De jugador a entrenador. De entrenador a entrenador. De ídolo de la afición a ídolo. O mejor dicho: de motivador a motivador. Y siempre con la rojiblanca puesta, por dentro y por fuera. Defendiendo con garra y entrega esos colores, y que nadie se los toque. Los colores, digo. Si aún no se os han venido a la cabeza los nombres de las dos personas de las que estoy hablando es que poco entendéis el Atleti. Hablo de ellos, de dos personas que marcaron y siguen marcando, de una forma u otra, la historia del Atlético de Madrid: De Luis Aragonés a Diego Pablo Simeone.
Dos sentimentales, dos románticos, dos enamorados de ese deporte que tanto les ha dado tanto en lo profesional como en lo personal. Y que Luis vivía y Simeone sigue viviendo como pocos. Y en un club tan pasional como el colchonero nadie mejor que ellos para vivirlo desde dentro. Porque si uno, Luis, se involucraba y vivió con el Atleti los peores momentos del club, aguantó y lo defendió, vaya si lo defendió, “si el Atlético es el pupas, el resto, ¿qué son, el costras?”. El otro está viviendo el momento dulce tanto en lo deportivo como en lo institucional a base de constancia y trabajo porque como bien dice: “el esfuerzo no se negocia”.
Ambos son los entrenadores que más partidos han dirigido al Atlético de Madrid en Liga, difícil tarea la de desbancar a Aragonés de su puesto con 449 partidos desde el banquillo (en 11 temporadas completas y muchas idas y venidas). Pero si hay alguien que la afición quiere que esté ahí, luchando por ese puesto, ese es Simeone. Quién mejor que quien ha devuelto la vida al Atleti, pensará la afición. Los pensamientos son realidades, y los sueños, a veces también. Sin trabajo no hay resultados y por mucho que éstos no salgan como uno quiere, en momentos puntuales, no hay que dejar de creer.
Luis era de los que miraba a los ojos cuando hablaba, de los que no se cortaba a la hora de decir lo que se le pasaba por la cabeza. Y de los que sentían. Simeone también, se enroca cuando la conversación no va por el camino que él quiere y clava la mirada cuando habla. Y vive de la misma forma que su maestro el fútbol, con intensidad. Algunos como Paulo Futre se atreven a decir que “Simeone es un gran motivador, es un nuevo Luis Aragonés, da todo por el equipo”.
El liderazgo se lleva en la sangre, o tienes ese carácter o no lo tienes. Luis lo demostró, y el ‘Cholo’ lo sigue demostrando. Si hay una realidad es que los entrenadores y los jugadores están donde quieren estar. Y ellos han querido, quieren y querrán al Atlético de Madrid, desde el banquillo o desde el tercer anfiteatro.
Imagen cabecera: www.clubatleticodemadrid.com