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María Vicente, la atleta total

Decía Aristóteles, discípulo de Platón, maestro de Alejandro Magno y padre de la filosofía occidental, que los atletas más hermosos eran los que competían en pentatlón, actividad deportiva que englobaba en la Grecia antigua hasta cinco eventos diferentes: stadion (carrera corta), lanzamiento de jabalina, lanzamiento de disco, salto de longitud y lucha griega. “La belleza del joven consiste en tener un cuerpo útil para los ejercicios fatigosos, así los de carrera como los de fuerza, y que además resulte placentero de ver para disfrute (de los espectadores). Por tal motivo, los jóvenes más bellos son los que actúan en el pentatlón, ya que por naturaleza están igualmente dotados para los ejercicios de fuerza y de velocidad”, escribía el reputado filósofo en su ‘Retórica’.

Así pues, ya por el año 700 antes de Cristo esta disciplina (importantísima para el desempeño militar) formaba parte de los Juegos Olímpicos, y los atletas que participaban en ella eran muy considerados gracias a su versatilidad a la hora de competir en tan diferentes actividades. Fue la primera prueba combinada de la historia, y estuvo reservada casi en su totalidad para los hombres mayores de 20 años. “Un concurso tan complejo resultaba agotador para competidores de tan temprana edad”, explica Pausanias, aclamado historiador griego. Durante la época de más apogeo de los Juegos (siglos V y VI a.C), el pentatlón fue la competición más codiciada, pues alcanzar el éxito en ella implicaba acercarse el canon de la perfección y convertirse en el atleta total.

El pentatlón evolucionó al decatlón en los Juegos Olímpicos modernos, cuya primera competición se disputó en 1906, en San Louis (en esta edición también se inició la tradición de entregar medallas de oro, plata y bronce), pero adquirió su forma actual a partir de 1912. Al ser el doble de pruebas que en el pentatlón, pasó a celebrarse en dos días. Mucho tuvo que llover para ver una prueba combinada femenina en unos Juegos. La primera, el pentatlón femenino, no se celebró hasta 1964, en Tokio, donde también las mujeres pudieron competir por primera vez en un deporte de equipo, en este caso el voleibol. La primera campeona fue la soviética de origen ucraniano Irina Press, aunque fue acusada junto a su hermana de ser hermafrodita. No en vano, por aquella época las llamaban “los hermanos Press”. Se retiraron solo dos años después, en 1966, cuando las pruebas de verificación de género pasaron a ser obligatorias.

En 1981 el pentatlón femenino se amplió con dos pruebas más, pasando a llamarse heptatlón, inscrito oficialmente en el programa olímpico desde Los Ángeles 1984. 100 metros vallas, salto de altura, lanzamiento de peso, 200 metros, salto de longitud, lanzamiento de jabalina y 800 metros han sido las pruebas realizadas desde entonces, con la estadounidense Jackie Joyner como gran dominadora, logrando dos oros (Seúl y Barcelona) y alcanzando una plusmarca (7291) que dura 33 años y que parece imposible de superar. Solo dos mujeres más habían rebasado la barrera de los 7000 puntos, la última de ellas la sueca Carolina Klüft en 2007, hasta que la joven Nafi Thiam, belga de origen senegalés (y campeona olímpica en Rio con apenas 21 años) alcanzó los 7.013 puntos en 2017. Sin duda, es una de las grandes favoritas en los Juegos de Tokio que arrancan este mismo mes de julio.

Junto a ella, asomando la cabeza por primera vez en una cita olímpica, estará una mujer incluso más joven que aquella Nafi que sorprendió al mundo entero en Brasil. María Vicente (2001, L’Hospitalet de Llobregat) no solo es la joya y gran promesa del atletismo español, también es reconocida a nivel mundial tras batir todos los registros posibles (más de 50) en categorías inferiores y por un talento precoz que va dejando impronta en competiciones absolutas. Aunque no logró la mínima para sacar el billete directo a Tokio (el listón está en 6.420 puntos), sus actuaciones le han llevado a figurar decimotercera en el ránking mundial y por ende cumplir el sueño de disputar sus primeros Juegos. El dato que indica lo meritoria de su clasificación es que de las 25 primeras es la única nacida en el siglo XXI.

María será la primera española en competir en heptatlón en unos Juegos desde que lo hiciera Inmaculada Clopés en Atlanta (24º) y Sydney (no finalizó). A Australia llegó muy apurada, y es que solo nueve meses antes tuvo que ser operada de una condropatía rotuliana en la rodilla. Le dio tiempo a recuperarse e incluso batió su propio récord de España para estar en su segunda y última cita olímpica. “Ni los mismos fisios que me llevaban la recuperación se lo creían”, cuenta en una entrevista para la Federación de Atletismo. Hasta que llegó Vicente, fue la gran pionera de las pruebas combinadas en nuestro país, logrando el título de campeona nacional en 12 ocasiones y superando los 5.000 puntos hasta 47 veces en heptatlón.

Clopés instauró el récord español en 5.843 puntos apenas unos meses después del nacimiento de María, en junio del 2000. Dos años después lo batió María Peinado y en 2018 haría lo propio la castellonense Carmen Ramos al alcanzar los 5.905 puntos y proclamarse campeona nacional sub-23 en Soria. A Carmen le duró solo un año el registro, lo que tardó María Vicente en destrozarlo en un día mágico en el estadio Ryavallen de Boras. Aquella tarde, tras una espectacular remontada en la carrera de 800 metros, apretando los dientes bajo la lluvia, la catalana se hizo con el título de campeona de Europa sub-20, superó el récord nacional en cualquier categoría y se convirtió en la primera mujer española en superar la barrera de los 6.000 puntos (el mes pasado lo logró también la castellonense Claudia Conte, demostrando el potencial que encierra el heptatlón nacional).

Eso fue en 2019. Este año ya ha superado dos veces esa marca, dejando el listón en 6304 puntos. Los jueces griegos que ensalzaban la belleza y la perfección de los atletas del pentatlón en la Antigüedad habrían enloquecido con María en el Trofeo Zernieri Acciai celebrado en Lana (Italia). Hizo los 100 metros vallas en 13,62 segundos (mejor marca), hizo un salto de 1,77 metros (mejor marca), lanzó el peso a una distancia de 12,77 metros (mejor marca), corrió los 200 metros en 24,02 segundos y saltó hasta los 6,41 metros en longitud (dos de sus fuertes) antes de lanzar la jabalina hasta los 47,83 metros (mejor marca) y cumplir en los 800 metros. Una salvajada nunca vista en nuestro país y que ejemplifica con creces lo que los griegos denominaban el atleta perfecto.

Aristóteles, que creía a la mujer “débil por naturaleza” y sometida al hombre, debió estar en línea con las prohibiciones que impedían la competencia de las mujeres en los Juegos Olímpicos antiguos (bajo pena de muerte), más si cabe en las pruebas combinadas. Hoy se equiparan cada vez más las distancias y las pruebas en atletismo, y se discute si debería existir un decatlón femenino en lugar del heptatlón vigente. No es algo casual. Las mujeres llevan un siglo rompiendo tabús y dejando claro que no entienden de limitaciones y que, con las mismas oportunidades, son capaces de cualquier cosa. Como aquella María que fue engañada por su madre y acabó en una pista de atletismo en lugar de una butaca de cine. Desde la adolescencia ha llevado a la pantalla un deporte que, con dos pruebas menos, era considerado “no apto para hombres menores de 20 años”. Siete deportes en uno, con sus especificaciones, con sus entrenamientos personalizados, aunando fuerza, velocidad y resistencia. La atleta total.

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Alicante, 1991. Mi madre siempre me decía: "No sé por qué lloras por el fútbol, sino te da de comer". Desde entonces lucho por ser periodista deportivo, para vivir de mis pasiones (y llevarle un poco la contraria).

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