
Rodríguez (@FutfemdelMundo), este partido figura entre los de mayor afluencia
en esta década en todo el mundo. A nivel de clubes, solo es superado por el
Monterrey-UANL de la liga mexicana y por la final de Champions de 2012 entre
Lyon y Frankfurt.

“Y cuando ocurre esto,
da igual quién pase y quién no. Enhorabuena al Athletic de Bilbao por
regalarnos esto y por hacer crecer el fútbol femenino. Espectacular”, escribía
Amanda Sampedro en su cuenta de Twitter. Jugar en un estadio como el Nuevo San
Mamés, que será una de las sedes de la próxima Eurocopa masculina, ya era un
premio. Que estuviera lleno, la consecución de un trabajo arduo del Athletic,
que movilizó colectivos, inició campañas y convirtió el choque en un
acontecimiento.

El anterior récord de
asistencia ya lo tenía el Athletic, cuando juntó a 35.000 espectadores en la
antigua Catedral para el partido en el que se jugaba la Liga ante el Hispalis.
Ganó 5-0 y conquistó el primero de sus cinco títulos. El último, logrado en
2016, provocó un baño de masas sin precedentes en la celebración de una
conquista en el fútbol femenino español. “En Bilbao no somos del masculino o el
femenino, somos del Athletic”, suelen decir los aficionados. Un club hecho de
otra pasta, sin duda.

La derrota (0-2) pese a
jugar con una futbolista más durante toda la segunda parte fue lo único que
empañó una absoluta fiesta del fútbol, que demuestra la importancia de que los
equipos femeninos abandonen las ciudades deportivas y se entreguen al
espectáculo. Casi de forma simultánea, la Real Sociedad ganaba al Rayo en
Zubieta, el Barça al Madrid CFF en Matapiñonera (este sí es estadio, aunque de
una sola grada y ni fue televisado) y el Sevilla al Levante en Orriols. Las
comparaciones, odiosas.

Datos de asistencia como
el de este Athletic-Atlético, o el de España en el Rico Pérez ante Estados
Unidos, o el que tendremos en marzo en el Wanda Metropolitano entre Atlético y
Barça (apunta a ser otro exitazo) invitan al optimismo. La gente quiere ver
fútbol femenino, pero en mejores condiciones, tanto por televisión como en el
campo. Porque ellas devuelven el precio de la entrada. Que se lo digan a Ángela
Sosa y su golazo prácticamente sin hueco. Menos Lezama y más San Mamés.

Alicante, 1991. Mi madre siempre me decía: "No sé por qué lloras por el fútbol, sino te da de comer". Desde entonces lucho por ser periodista deportivo, para vivir de mis pasiones (y llevarle un poco la contraria).

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