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Dorada valentía

Ella es valentía. Ella es esfuerzo. Ella también es, por supuesto,
fuerza. Ella es halterofilia y, una vez más, campeona del mundo. Lydia Valentín
lo ha vuelto a hacer: dos oros y un bronce en unos Mundiales. Arriesgar le
permitió ganar y volver a casa, tras una gran competición más, con metales luciendo
lustrosos sobre su pecho y brillando al nivel de su siempre espléndida y
exultante sonrisa.

Valentía. “Hecho o hazaña heroica ejecutada con valor”.
Ella arriesgó y ganó. Debutó y triunfó. Qué mayor hazaña hay que esa. Así, sin
más complicaciones. La haltera leonesa subió de categoría (81kgs.) por
problemas en el hombro y la jugada le salió redonda. Tanto es así que vuelve
con tres medallas colgadas del cuello y la satisfacción de haber conquistado
una nueva parcela de un deporte que, gracias a ella, se ha convertido en un
auténtico espectáculo así como una magnífica satisfacción para el público español
(así como el internacional), que disfruta de las ‘bestiales’ arrancadas de
Lydia.

Y es que la de Ponferrada puede presumir de un curriculum con el
que pocos llegan incluso a soñar. Oro olímpico en Londres 2012, plata en Pekín
2008 y bronce en Río de Janeiro 2016. Cuatro veces campeona continental, con
triplete incluido en la categoría de 75 kilos en los pasados Mundiales de
Anaheim (Estados Unidos) 2017. Este año, una nueva aventura y un nuevo triunfo.
Turkmenistán fue testigo del poderío de la leonesa y confirmó que la etiqueta
de favorita que acompañaba a la española tenía su razón de ser.

La siempre positiva y luchadora Lydia Valentín no podía
decepcionarnos a pesar del cambio de categoría. Ella lo sabía y nosotros
también. A pesar del desliz en dos tiempos al levantar 136 kilos, lo que le
obligó a ‘conformarse’ con el bronce, la leonesa subió a lo más alto en
arrancada y en el total de la categoría de 81 kgs. Asimismo, y por si fuera
poco mérito, la haltera de Ponferrada consiguió batir el récord de España en
arrancada tras levantar en una misma tanda, de manera progresiva, 108, 110 y
113 kilos respectivamente.

Todo un ejemplo. Un orgullo. La clara imagen del éxito y la
recompensa después del trabajo bien realizado y, en este caso, después de tomar
las decisiones adecuadas. Porque ya lo decían en un famoso y reconocido anuncio
de una marca de neumáticos: “La potencia sin control, no sirve de nada”. En
este caso, además de la fuerza y el enorme potencial de Lydia, su cabeza y el
concienzudo estudio de la situación con su equipo antes de competir le han
permitido alzarse, una vez más, con el campeonato del mundo.

Porque a veces resulta complicado salir de la zona de confort y
afrontar nuevos retos. Porque no es fácil tomar la decisión, a quince días de
comenzar la competición, de cambiar de categoría y competir con nuevas rivales,
nuevos pesos y, cómo no, nuevas sensaciones. Porque, a pesar de ello, Lydia
Valentín vuelve a ser campeona. Esa valentía se ha cubierto de polvo dorado
para darle más brillo (aún si cabe) a la increíble trayectoria profesional de
la mejor haltera de nuestro país y, un año más, del mundo. 

Periodista deportivo. También estudié Comunicación Audiovisual. Actualmente colaboro en @SpheraSports. Antes estuve en @ColpisaDeportes, Grada360 y @EFEdeportes.

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