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El sueño de Richarlison

Hay futbolistas que han nacido para jugar en la Champions League. Richarlison es el mejor ejemplo: el brasileño, desde que llegó a Europa, fue amoldando sus pasos, poco a poco, para oír la música celestial de la competición de las estrellas. Lo consiguió hace una semana con el Tottenham. Cuando la cámara pasó por delante de él, en la presentación, su lenguaje corporal lo decía todo. Tenía más ganas que nadie.

Su llegada al Everton, tras su paso fugaz por el Watford, tenía que otorgarle esa oportunidad que anhelaba con ahínco. Sin embargo, en Goodison Park estaban más pendientes de firmar a futbolistas a precio de oro que en forjar un proyecto estable. El brasileño se tuvo que acabar conformando con salvar la categoría. A final de curso, tras la fiesta final de los toffees por mantenerse en la Premier League, estaba obligado a moverse.

Aterrizó en Londres y ahí le esperaba Antonio Conte. Palabras mayores. El italiano parece haber salido de una película mala; de esas que te puedes mirar un sábado de verano después de comer: parece despiadado, vocifera y no para quieto. Cada vez que le enfocan da la sensación de que protagoniza un guion a la perfección. Pero eso no es óbice para que sus equipos rocen la excelencia.

¿El problema? A Richarlison le estaba costando entrar en el once. Es normal: Harry Kane y Son Heung-min son fijos. El otro extremo, en ese 3-4-3 tremendo, es un Dejan Kulusevski que también casa a la perfección con todo lo que le demanda su técnico. Solo quedaba ser paciente y ganarse un hueco con los minutos que le daba su entrenador desde el banquillo. La oportunidad le llegó en la máxima competición continental. «Recuerdo que cuando lo fichamos dijo que no podía esperar a escuchar la música de la Champions League y jugar en este torneo. No son muchas palabras, pero son palabras importantes para mí», aseguró Conte en rueda de prensa.

Terminó su primer envite anotando un doblete que le dio el triunfo a su equipo. Richarlison, después del choque, no pudo contener las lágrimas. Fue uno de los nombres propios de una competición que hoy nos seguirá ofreciendo grandes momentos. Para el ariete, es el final de un wéstern repleto de sinsabores: ha pasado de vender helados en la calle a cumplir su sueño.

Imagen de cabecera: @Spurs_PT

Martorell (Barcelona), 1996. Periodista freelance. Amante del fútbol y loco por la Premier League. En mis ratos libres intento practicarlo.

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