“Estamos hablando de un chico por el que se ha interesado media Serie A. Yo me he opuesto absolutamente a su cesión porque quiero trabajar con él, he visto su potencial, no solo físico, también en cuanto a su personalidad. Es el futuro, pero también es el presente”. Con esa frase de Antonio Conte, pronunciada a principio de la temporada, se entiende mucho mejor por qué Alessandro Bastoni ha contado con tantos minutos, en términos de cantidad y calidad, dentro de la dinámica de un Inter de Milán que cuenta en plantilla con centrales tan contrastados como Stefan de Vrij, Milan Skriniar o Diego Godín, a quien Bastoni ha desplazado en muchas ocasiones del once titular. Palabras mayores.
El Inter
acabó pagando en su momento 31 millones de euros por un central zurdo que firmó
por el conjunto nerazzurro cuando contaba con 18 años recién cumplidos y
apenas había disputado un partido al completo previamente en la élite del
Calcio en las filas de la Atalanta. Y es precisamente su origen, su aprendizaje
y desarrollo dentro de la maravillosa cantera de la Dea, el que explica
en parte esa arriesgada decisión, ya que, más allá de sus evidentes aptitudes,
Bastoni es un central 100% marca Atalanta por las actitudes que demuestra sobre
el campo: la alta agresividad en la anticipación, la valentía para jugar con
muchos metros a su espalda y el atrevimiento para superar líneas a través del
pase vertical y de la conducción.
Lo que
más llama la atención cuando uno ve a Bastoni es el tipo de zonas que más pisa
durante los partidos para, desde su audaz posicionamiento, avanzar con la
pelota, alzar el bloque, acortar el campo hacia delante y avivar la presión en
la mitad opuesta, interviniendo, en muchas ocasiones, más arriba de lo que logran
hacerlo los delanteros rivales cuando el Inter hace prevalecer su idea de
juego. Una capacidad muy llamativa que se está convirtiendo en norma dentro de
la estructura de Conte y con la que los nerazzurri buscan establecer su dominio desde su
presión alta y su trabajada activación tras pérdida, la cual tiene sus cimientos en sus centrales, donde uno de los
tres queda siempre al pendiente de las coberturas y los otros dos acuden al
anticipo. Especialmente en el caso de un Bastoni muy capacitado para
cortocircuitar también por arriba los intentos de salida en largo del rival y
que es quien mejor entiende este aspecto tan relevante para el plan colectivo.
El
jovencísimo futbolista de Casalmaggiore, internacional con Italia en todas las
categorías inferiores desde la sub-15 hasta la sub-21, es un central muy
completo y con pocas debilidades, que ha
encajado de maravilla en el sistema de tres centrales de Conte, donde se siente
protegido y donde, al mismo tiempo, tanto exalta sus virtudes. Bastoni es alto
y corpulento, poderoso por alto, muy desenvuelto con el balón en los pies,
especialmente cuando juega de cara, con un notable y certero pase vertical y un
interesante desplazamiento en largo con su pierna zurda, muy efectivo a la hora
de encimar y no dejar girar a su marca, va bien al suelo pese a sus 190
centímetros de altura y no es excesivamente rígido en el giro, aunque tenga que
lidiar en cada lance de este tipo con su envergadura y con el hecho tener que
intervenir, normalmente, muy lejos del arco de Samir Handanovic sin ser
demasiado veloz a campo abierto.
El propio
Conte daba también la clave sobre el principal aspecto a mejorar en su juego: Bastoni
todavía tiene que convertirse en un central con más oficio en el apartado
puramente defensivo. Es decir, a la hora de ocupar espacio con los brazos en
los duelos para ganar la posición, de hacer una falta táctica, de marcar su
territorio, de imponer su carácter, de manejar el juego subterráneo, de ganar
en liderazgo. En este mismo sentido, otra de las características que le quedan
por pulir es la capacidad para saber aguantar la posición en determinados
momentos, esto es, ganar en una mejor lectura situacional sobre cuándo acudir o
no al hombre que tira el apoyo, para así no dejar tras de sí jugosos huecos que
una eventual ruptura del atacante que trace el desmarque hacia esa zona pueda
aprovechar con mucha ventaja espacial posterior para maniobrar.
Cuestiones
que, a buen seguro, llegarán a medida que gane en veteranía. Bastoni tampoco es
especialmente explosivo para corregir, por lo que su técnica defensiva y el
buen manejo de su connatural y agresivo posicionamiento, sumado a todo lo que
puede aportar desde el momento en que recibe el balón en términos de metros
ganados o de creación de líneas de pase, serán fundamentales para afianzar una
trayectoria a la altura de las expectativas de su talento. Sus facultades le
convierten en un central muy por encima de la calidad media de otros nombres de
su generación como Gianluca Mancini, Andrea Cistana, Filippo
Romagna o Kevin Bonifazi, y con un potencial incluso mayor que el que en su día
tuvo un futbolista similar, por perfil y condiciones físicas, como es Alessio
Romagnoli, el central zurdo más asentado que ha dado Italia desde un Giorgio
Chiellini que aún busca un sustituto de plenas garantías en clave azzurra.
En cuanto
a la salida con la pelota desde los primeros pases, ya hemos hablado de su
fantástica zurda para iniciar, para filtrar, para verticalizar, para cambiar la
orientación del juego o activar a las piezas más alejadas en largo y, en
definitiva, para unir la defensa con el ataque de manera cohesionada y
recurrente. Su educado pie y poder contar con un central de sus características
que además juegue en su perfil natural en la izquierda le da una gran fortaleza
al Inter en su crucial construcción desde atrás. Bastoni ha declarado
fijarse mucho en los centrales de Pep Guardiola y ha tenido muy claro desde el
inicio de su carrera la enorme y creciente importancia que está viviendo su
posición en términos creativos, a la hora de cuidar el balón, de construir y
afianzar el dominio sobre los partidos y sobre el rival desde la misma fase de
inicio.
De hecho,
en la idea de Conte en esta su primera campaña al frente del Inter, la fase de
inicio, absolutamente decisiva en su forma global de entender el juego, casi siempre
se erige desde el costado izquierdo en el que se desempeña el propio Bastoni,
para atraer atenciones desde ahí a través del juego asociativo en corto y, una
vez superada la primera o la segunda línea de presión del rival, encontrar
espacios más jugosos al otro lado y potenciar la entrada de un Antonio Candreva
por el carril derecho ya bien metido en la mitad de campo del rival, las
llegadas hasta el balcón del área de Matías Vecino o de Nicolò Barella, o los
desmarques en diagonal de dentro hacia fuera tan dañinos que acomete Romelu
Lukaku con maestría y que ejecuta casi siempre hacia ese mismo sector derecho
del ataque.
La pulida
capacidad técnica de Alessandro Bastoni, sumada a sus habituales incursiones en
conducción y junto a su elevada posición en el campo cuando el Inter pierde la
posesión en la mitad contraria y su trabajado talento para la anticipación, le
están permitiendo erigirse en el defensa central que más pases que preceden
a un remate de su equipo da por encuentro (0.9) de las cinco grandes ligas
europeas, lo que ya indica el grado de calidad que atesora en su pierna
izquierda y, sobre todo, el uso que hace de ella tanto en largo (0.3), como en
corto (0.6) justo después de una recuperación alta de su equipo o de una
incursión individual hasta la zona de tres cuartos. Además, después de Rafael
Tolói (Atalanta), Bastoni es el central de la Serie A que más pases completa en
el tercio final del terreno de juego (7.3 por cada 90 minutos disputados).
Está
claro que, en clave selección italiana, un hándicap actual para él puede ser el
hecho de estar especializándose cada vez más dentro de una línea de cinco
elementos como central por izquierda de un 3-5-2, a pesar de que cuenta también
con experiencia reciente en una zaga de cuatro miembros durante la pasada
campaña en el Parma, eso sí, con un tipo de sistema defensivo diametralmente
distinto y mucho más pasivo, más bajo, más reactivo y que asumía muchos menos
riesgos por parte de sus centrales, tanto posicionales, como a la hora de sacar
el balón jugado. Sin embargo, tampoco conviene olvidar desde qué dibujo y con
qué entrenador han brillado los últimos grandes centrales que ha tenido Italia.
Es
evidente que su futuro cercano pasa por un inminente debut con la absoluta de
Roberto Mancini, pero también es cierto que disponer de un año más previo a la
disputa de un gran torneo de selecciones le vendrá fantástico para seguir
creciendo día a día en su club al lado de compañeros de tanto nivel en su misma
demarcación y para estar más preparado antes de aspirar a convertirse en un
fijo para la Nazionale, tal y como apunta a ser. Con la postergación
de la EURO al verano de 2021 debido a la crisis del coronavirus, la próxima
Eurocopa debería ser el primer gran torneo con Italia para el prometedor
central del Inter. La primera cita en la que Alessandro Bastoni podría ya
demostrar al mundo que ser el futuro central de la zaga azzurra es ya su
presente para el resto de la década.