Lo que pintaba como una temporada tranquila, sin apuros, se ha convertido en toda una pesadilla para el club del norte de Alemania. Termina la jornada 24 y a comienzos de marzo el HSV ocupa el decimosexto lugar con 20 puntos. Llevan 50 años de forma ininterrumpida en la máxima categoría y el famoso reloj del Imtech Arena podría estar apurando sus últimos minutos. ¿Por qué está en crisis? ¿Cómo puede salir el bache? Lo analizo en las siguientes líneas.
¿CÓMO HA LLEGADO EL HSV A ESTA SITUACIÓN?
En lo que se refiere a la organización y administración del club, el club ha sido un “desastre”. La alta cúpula del club no está formada por personas que sepan de la dimensión de esta entidad. Las ansias por beneficiarse económicamente sin saber en qué se invierte acaba pasando factura: se ficha mucho, mal y demasiado caro, además de sueldos altos. Todo esto provoca que no logren títulos ni clasificarse para competiciones europeas y, como colofón, no generan ingresos, sino pérdidas. El HSV registró en el último ejercicio deudas de casi 100 millones de euros y pérdidas de casi 10 millones. Sin éxitos deportivos, al club le cuesta cada vez más asumir sus gastos. Recientemente, Fink dijo que se pedían unos resultados que el equipo era incapaz de alcanzar, que se era demasiado exigente para el nivel que tenía la plantilla. La directiva comparaba al club con Gladbach, equipo que lucha por Europa, mientras que el nivel era más bien de mitad de la tabla.
Me centro ahora en la situación deportiva. Estamos a marzo y ya hemos visto 3 inquilinos en el banquillo: Fink solo duró hasta la 5ª jornada, Van Marwijk hasta la 21ª y, el último en llegar, Mirko Slomka será el que llegue a la 34ª, teóricamente. Del primero se criticaba su falta de entrenamiento táctico y del segundo, su poco compromiso, ya que seguía viviendo en un hotel e iba a Holanda cada fin de semana. Su forma de entrenar también dejaba mucho que desear, pese a que en sus primeras semanas el equipo mejoro considerablemente…
El HSV ha mejorado con Mirko Slomka en el banquillo | Getty Images
“EL EFECTO SLOMKA”
Sin embargo, Slomka, ha causado un impacto más positivo. Sus jugadores dicen que le pone “huevos”, así de claro. Quiere compromiso y entrega, que se luche de una vez, que se ganen el sueldo. Recuperó a Rajkovic y Jiracek, casi desaparecidos con Van Marwijk y mejoró el rendimiento defensivo (solo ha encajado dos goles en tres partidos, mientras que con el holandés Van Markwijk el balance en Bundesliga en 2014 fue de 13 goles encajados en 4 partidos. Cambio radical en apenas semanas).
Sin embargo, tras la leve pero necesaria mejoría, aparece Van der Vaart, desde hace tiempo más famoso por su vida privada que por sus actuaciones en el campo, diciendo lo siguiente: “Naturalmente que me he preguntado muchas veces que demonios hago aquí. Cualquiera tiene derecho a decir que fue un error volver, pero ahora estoy aquí y haré todo lo posible porque funcione”. Ha sido muy criticado por la hinchada hanseática por su falta de liderazgo y su poco compromiso con la causa, siendo de los que más cobra de toda la plantilla. Es el problema personificado de lo comentado en el párrafo anterior. Pinta a salida en el próximo mercado de fichajes.
Las lesiones han trastocado también los planes. Rajkovic se lesionó nada más volver, y, junto a Beister, causan baja segura hasta verano. Esto ha obligado al técnico alemán a probar nuevas formaciones y a introducir nuevos jugadores como Mancienne, que estaba en el ostracismo. Si Lasogga se lesiona, la delantera pierde potencial: Zoua no tiene el nivel necesario y Rudnevs está cedido en Hannover, tras una nueva calamidad de la dirección deportiva. Calhanoglu aparece en el horizonte como el próximo jugador-emblema del club.
LAS FINALES
Por último, y no menos importante, el calendario. Se vienen 3 partidos que serán decisivos para las aspiraciones de mantener la categoría: Nürnberg, Stuttgart y Freiburg. El HSV debería, como mínimo, sacar 6 puntos de esos 9 posibles. Su condición de local ante Nürnberg y Freiburg les da ventaja y es necesario para acercarse y distanciarse de sus rivales. La salvación pasa por esos partidos porque más adelante se vienen duelos contra equipos, netamente, superiores donde las probabilidades de victoria serán más bajas. De todas formas, ganar en Hamburgo nunca ha sido tarea sencilla.
El tiempo se agota y va en su contra. La fase decisiva ya ha empezado y un fallo se paga caro. Llegó la hora de la verdad. 10 partidos. 10 finales. Que empiece el juego.
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