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Copa del Rey

La Copa de las sorpresas: Luchando contra el sistema

Cada año surge el mismo debate sobre si la Copa del Rey debería cambiar de formato, romper con los partidos de ida y vuelta y jugar eliminatorias a partido único como hacen en Inglaterra, Italia o Alemania. Que además, el sorteo no esté condicionado (que los Segunda B no tengan que enfrentarse sí o sí con un equipo Champions) y que el partido se dispute únicamente en terreno del más débil.

Porque este torneo podría ser mucho más atractivo de lo que es. Y si todavía lo sigue siendo es por la increíble ilusión que atesoran los equipos de menor categoría y que en muchas ocasiones logran igualar la superioridad de sus rivales. Lo que ha ocurrido en esta edición de Copa hacía tiempo que no se veía. Han sido los dieciseisavos más sorprendentes en mucho tiempo, una rebelión de los modestos en toda regla.

En octavos estarán Lleida, Formentera, Numancia y Cádiz. Y no han sido clasificaciones corrientes. Ni mucho menos. Cada caso es más alucinante que el anterior. Empezando por el equipo catalán, que perdió 0-1 en su estadio y perdía 2-0 en Anoeta a los 34 minutos. La eliminatoria parecía sentenciada, pero al descanso el vestuario estaba convencido de que se podía remontar: «No dejamos nunca de creer. Va de creer la cosa. Les podemos ganar. Ya les empatamos una parte y solo perdimos una. No paréis de correr, ¿eh? Estamos aquí para ser grandes», gritaba el técnico, Gerard Albadalejo. La primera ocasión que tuvieron en la segunda parte, entró. La Real se vino abajo y el Lleida bajó el balón y quiso jugar al fútbol. Tres minutos después, llegó el penalti. Y a tres del final, el gol de un chaval de 17 años que salía desde el banquillo. Habían eliminado a un equipo europeo remontando tres goles en contra.

 

 

El Lleida es undécimo en su grupo de Segunda B. El Formentera, decimocuarto, a solo tres puntos del descenso. Había logrado empatar a uno en la ida, pero el rival era el Athletic, equipo con una tradición copera incuestionable. Y era San Mamés. Y a los de Ziganda les valía el 0-0. Marcar era indispensable para estar en octavos, pero el resultado se mantuvo hasta el descuento, hasta el último minuto del partido. Hasta el 96, cuando el árbitro ya tenía el silbato casi en los labios para pitar el final. «Soñé que subía a rematar el último córner y la metía», le dijo el meta, Marcos Contreras, a Álvaro, el autor del gol que clasificó a los isleños. Una tierra más conocida en el mundo del fútbol por ser la elegida para las vacaciones de Neymar, Cristiano y compañía volvía a colocarse en el mapa dejando fuera a un club con 23 Copas en sus vitrinas. Lo hizo un equipo de mileuristas, con apenas un millón de presupuesto (por los 116 del Athletic) y cuyos jugadores (muchos de ellos) viven juntos por el alto precio de las viviendas.

 

 

Una categoría por encima están Numancia y Cádiz, pero tampoco fue fácil para ellos. Los de Soria, por ejemplo, tuvieron que remontar hasta dos veces un marcador adverso. En Los Pajaritos perdían 0-1 en el 92 y en el 95 ganaban 2-1 en una gesta que recordó a la Champions conquistada por el Manchester United ante el Bayern en 1999. El gol de Adrián en La Rosaleda a los 18 minutos volvía a dejar fuera a los de Arrasate por el valor doble de los tantos en campo contrario, pero en la segunda mitad llegó el empate y con ello la clasificación. Todo ello 21 años después de la hazaña de eliminar a tres equipos de Primera y caer ante el Barça de Cruyff en cuartos, empatando a dos en el partido de ida y haciendo sudar a los azulgranas. Entonces, el Numancia estaba en Segunda B. «Ves a la gente que se desplaza con el equipo, lo que representa el torneo en Soria, la verdad es que es un orgullo muy grande», decía Nacho, jugador del equipo numantino.

 

 

Lo del Cádiz no solo fue remontar el 1-2 encajado en la ida, en el Ramón de Carranza. El equipo de Álvaro Cervera anotó la friolera de cinco goles en el Benito Villamarín, cuatro de ellos en la primera parte, pese a sufrir el acoso constante de los béticos. Cada gol gaditano era respondido por los de Setién en un partido loco, sin centro del campo y que solo se jugó en las áreas. Con 2-2, y tras un golazo de Tello, llegaron dos goles más. Tras el descanso, el Betis asedió la portería de Yañez y tuvo más del 70% de posesión. Lograron el 3-4 y por momentos rozaron el empate, pero finalmente llegó el quinto para el Cádiz, que estará en octavos por segunda vez en tres años (todos recordamos el caso Cheryshev), poniendo la guinda a la Copa de las sorpresas. Y que sigan.

 

 

Alicante, 1991. Mi madre siempre me decía: "No sé por qué lloras por el fútbol, sino te da de comer". Desde entonces lucho por ser periodista deportivo, para vivir de mis pasiones (y llevarle un poco la contraria).

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