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El inicio de la dinastía patriota (Super Bowl XXXVI)

Los New England Patriots fueron durante décadas el patito feo del deporte profesional del Estado de Massachusetts. Llegados a principios del siglo XXI, los Pats no le llegaban a suela a sus vecinos Bruins (NHL), Red Sox (MLB) ni mucho menos a los Celtics (NBA). La ciudad de Boston sabía lo que era festejar un título nacional en todos los grandes deportes estadounidenses excepto en fútbol americano. Hasta el 3 de febrero de 2002.

La trigésimo sexta edición de la Super Bowl fue la primera que se celebró en febrero. Hasta entonces se disputaba el último domingo de enero, pero todo eso cambió el 11 de septiembre de 2001. Los atentados que cambiaron al mundo afectaron también a la NFL.

Los ataques del 11-S se produjeron apenas dos días después del inicio de la temporada de 2001. En plena conmoción lo sucedido en Nueva York, Washington DC y Pensilvania, la NFL decidió aplazar la segunda semana de competición, programada para el 16 de septiembre, al día 23. Como consecuencia, el resto de jornadas también se movieron una semana, Playoffs incluidos. El Super Sunday de la Super Bowl se vio desplazado al primer fin de semana de febrero. El calendario de la NFL se ha mantenido así desde entonces.

La gran final iba a estar marcada por un fuerte sentimiento estadounidense. El logo del partido fue la silueta de los Estados Unidos con el XXXVI bien grande con los colores de la bandera yanqui. Jugase quien jugase, la SB36 iba a ser especial. De todas formas, los equipos que se iban a diputar el trofeo Vince Lombardi iban a estar a la altura.

Por un lado, los New England Patriots. Estaban liderados por un QB de segundo año que se había hecho con la titularidad en la famosa segunda jornada pospuesta tras una grave lesión del hasta entonces líder del equipo, Drew Bledsoe. Ese quarterback se llamaba Tom Brady.

En el otro lado estaban los St. Louis Rams. Un ataque inolvidable. Era, simplemente, el mejor equipo de la NFL. Les llamaban The Greatest Show on Turf, por algo sería. Las cabezas visibles eran el QB Kurt Warner y el RB Marshall Faulk. Entre los dos se habían adjudicado los tres últimos MVP. Si a eso le sumas que venían de ganar la Super Bowl apenas dos años antes, los de Misuri eran los claros favoritos.

El primer cuarto fue dominado por los Rams. Era lo esperado: tenían mejor equipo y más experiencia. Una superioridad que no pudieron plasmar en el marcador. No lograron acercarse a la end zone de los Patriots y un simple field goal fue todo lo que pudieron anotar. 0-3 al final del primer cuarto. En el segundo, el guion fue similar, pero esta vez sin anotación: el kicker Jeff Wilkins erró un FG del que se acordarían al final del partido. Y llegó la sorpresa.

Cerca del ecuador del segundo cuarto, en la yarda 39 de su equipo, Kurt Warner se disponía a enviarle el ovoide a su receptor favorito, Isaac Bruce. El QB cogió el balón, vio a Brice, apuntó, lanzó… y el pase fue interceptado. El CB Ty Law salió a toda velocidad y llegó a la zona de anotación de los Rams sin oposición. Primer touchdown de la noche y ventaja para los Patriots. Para rematar la faena, a falta de 36 segundos para el descanso New England logró otro TD. Tom Brady para David Patten. Ver para creer: los Patriots mandaban 17-3 antes de la actuación de U2.

En el tercer cuarto, la única anotación también corrió a cargo del conjunto patriota. 20-3 a falta de un solo cuarto. ¿Se iban a rendir los Rams tan fácilmente? En absoluto. El explosivo ataque misuriano tardó en aparecer, pero lo hizo. Primero, Warner se encargó personalmente de lograr un TD de carrera. Y a falta de 1:37, el dos veces MVP encontró a su compañero Ricky Proehl en la zona de anotación. Touchdown y partido empatado.

Brady tenía poco más de un minuto por delante para liderar el drive ganador. Sin tiempos muertos, había que gestionar bien el tiempo. Mucha presión para un QB de segundo año y que había sido elegido en la sexta ronda del Draft. El 12 de los Pats logró tres primeros downs, pero no pudo acercarse siquiera a la red zone de los Rams. Con 30 yardas aun por recorrer y con únicamente siete segundos por jugarse, Brady hizo un spike para detener el reloj y que saliera el kicker, Adam Vinatieri.

Vinatieri, al que las cámaras enfocaron en cuanto los Patriots entraron en el field goal range, estaba ante el chut de su vida. Nunca había fallado un FG jugando en estadios cubiertos en seis años de carrera y ahora no podía permitirse el lujo de errar el tiro clave. Vinatieri pateó el balón desde 48 yardas… y entró por el centro de la portería. 3, 2, 1… final del partido.

Se confirmó la sorpresa en el Superdome de Nueva Orleans. En el mismo escenario en el que habían perdido sus dos primeras finales de NFL, los Patriots acabaron con el show más grande visto en un emparrillado. Fue el fin de la era de los St. Louis Rams y el inicio de la tiranía de los New England Patriots. Casi dos décadas de la mano del binomio Brady-Belichick. Se dice pronto.

Periodismo UCM. NBA en @SpheraSports y Sporting en La Voz de Asturias (@sporting1905).

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