Aste Nagusia (la Semana Grande), el aurresku, los aizkolaris, las finales de Copa del Athletic. Tradiciones vascas. El bizcocho hundido, los interminables exámenes de prácticas de conducir, las finales de Copa del Athletic. Repite conmigo: “Insistir, persistir, resistir y nunca desistir”. Seis finales consecutivas perdiendo, siendo el Barça su máximo verdugo, y volviendo a casa con la frustración en la maleta, el sabor acibarado en el paladar y la angustia en el corazón. 40 finales y 40 años desde la última vez. Un extenso lapso que da para viajar a distintos puntos del mundo, cambiar varias veces de trabajo, jugar a la lotería sin que te toque ni una vez o hasta ser padre. Al Athletic ya le tocaba volver a sonreír.
Decía Iñaki Williams al clasificarse a la semifinal: “¡He llegado para algo!”. “Me gustaría echar un par de cervezas, pero estoy reventado ”. 13 horas de avión y 4000 personas siguiendo en directo su rumbo. El Barça apeado y el Atleti esperando. En la Catedral del fútbol, se dictó la sentencia. Después de eso, una marea asaltando Sevilla, con y sin entrada, empujando las piernas, conservando los músculos y ensanchando el pecho. Más de 48.000 personas en las pantallas de San Mamés, y otros miles y miles en el bar, en casa del primo o en el sofá de casa agarrando una mano con la piel desgastada. Esta vez sí, abuelo.
Detrás del objetivo, el que hace la foto. Al que no le gustan los focos, la excentricidad ni el protagonismo. El hombre tranquilo, apacible, de mohín prudente y atenuado. El autor de un Athletic que ha subido como la espuma, con la identidad del territorio, el orden de sus texturas y el vértigo en las bandas. Si a este entrenador hubiere que ponerle un reto en el futuro, en la federación deberían tener apuntado su nombre: Ernesto Valverde Tejedor. Subrayado.
Ya son 24 Copas en las vitrinas, una hasta sin jugarla, y otras tantas a las que no pudieron quitarle el polvo. El primer campeón de la historia de la Copa del Rey y el último desde la fecha. El Athletic vive en manada, posee un prodigioso rugido y ha sido el mayor depredador de esta cadena trófica. Es por algo que al león le llaman el Rey de la selva.
