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Faas Wilkes, el ídolo de Johan Cruyff

“Di Stéfano sabía todo acerca de cómo utilizar el espacio en el campo. Igual que Faas Wilkes, que era un regateador magnífico. Empezaba en el centro del campo y superaba a cuatro o cinco contrarios. Increíble. Cuando él volvió a Holanda fue cuando pude comprender lo que podía conseguir un holandés en el terreno de juego”.

Las estatuas de Johan Cruyff, autor de estas palabras, junto a las de van der Sar, Hanegem, Krol, Rijkaard, Neeskens, Keizer, Gullit, van Basten, Lenstra y la del mítico seleccionador Rinus Michels dan la bienvenida al visitante en la sede de la Federación neerlandesa de fútbol en Zeist. El denominado mejor once del siglo de los Países Bajos lo completa precisamente el protagonista del párrafo precedente, extraído de la biografía de Cruyff: Servatius ‘Faas’ Wilkes. El primer ‘Tulipano volante’, el ídolo del mítico catorce naranja, uno de los mejores jugadores de su época y por ende, también de todos los tiempos.

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Tras hacerse un nombre en la época del amateurismo neerlandés en las filas del Xerxes Rotterdam -hoy refundado, renombrado y participante de la sexta categoría del fútbol holandés en el humilde estadio que porta su nombre- la trayectoria de Faas Wilkes estuvo marcada por varias finas casualidades y por una esquiva puntualidad imperecedera que es el único motivo que le ha impedido, fuera de los Países Bajos, ser recordado con el paso de los años como uno de los grandes futbolistas del pasado siglo XX.

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Wilkes llegó pronto a un Inter (que ya tenía en plantilla a otros dos legendarios extranjeros como Nyers y Skoglund) en el que se le escaparon dos Scudetti en la última jornada y que tras su marcha se alzaría con el mismo número de ligas de forma consecutiva, llegó tarde al Torino post-Superga en el que se rompió el menisco y solo pudo anotar un gol en doce partidos (precisamente al Inter) antes de firmar por el Valencia (fundado en el bar Torino) inmediatamente después de un amistoso de verano en el que la dirigencia del club che, y también la platea de Mestalla, quedaron prendado al instante de las virtudes del por entonces futbolista granata.

“Era único. El Inter nunca debió dejarlo ir.” Benito Lorenzi, mítico delantero centro del Inter (1947-1958) y excompañero de Wilkes en el conjunto lombardo

Wilkes venía de una temporada discreta marcada por una grave lesión y tenía ya 30 años cumplidos, pero a Luis Casanova Giner no le importó asumir el gran traspaso del neerlandés, ni siquiera en una época en la que el club se había endeudado excesivamente debido a la enorme reforma y ampliación de Mestalla, de la que se dice que los abonos ofertados a quince años para sufragar parte de la obra fueron vendidos en buena medida por la presencia del juego eléctrico del neerlandés, el principal acicate y financiador de la ampliación de la tribuna principal cubierta.

Es curioso que el palmarés de un jugador tan legendario en un país tan crucial para la historia del fútbol europeo solamente esté adornado por una Copa del Generalísimo en la que ni siquiera pudo participar por ser extranjero. Y no uno cualquiera, sino el primer extranjero de la historia del club che. Y es que la llegada de Wilkes a Valencia tenía un objetivo claro, más allá del puro placer de verle regatear y encarar el arco rival dejando jugadores rivales a su paso.

Ese motivo no era otro que competir directamente con los otros dos mejores futbolistas del mundo en aquel momento, contra el FC Barcelona de Kubala -quien unos años atrás había probado con el Torino donde después jugaría un Wilkes que en su primer duelo contra los culés dejaría sentado con un regate al mito húngaro- y contra el Real Madrid de Alfredo Di Stéfano -parte, con Millonarios de Colombia, de la primera expedición de un equipo de fútbol, de las cientos que vendrían después, que se concentraría en el mítico restaurante La Pepica, en el que Wilkes viviría durante su estancia en Valencia y en el que nombres como Ernest Hemingway, Ava Gadner u Orson Welles disfrutaron de sus célebres paellas-.

“Yo vi jugar a Pelé, a Di Stéfano y a Kubala, pero lo de Wilkes era otra cosa: elegancia, reprís, imaginación, cambio de ritmo…”. Así definía el expresidente Luis Casanova Giner al internacional holandés que él mismo fichó

Los títulos nunca le sonrieron, pero su estancia durante tres temporadas en Mestalla fue propia de una estrella, lo que Wilkes era y fue. En su primera temporada jugó 28 partidos y anotó dieciocho dianas -solo por detrás de Di Stéfano (29) y Kubala (24) en la tabla de máximos goleadores-, en la temporada 1954/55 realizó once goles en diecinueve partidos, y en su última campaña en Valencia marcó nueve tantos en quince partidos disputados, para un total de 38 goles en 61 partidos sin ser en absoluto un goleador puro, pese a su elegante planta de 190 centímetros. El Valencia acabó tercero, quinto y sexto en aquellas tres Ligas.

La popularidad de Faas Wilkes era tal que en Valencia se popularizó la frase ‘Què fas, Faas?’ a modo de gracieta y chascarrillo habitual y al mismo tiempo, denotando la imprevisibilidad del fútbol practicado por el holandés sobre el césped; mientras que en Holanda se lanzó en aquella misma década un cómic que alcanzó una gran notoriedad, protagonizado por un futbolista llamado Kick Wilstra, la mezcla perfecta de Kick Smit, Faas Wilkes y Abe Lenstra, posiblemente los tres mejores futbolistas neerlandeses que nunca jugaron en ninguno de los tres grandes actuales del país. Muestras suficientes de su enorme calado y relevancia entre los aficionados de su época y en la cultura popular contemporánea.

«Faas fue el mejor jugador con balón que he visto nunca. Una especie de malabarista. No solo era el mejor regateador del mundo, sino también el más elegante. La tribuna principal de Mestalla debería llevar su nombre. El Gran Mestalla nació en esos años porque todo el mundo quería ver los regates de Wilkes». Tonín Fuertes, compañero de Wilkes durante sus tres temporadas en el Valencia

Un físico ya castigado le obligaba a disputar menos partidos por curso a cada temporada que pasaba, por lo que en 1956 Wilkes regresó a casa para jugar dos campañas en las filas del VVV-Venlo. Esa fue, precisamente, la época ya tardía de su trayectoria en la que Cruyff quedaría cautivado de su fútbol. Tanto le querían en Mestalla que se planeó jugar un amistoso para despedir por todo lo alto al ídolo holandés y acabaron disputándose cuatro por la gran demanda del público.

Foto | Archivo Marca

Ya en la cuesta abajo de su legendaria trayectoria, Wilkes volvió a Valencia en 1958, pero esta vez para jugar en las filas del Levante, en una Segunda División en la que una de las grandes estrellas de su tiempo visitaría campos tan alejados de la élite como el del San Fernando, el Eldense, el Extremadura o el Atlético Ceuta. El Levante pagó por Wilkes, a sus casi 35 años, la nada despreciable cifra para la época de un millón de pesetas. Un desembolso gigante para un equipo que debía luchar por el ascenso.

El talentoso atacante holandés ya navegaba por sus años de declive y pese a ello logró realizar 13 dianas en 25 partidos, e hizo que en su debut el Estadio de Vallejo registrase el récord de taquilla de toda su historia, con aficionados valencianistas infiltrados incluidos, deseosos de volver a ver de cerca a su antiguo ídolo aunque fuese con los colores del rival ciudadano.

Tras un curso como levantinista en el que el club rozaron el ascenso pero en el que cayeron en la promoción ante la UD Las Palmas, Wilkes se marchó al Fortuna Sittard, donde siguió haciendo goles y dando espectáculo durante tres años antes de cerrar un círculo regresando por un par de años más al Xerxes, en la segunda neerlandesa, para retirarse a punto de cumplir 40 años con la misma camiseta que le vio debutar. Era 1964, el mismo año en el que Cruyff debutaría con el primer equipo del Ajax.

El paso de las décadas y la eclosión del gran fútbol holandés que tendría su germen justo cuando Wilkes se retiró – de nuevo aquí la evasiva coyuntura histórica que marcó su carrera-, opacaron el relato posterior de una leyenda de la Oranje –marcó 35 goles en 38 partidos como internacional y el es quinto máximo goleador histórico tras van Persie (50 en 101), Huntelaar (42 en 76), Kluivert (40 en 79) y Bergkamp (37 en 79) e igualado con van Nistelrooy (35 en 70)- y de un tótem del valencianismo, hasta el punto de que muchos de los más veteranos aficionados del Valencia seguirán diciendo siempre que, junto a Kempes, el gran Servaas ‘Faas’ Wilkes ha sido el mejor futbolista extranjero que ha pisado el club che. Por mucho que hayan pasado ya más de seis décadas desde que Mestalla tuvo que construirse una grada más grande para que todos pudieran ver sus regates.

Sevilla. Periodista | #FVCG | Calcio en @SpheraSports | @ug_football | De portero melenudo, defensa leñero, trequartista de clase y delantero canchero

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