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James Rodríguez: criticar al 10

Decía Saul Goodman que conocía a un tipo que conocía a otro tipo que conocía a otro tipo. Todos en nuestra vida hemos intentado ser como el abogado de Walter White, pero nos hemos quedado en poca cosa. Periodistas, como mucho. Para nuestros artículos, tenemos que cuajar el método de uno de los caraduras más icónicos de la historia reciente de las series de televisión. Él lo hacía para no verse envuelto en problemas con la justicia; nosotros por no recibir exabruptos en la próxima cena de amigos. Es mejor así.

James Rodríguez es un Diego Alatriste del fútbol: un jugador en peligro de extinción. Es una realidad. Él mismo lo reconoció en una entrevista para The Locker Room: “Hay muchos niños que ya no quieren ser 10. Muchos dicen que son extremos o que son 9. Yo soy medio, porque el fútbol ha creado eso. Ahora todos juegan 4-4-2 y pocos quieren ser 10. Ahora no hay. Los que lo son, son apartados por los entrenadores o son colocados en una banda. Ahora solo quieren jugadores rápidos, buenos en uno contra uno, que corran y centren”. Se nota la melancolía.

El colombiano no lo tiene fácil. El balompié se ha convertido en una fábrica de jugadores que tienen que alcanzar el notable alto en todo. Especialmente, en el apartado físico. La calidad en el control, en el pase o la visión quedan en un segundo plano. Ahí Rodríguez tiene las de perder. Su calidad está fuera de duda. Incluso en el Santiago Bernabéu, un coliseo que ha degustado a los mejores de este deporte, cualquier aficionado gozaba con su zurda de porcelana. Su problema, además de sus lesiones, ha sido, es y será su irregularidad. Y cuando el trequartista no tiene el día, al contrario que el centrocampista trabajador, se queda sin argumentos.

Ya nos perdonará el bueno de Goodman, pero conocemos a demasiados tipos, igual que muchos entrenadores, que se cansan del número 10 de turno con discursos vacíos. El mago de Cúcuta es el mejor ejemplo. Basta con un mal gesto o con dos malos pases para espetar que ya no vale nada. Solo unos pocos técnicos, como ha pasado con Carlo Ancelotti, valoran a los de esta estirpe. “Si quisiera a un jugador que corriera hubiera fichado a Usain Bolt, pero quiero a James. No le hemos fichado para defender”. Por ello, juega hasta lesionado. El italiano sabe que si recibe el cuero en buena posición, incluso cojo, puede desatascar un encuentro. Él solo tiene que cerrar los ojos en busca de inspiración. Como Don Draper para su anuncio de Coca-Cola. Asistencia y victoria. Solo había que creer.

Imagen de cabecera: PETER POWELL/POOL/AFP via Getty Images

Martorell (Barcelona), 1996. Periodista freelance. Amante del fútbol y loco por la Premier League. En mis ratos libres intento practicarlo.

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