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Joe Ingles, el infravalorado

Escribo estas líneas con los Jazz en puesto de playoff. Y la
lógica dice que cuando el texto vea la luz, nada habrá cambiado. El duelo que
se disputará durante el lapso de tiempo irá desde la finalización y la
publicación del artículo, enfrentará a los Salt Lake City con Phoenix Suns, una
franquicia cuya lucha es, ahora mismo, la de perder la mayor cantidad de
partidos posibles en su persecución de mejorar sus previsiones en el próximo
draft.

Cuando arrancó la temporada casi nadie apostaba por los
Jazz. Recuerdo vídeos en la red y escritos varios en los que eran defenestrados
de antemano. Luego, las lesiones (en especial la de Rudy Gobert) respaldarían
los desalentadores dictámenes vertidos entonces sobre el equipo. Sin embargo,
no sé si por la simpatía que siento por los mormones, yo me negaba a darlos por
perdidos. Deseaba verlos peleando para entrar en las eliminatorias, pero es que
además me perseguía la sensación de que ese proyecto no podía quedarse a medias.
Hay escuadras a las que no les pega esconderse. La cuestión más bien era si con
lo que les quedaba les iba a dar. Porque la actitud ya viene de fábrica.

La marcha de Gordon Hayward, piedra angular sobre la cual
creció el grupo en el pasado reciente, dejaba huérfanos a los aficionados y a
la institución. Sin embargo, el impacto del que debiera ser coronado rookie del año, Donovan Mitchell, unida
a la solidez mostrada por un Ricky Rubio en su mejor versión y la seguridad que
transmite a sus compañeros un Rudy Gobert ya recuperado, han equilibrado en la
balanza lo perdido. Bueno, este trío que lidera la nave, Quin Snyder (un coach que sabe lo que se hace) y una
batería de complementos capaces de hacer bien su trabajo. De este último grupo,
destaca Joe Ingles.

El 22 de enero, el récord de la franquicia era de 19
victorias y 28 derrotas. Ante ese panorama, terminar la campaña lo más
dignamente posible era el pensamiento que se le pasaba por la cabeza a casi la
totalidad de la afición de los Jazz. Pero justo entonces, el interruptor hizo
clic. Tras el All-Star, Utah encadenó once victorias consecutivas para ponerse
con balance positivo y reengancharse a la pelea. Durante esos once duelos, los
promedios de anotación se dispararon de 105.3 a 112.3 puntos por noche y en
defensa pasaron a encajar 97.7 puntos por los 106.9 registrados
anteriormente. 

El éxito, claro, se puede atribuir a Donovan Mitchell,
jugador que recuerda por momentos a un joven Dwyane Wade, por cómo se mueve,
por sus recursos y por su determinación. También a haber recuperado la mejor
versión de Gobert tras su forzada ausencia, a la regularidad de Ricky o a la adquisición
de Jae Crowder (jugador que encaja como anillo a dedo en la filosofía mormona y
que ha elevado enormemente sus prestaciones desde que saliera de Cleveland). Además,
por descontado, se debería hablar del técnico. Pero una pieza en el engranaje
ha resultado básica para la maquinaria. En esa racha de once triunfos, Joe
Ingles promedió casi 16 puntos por partido y sus porcentajes en el triple se
dispararon a un fantástico 54 por ciento.

En la era del 3&D,
figura representada estos últimos tiempos por los Trevor Ariza, Danny Green,
Robert Covington y, por encima de todos, Klay Thompson (Kawhi Leonard, a pesar
de su mejoría en el lanzamiento exterior y ser el mejor defensor exterior de la
liga, no encaja en el molde porque abarca más que eso), surge el australiano
para aportar más equilibrio a los suyos. Su crecimiento también en el lado
menos brillante de la pista convierte cada ataque rival en una odisea. Hoy es pieza
vital en una columna vertebral defensiva de la que sobresalen sus aristas,
Rubio y, como ancla, Gobert.

Reconozco haber sido muy crítico con los Jazz cuando este
verano renovaron a Joe Ingles. El contrato me resultaba excesivo para un
jugador como él. Parecía más una maniobra para retener a Hayward (como lo fue
reclutar a Ricky) que un acto meramente deportivo. Es vox populi que Ingles era
uno de los mejores amigos de Gordon, de modo que su continuidad podía pesar en
la decisión final del alero. Me equivoqué. Y si no es así, con ese gesto,
Hayward hizo un último regalo a la que fue su familia durante sus primeros años
en la liga. Hoy nadie duda de Ingles. Extraño sería que no fuese recordado por
los encargados de votar el premio de jugador más mejorado de este curso (no
hablo de ganar, pues parece evidente que Victor Oladipo debe alzarse con el
galardón; ni de quedar entre los tres primeros, pero sí de que sea tomado en
consideración). Buena parte de lo que está ocurriendo con los Jazz y de lo que
ocurra en adelante, es responsabilidad suya. De Joe Ingles, probablemente el
jugador más infravalorado de la NBA.

Tenerife. Estudié sociología aunque siempre he estado vinculado al mundo de la comunicación, sobre todo haciendo radio. Deporte en general y baloncesto más a fondo.

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