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El Everest de Dominic Thiem para alcanzar el trono de arcilla

Aclamado por muchos como el heredero legítimo de Rafael Nadal en arcilla, el austríaco Dominic Thiem tendrá que escalar los próximos días algo parecido al Everest si quiere hacerse con el trono de Roland Garros este año.

Piernas frescas y mente amueblada, Thiem afrontará esta semana un reto gigantesco en busca de su primer Grand Slam. Para poder ganarlo, lo primero que tendrá que hacer es derrotar mañana al defensor del título, el serbio Novak Djokovic.

Si da la sorpresa, en semifinales le esperaría Nadal, el «rey» de la arcilla. El nueve veces campeón del torneo se enfrenta en su cruce de cuartos con su compatriota Pablo Carreño.

Y por si encadenar victorias ante Djokovic y Nadal en un Grand Slam en un lapso de tres días no fuera ya una tarea harto complicada, Thiem debería ganar un partido más, la final, para alzarse con el título. Según el ranking, allí se enfrentaría ante el británico Andy Murray o el suizo Stan Wawrinka.

«Para mí estar en la segunda semana de un Grand Slam es muy especial. Son tan sólo mis segundos cuartos de final, es una buena noticia para mí», dijo Thiem, número siete del ranking mundial y que aterrizó en la ronda de los ocho mejores sin perder ningún set.

Thiem jugó hace un año en París su hasta ahora única semifinal de Grand Slam. Perdió 6-2, 6-1 y 6-4 con Djokovic. Su rival de mañana cuenta además por victorias todos sus partidos ante Thiem, incluido el 6-1 y 6-0 de hace dos semanas en las semifinales de Roma.

Aquella derrota llegó 24 horas después de haber vencido a Nadal por 6-4 y 6-3 en cuartos, la única mancha del español en la gira sobre arcilla. Thiem, sin embargo, no achacó la caída ante «Nole» al desgaste físico y mental de haber tumbado a Nadal.

En realidad, el cansancio venía de antes, de todos los kilómetros que acumuló al alcanzar -y perder ante Nadal- las finales de Barcelona y Madrid. «Ya en los dos primeros partidos de Roma sentí de algún modo que me estaba quedando cada vez más vacío«, explicó Thiem, que ganó seis de sus ocho títulos sobre tierra batida.

La superficie más lenta del circuito es su preferida. Su derecha, con un efecto parecido al «spin» de Nadal, empuja a los rivales fuera de la pista. Y su revés a una mano es un martillo. «Las condiciones aquí son perfectas para mí juego«, dice el pupilo de Günter Bresnik.

«Con la derecha te va destruyendo de a poquito», lo analiza su última víctima, el argentino Horacio Zeballos. «Tiene un revés buenísimo, pero su derecha te desarma. El revés es rápido y la derecha pesada».

El tenis, nadie lo duda, está ahí. Ahora falta por comprobar si tiene el cuerpo y la mente para superar a Djokovic y después, si es que el español avanza a semifinales, a Nadal.

«Thiem está preparado para ganar», apunta Toni Nadal, tío y entrenador del campeón de 14 Grand Slam. «De los ocho que quedan es uno de los que tiene más posibilidades de éxito final, pero no tiene un camino fácil. Ganarle a Djokovic siempre es muy complicado y luego a Nadal o Carreño será también difícil, pero le veo con opciones».

«Creo que va a ser una batalla muy dura, larga, abierta», agrega el otro técnico de Nadal, Carlos Moyá. «Thiem es un chaval joven, no creo que el aspecto físico vaya a ser decisivo. Aquí además hay un día de por medio en caso de llegar a semifinal».

Sin embargo, el campeón de Roland Garros en 1998 advierte que ganar a Nadal en el polvo de ladrillo de París es sumamente difícil. «Cuando está jugando así, al mejor de cinco y en tierra, al rival quieras o no, aunque depende del rival, se le hace una montaña«.

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