En el fútbol actual, cada vez más, se buscan jugadores especialistas en su demarcación en la realización en determinados comportamientos dentro del terreno de juego.
Un claro ejemplo ocurre con la demarcación de centrocampistas, donde existen infinidades de diferentes perfiles, cada uno de ellos con un objetivo y un rol distinto dentro del terreno de juego.
Centrocampistas de creación que te permitan sacar el balón de forma asociativa. Los famosos box to box, capaces de recorrer infinidades de kilómetros durante un partido. Los contenciones de perfil defensivo, con la única función de intentar robar el balón al rival. Y para finalizar, los centrocampistas de construcción, encargados de unir las diferentes líneas del equipo, con la finalidad de que el equipo “viaje” junto.
Sin embargo, en el panorama actual disponemos de un jugador capaz de unir todas las diferentes capacidades anteriormente mencionadas. Él es Kevin de Bruyne, actual jugador del Manchester City.
El belga es la piedra angular del centro del campo del conjunto inglés. Pep Guardiola tiene total confianza en él. Por ello, no es extraño ver cómo lo utiliza en diferentes roles y funciones dependiendo del partido.
Aunque su función principal sea la de darle sentido y coherencia a los ataques citizens, consiguiendo que los de Pep “viajen juntos”, en especial en fase ofensiva, De Bruyne tiene la capacidad de ir adaptando diferentes roles en función del desarrollo del partido.
Además de su adaptabilidad, el nº17 destaca por su inteligencia táctica y su habilidad en aplicar diferentes fundamentos individuales de la demarcación de centrocampista, e incluso de contención.
El belga sabe dónde, cómo y cuándo tiene que realizar los diferentes comportamientos tácticos individuales que se le requieren durante el partido.
Uno de los fundamentos que mejor ejecuta, hace referencia a “buscar un juego en progresión valorando el riesgo/beneficio de los pases”.
A pesar de que en muchas ocasiones la tipología de pases que realiza Kevin de Bruyne conllevan un alto riesgo para su equipo, el belga consigue ejecutarlos con éxito, provocando situaciones de un alto beneficio para su equipo.
Otra de las grandes virtudes del centrocampista, es la capacidad de generar sinergias con sus compañeros, consiguiendo así, multiplicar el rendimiento de ambos.
Este aspecto se está viendo reflejado de forma exponencial en la unión que ha formado con Erling Haaland. Desde la llegada del Noruego al conjunto inglés, hemos podido observar la perfecta sincronización que se ha producido entre ambos futbolistas.
La comunicación “no verbal” que existe entre ambos, a pesar del corto tiempo que llevan juntos, es fantástica. Gracias a ello, tanto uno, como el otro, saben cuándo deben de realizar las acciones para verse beneficiados.
Para finalizar, otra de las grandes virtudes del futbolista que está consiguiendo aportar tanto a su equipo, como a su selección, es el carácter ganador.
Tanto el Manchester City, como la selección dirigida por Roberto Martínez, son dos entidades sin historia competitiva en grandes eventos hasta el momento. Por ello, la inclusión de jugadores como De Bruyne permite hacer crecer a nivel competitivo tanto al conjunto inglés, como a la selección belga.
En conclusión, en un deporte como el fútbol donde cada vez más se prioriza la especificación del futbolista, la presencia de jugadores como Kevin de Bruyne consigue mantener la esencia del futbolista en su totalidad. Jugadores completos, con la capacidad de adaptarse y ofrecer un excelente rendimiento en función de las diferentes situaciones que se pueden ir produciendo durante un partido.