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El FC Barcelona ha tenido su final de Liga esperado

Fermín SUÁREZ Sólo este Barça podía culminar la temporada convirtiendo la final ante el verdugo colchonero en un acto de fe, y no de fútbol; una contienda librada en la espesura de la sinrazón estilística, un último ejercicio de profesionalidad para parchear una trayectoria escarpada y abrupta. Un todo o nada, impropio de la cátedra azulgrana, pero propio de un equipo que se ha mostrado terrenal y discontinuo, con constantes altibajos, lesiones, fugas presidenciales, aterrizajes forzosos, líos con Hacienda y un ápice de canibalismo periodístico. Y, por encima de todo, el revés anímico que supuso la pérdida de Tito.

El conjunto azulgrana cierra la temporada 2013-14 tras perder dos finales, la de Copa ante el Madrid en Mestalla (1-2) y la de Liga ante el Atlético en un Camp Nou que acabó ovacionando a los pretorianos del Cholo (1-1). También claudicó en los cuartos de final de Champions ante el Atlético en el Calderón, evidenciando las mismas carencias: pobreza de recursos ofensivos, fragilidad defensiva, precipitación en muchas fases del partido, desaparición de sus figuras, falta de armonía colectiva, deficiente ocupación de los espacios, repliegue defensivo cuestionable. Sólo cierra el año con la Supercopa de España tras imponerse al mismo Atlético por el valor doble de los goles a domicilio. En total, 148 goles a favor y 48 en contra en 59 partidos (38 Liga, 10 Champions, 9 Copa Rey y 2 Supercopa).

Algunos datos más: de los 48 goles recibidos, 14 han llegado a través del balón parado (11 de córner y 3 de falta lateral), 14 más en contraataques y otros 12 mediante centros desde las orillas; lo que pone de manifiesto que el Barça ha registrado una ratio muy alta de balones perdidos por partido en zonas arriesgadas, que ha replegado con poca intensidad, y que se ha mostrado vulnerable y poco concentrado en la estrategia. Debilidades sobre las que incidir y corregir en el futuro, con un Lucho que tratará de imponer su brazo de hierro y cambiar el paradigma dominante: pasar de la plutocracia a la meritocracia, desde los entrenamientos y sin alineaciones jerárquicas.

También, a lo largo de la temporada, se ha ido repitiendo una situación de partido irreparable tácticamente para Martino. El Barça se atasca en determinados campos, ante rivales bien organizados que plantean encuentros trabados, enfangados y defensivos (con matices, porque no todos los adversarios son iguales). Ejemplos: El Sadar (Osasuna 0-0 Barça), San Siro (Milán 1-1 Barça), Calderón (1-1 en Supercopa; 0-0 en Liga; 1-0 en Champions), Ciutat de València (1-1 en Liga), Nuevo Zorrilla (1-0), Los Cármenes (1-0), Martínez Valero (0-0). Esto es, campos en que necesitas un plus de intensidad, pragmatismo, velocidad de balón, alternativas tácticas, actitud y tensión para que no aflore la relajación; un déficit actitudinal y futbolístico en toda regla.

Es evidente que esta temporada ha faltado liderazgo dentro y fuera del tapete, que Martino no ha sido capaz de descifrar partidos enredados y que nunca ha acertado con los cambios, que ha faltado competencia y buenos hábitos en los entrenamientos, que la cultura del esfuerzo se ha ido erosionando, que la falta de ambición ha atenazado las posibilidades del equipo… pero, por encima de todo, se ha echado de menos la luminosidad de Messi e Iniesta.

No puede ser que los dos mejores jugadores del planeta, los artífices junto a Xavi de la edificación del mejor Barça de la historia, hayan aparecido con cuentagotas. Es cierto que Messi ha marcado 41 goles (28 en Liga, 8 en Champions y 5 en Copa del Rey), pero ha deambulado por el campo sin explicación. Sólo ha logrado cumplir, y no siempre, con su vertiente de goleador, pero ¿y su vertiente de participación en el juego? Por eso, Sámano explicaba en El País que éste Messi no es MESSI. Y justamente la semana en que lo bañaban contractualmente en oro, cuajó un partido imperdonable, lleno de desidia.

Lo de Iniesta también es inexplicable, aunque sí que es cierto que no hace mucho la vida le dio un revés doloroso, y eso siempre debe tenerse en cuenta. Sin embargo, hace un par de meses, pareció recuperar la chispa: asistió a Alves ante el City, marcó un golazo ante Osasuna, destacó en el Bernabéu con un gol y forzando el penalti decisivo, y volvió a asistir ante el Celta y el Atlético en Champions. Pero, a partir de ese momento, se volvió a evaporar, como en su arranque liguero. Sin ellos dos, el Barça ha gravitado más lejos del sol y se ha abrazado a un gélido final esperado. Borrón y cuenta nueva.

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Papá de Miranda. Orgulloso hijo de gallego y asturiana. Dejé 13 años como abogado por fundar y dirigir Sphera Sports, con lo que ello supone. Asumo las consecuencias. Hice 'mili' en Pisa y en Bristol. Me gustan las orcas, los países escandinavos y un gol en el 90'.

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