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EURO’18: Entre el éxito portugués y el fracaso de los grandes

Concluyó la UEFA Futsal Euro de Eslovenia
2018 con el triunfo de Portugal,
que se une en el palmarés a España, que cayó en el último minuto de la
prórroga, Rusia, tercera, e Italia, que cayó estrepitosamente en fase de
grupos. Sin embargo, este Europeo nos deja mucho que analizar y sobre todo una
duda flotando en el ambiente: ¿Adónde se dirige el fútbol sala?

Ricardinho, líder
absoluto de una gran generación

La selección portuguesa partía en
un segundo escalón, tras las favoritas de siempre. Pesaba la condición de
endeble, de equipo vistoso que golea en fases de grupo pero que, a la hora de la
verdad, caía en las primeras eliminatorias contra selecciones menores. Otra
losa era el hecho de tener excesiva dependencia de Ricardinho, que creaba y
finalizaba todas las jugadas. Y aún más dudas: su mejor socio, el pívot Fernando Cardinal, causaba baja por
lesión.

La fase previa cumplía el guión esperado para los lusos. De los
ocho partidos de la primera fase, los dos de Portugal fueron los más agradables
en cuanto a juego. Los de Jorge Braz proponían un juego ofensivo donde destacaba
O Magico sobre todos. Y llegaron los
cruces. En cuartos, Azerbaiyán (que venía de perder únicamente por 1-0 ante
España) se ponía por delante en el primer minuto. Muchos torcían el gesto. “¿Lo
ves?”, decían. Pero en un partido increíble, Portugal enseñó sus credenciales y
en un vendaval ofensivo terminó imponiéndose 8-1. En semifinales ante Rusia y
en la gran final ante España, el conjunto volvió a levantar marcadores
adversos.

Bruno Coelho, Bota de Plata con 6 goles y 3 asistencias, se
convirtió en protagonista inesperado: dos goles en  semifinal y otros dos en la final. Y por
supuesto Ricardinho, MVP del torneo y
Bota de Oro (7 goles y 4 asistencias), superó con 22 dianas el récord
histórico de las fases finales que tenía Eremenko (20).

¿Qué falló en España?

Se podría resumir en la mala
suerte de la final, donde hubo hasta tres palos, se perdonó un doble penalti
que hubiera supuesto el 1-3 a tres minutos del final y donde los árbitros
pudieron pecar de parciales a favor de la “débil” Portugal, pero sería
engañarse.

España estuvo lejos de su nivel
real en todo el torneo. La convocatoria,
convulsa, con jugadores recién salidos de lesión y otros no convocados por
motivos extradeportivos. Una vez en faena, el partido inicial ante la debutante
Francia (4-4) supuso un mazazo del que España nunca se sobrepondría del todo.
Nadie esperaba fallar ante una debutante. Los 1-0 ante Azerbaiyán y en cuartos
ante Ucrania, dos selecciones menores, no hacían presagiar nada bueno.

En semifinales hubo mejoría ante
Kazajistán, pero se tuvo que llegar a los penaltis para alcanzar una nueva final, la novena en once ediciones.
Y aunque La Roja no solo compitió
sino que fue mejor en muchos tramos del encuentro, el balón fue justo en cuanto
a méritos globales y entró más veces en la portería de Paco Sedano que en la de
André Sousa. Con más de dos años hasta el próximo Mundial, cuatro hasta el
Europeo, una plantilla con 30 años de media y un seleccionador que finaliza
contrato en junio, quizá sea el momento de una renovación a todos los niveles.

España no fue la única:
El fracaso de las grandes favoritas

Entre España (7), Italia (2) y
Rusia (1) se repartían hasta la fecha todos los Europeos disputados desde 1996,
año de la primera edición. Rusia, cuyo
único título data de 1999, nunca dio la sensación de estar metida en el
torneo. Más allá de un Sergei Skorovich cada vez más cuestionado
(nacionalización exprés de brasileños que ni siquiera compiten en Rusia a costa
de jóvenes talentos rusos que han visto el ridículo desde su casa, métodos
demasiado tradicionales, dos rotaciones fijas de cuatro jugadores sin capacidad
de innovación en momentos puntuales…), la mayoría de los jugadores han rendido
por debajo de su nivel. Dos empates, una pírrica victoria ante Eslovenia
(anfitriona pero dos escalones por debajo en cuanto a calidad) y una derrota
ante Portugal. Únicamente 7 goles anotados en 5 partidos, muy poco bagaje para
un equipo construido para ganar.

Italia fue peor. Desde que conquistase su segundo título en 2014,
la azzurra ha ido en caída libre. En
el Mundial de Colombia 2016 cayó en octavos ante Egipto. En esta ocasión ni
siquiera pasó la fase de grupos. Un empate ante Serbia y una derrota frente a
Eslovenia la dejaron fuera de las eliminatorias. Demasiado poco, pese a que Menichelli
dijo tras la eliminación que no pensaba dimitir. El país transalpino necesita rejuvenecer
la plantilla si quiere volver a aspirar a las medallas.

¿La Euro más floja de
las once ediciones?

Un debate que se ha mantenido
desde el primer encuentro hasta el último. ¿Ha subido el nivel de la clase
media, o ha bajado el de las favoritas? Países como Azerbaiyán o Kazajistán han
aprovechado los brasileños nacionalizados para destacar y abrirse hueco entre
las grandes. Otros, como Serbia o Eslovenia, se han servido de una buena
generación para colarse en las eliminatorias a costa de selecciones en
principio más potentes.

Cuando el nivel se equipara, el
que sale perjudicado es el espectáculo. Las menores se aplican tácticamente,
reculan y defienden en 20 metros para evitar goleadas. No solo eso, sino que
muchas veces terminan por obtener buenos resultados ante rivales teóricamente
mayores. Y esto, más allá de sensaciones, se apoya en los números.

La media de goles de esta Eurocopa ha sido de 4’55 por partido. Un
total de 91 goles en 20 partidos, incluyendo dos prórrogas, la goleada
histórica de Portugal en cuartos y los dos empates de España (a cuatro contra
Francia y cinco contra Kazajistán). Si quitamos estos tres encuentros – aunque
sea un poco “tramposo” por nuestra parte − la
media bajaría hasta 3’76 goles por partido. Sin ir más lejos, en la Euro’16 la media fue de 6’45 goles,
casi dos goles más por partido. No solo eso. Nunca en la historia había
terminado una Eurocopa con menos de cinco goles por partido, llegando a
superarse los seis en tres ediciones.

La propia España, que había sido campeona en anteriores ediciones con
una media de un gol en contra por partido (2001 y 2010) y por debajo de dos en
otras seis ediciones (96, 99, 03, 05, 07 y 12), ha recibido doce goles en cinco
encuentros, esto es, 2’4 goles de media. Y eso gracias a que dejó dos veces el
marcador propio en cero. Demasiados para una selección construida desde la
defensa, con alas defensivos como Pola y
Lin como los más destacados, y el mejor portero del mundo en 2017 bajo
palos.

Las cifras no mienten. Y éstas nos dicen que si no hemos visto la
peor Eurocopa, sí ha sido la menos entretenida. Se cierra el telón hasta dentro
de cuatro años. Enhorabuena Portugal.

Amante del fútbol-sala, hincha del Fulham y 'kloppista' a tiempo completo. Un día comencé a escribir por placer y ahora no puedo dejarlo.

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