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El algoritmo de İlkay Gündoğan

Cada vez que uno tiene que navegar por una web se encuentra con un mar de cookies. Aceptamos cualquier proposición, aunque nos preguntaran por ceder nuestra alma al diablo, por conocer más cosas de los Tutsi un martes a las dos de la madrugada. Cada uno vive como quiere. O puede. Por ello, cada vez que el Manchester City se avecina en televisión hay que aceptar una serie de reglas: el dominio del balón de los que normalmente van vestidos de azul clarito y posteriormente, eso dicen los actuales números, su victoria. Es lo que hay. Y nosotros, por supuesto, asumimos una cosa y la otra sin rechistar.  

Este curso el algoritmo de Pep Guardiola ha vuelto al ruedo. Ocurre que con el de Santpedor, inventor del fútbol según varios, no hay término medio. A veces ganarlo todo no es suficiente para los haters. Tampoco que un día abogue por meter a los laterales por dentro y que Gary Lineker, sentado tranquilamente, le cuestione intrigado por algo que no había visto nunca. Mejor que se lo consulten a Oleksandr Zinchenko, centrocampista antes de ponerse la zamarra cityzen y que hoy debe mudar la piel cada vez que salta al verde. Lo mismo ocurre con İlkay Gündoğan, sempiterno centrocampista hasta este curso. Faltaba un nueve en el entramado del conjunto de Mánchester. Ya está. Como cuando te aparece la canción que quieres en Youtube. Al catalán le dio por probar. Le salió muy bien. Ya tenía ariete.

Este deporte sigue demostrando que las verdades absolutas no existen. Y ahí seguimos nosotros, como buenos bocazas, proclamando nuestras conclusiones y esperando que estas se cumplan aunque luego la realidad nos dé otra coz. Asegurábamos con fervor que el ex del Borussia Dortmund iba a ser un interior de los que superan la centena de pases por encuentro. O eso creímos. Cuando empezó a hacer goles de nueve nos embarcamos en nuestro propio Pequod para defender que el alemán no podía ser el goleador que el Manchester City reclamaba. Hasta que no pudimos llegar más lejos. Ismael me da la razón.

Hoy los del Etihad entonan su navío hacia su particular Moby Dick. Deberán superar todavía un sinfín de abyecciones en su lucha por conseguir algo que nadie ha logrado: levantar los cuatro títulos que disputan. Y uno de los protagonistas será un Gündoğan que de un día al otro ha descubierto que dentro del área, aprovechando cualquier error de la zaga rival, se disfruta más que perfilándose en el centro del campo para darle continuidad al juego. Solo el que ha hecho un gol, ya sea en el parque o en un estadio de 90000 personas, conoce el inefable sentimiento que este provoca. Normal que prefiera seguir pisando área rival y renegar de su pasado. ¿Quién no lo haría?

Imagen de cabecera: Imago

Martorell (Barcelona), 1996. Periodista freelance. Amante del fútbol y loco por la Premier League. En mis ratos libres intento practicarlo.

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