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La nueva normalidad

Hace tiempo que la Selección española femenina entró en otra dimensión. Ya pocos se sorprenden si golea a un combinado como el de la República Checa, sin apenas jugadoras reconocibles. Pero hay que ver el trasfondo, el “de dónde venimos” para darnos cuenta de que en esta ‘nueva normalidad’ del cuadro de Jorge Vilda hay ya unos cimientos para pensar en cosas importantes.

No hace mucho, apenas un año y medio, que la Roja cayó por 3-0 ante Polonia. Fue en la Copa Algarve, un torneo amistoso pero de renombre, más teniendo en cuenta que solo unos meses después se disputaba el Mundial de Francia. En aquella dolorosa derrota Vilda hizo hasta diez cambios tras ganar a la vigente campeona de Europa, Países Bajos. Era un premio para las futbolistas menos habituales, pero se toparon con una selección atrevida que se colocó 3-0 en menos de una hora.

Aquel día pudo ser un punto de inflexión, porque desde entonces España no ha perdido con una selección a priori inferior, ni en amistosos ni en fase de clasificación hacia la Eurocopa, y las grandes potencias (Estados Unidos, Francia, Inglaterra) han sufrido para doblegar al combinado español, que se quedó cerca de meter en un lío a la mejor del mundo tanto en el Mundial como en la pasada She Believes Cup. Los números rumbo a la Euro son simplemente espectaculares: 13 puntos sobre 15, 22 goles a favor y solo uno en contra. De nuevo Polonia fue la única capaz de rascar un resultado positivo (0-0) aunque en Lublin quedo patente el cambio de cara de la Roja, sobre todo luciendo una defensa inexpugnable.

Jorge Vilda sigue dando oportunidades a las jóvenes en la selección. (FRANCK FIFE/AFP via Getty Images)

Así pues, si miramos desde el prisma actual, es totalmente normal que España ganara 4-0 a República Checa. También lo es que ya fuera ganando en menos de un minuto, que en poco más de media hora marchara 3-0 o que en realidad el resultado merecido hubiese sido una goleada histórica semejante a la de Moldavia. Tampoco empieza a sorprender que España firmara un partido tan completo con las numerosas ausencias en la convocatoria. En la plantilla faltaban Sandra Paños, Ona Batlle, Virginia Torrecilla, Amanda, Nahikari, Lucía García, Eva Navarro o Jenni Hermoso, todas por enfermedad o lesión. La mayoría de ellas habrían sido titulares en un partido de envergadura. Pero le bastó con una Alexia Putellas en plan estrella, unas explosivas Marta Cardona-Mariona y un centro del campo (Patri-Aitana) llamado a ser clave durante muchísimos años.

Incluso Vilda se llegó a permitir el lujo de dejar fuera a Esther González, máxima goleadora de la Primera Iberdrola, hasta que se cayó Jenni por un proceso vírico. España no tenía ni una sola delantera referencia en su lista y el seleccionador pasó de no convocarla a alinearla como titular. A los 50 y pocos segundos la ariete del Levante le respondía con un gran tanto de cabeza. En medio del espectáculo, a Vilda le dio tiempo a probar a Alharilla de lateral y dar minutos a jóvenes con mucho futuro como Athenea del Castillo y Nerea Eizagirre. Además, no convocó por decisión técnica a futbolistas de la talla de Laia Aleixandri, Ángela Sosa o Celia Jiménez, esta última poco rodada por la ausencia de competición en Estados Unidos.

Así pues, hay motivos para ilusionarse. Para, esta vez sí, soñar en grande. No después de este 4-0, al final previsible (y que sea previsible ya es un triunfo), sino de una trayectoria inmaculada que coloca a España entre las serias candidatas a llegar lejos en la Eurocopa de Inglaterra. El aplazamiento del torneo por el coronavirus deja un sabor amargo por las ganas de disfrutar de un nuevo torneo de selecciones en el fútbol femenino, pero todo indica a que en 2022 esta Selección llegará, si lo permiten las lesiones, en condiciones de derribar cualquier muro autoimpuesto. Esta ‘nueva normalidad’, el de una España ambiciosa y que cree en sí misma, ha venido para quedarse.

Imagen de cabecera: Fran Santiago/Getty Images

Alicante, 1991. Mi madre siempre me decía: "No sé por qué lloras por el fútbol, sino te da de comer". Desde entonces lucho por ser periodista deportivo, para vivir de mis pasiones (y llevarle un poco la contraria).

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