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Diario de una Copa: Llega lo bueno

Somos unos desastres. Lo digo porque el descanso es
importante. El segundo día de la aventura arranca a eso de las 8:30. Esto es,
apenas cuatro horas después de ser vencidos por el sueño. Supongo que el mini
jet lag de mi compañero Iván Libreros tiene que ver. Claro, en la península
eran casi las diez. A ver si se adapta pronto o acaba conmigo.

Ya que estábamos, no era cuestión de perder la mañana, de
modo que, tras desayunar algo, nos dirigimos a uno de los pabellones de la
ciudad. Allí entrenaba el Barça y entendimos que no somos los únicos a los que
nos cuesta funcionar temprano. La jornada matutina se completa con un partido
de chavales celebrado en el CID. El Real Madrid vence con más facilidad de la
que refleja el marcador al Iberostar Canarias. La Minicopa es un torneo
fantástico, donde las futuras estrellas de nuestro baloncesto compiten y se
divierten. Ya cuando sean mayores igual lo último les va a resultar más
complicado.

En la Playa de Las Canteras está la Fan Zone. Y en el
Auditorio Alfredo Kraus actividades que incluyen los E-Sports. También está el
trofeo de Copa expuesto y algunos aprovechan para inmortalizar el momento.

Dicen que no hay dos sin tres. En el barco del mediodía
llega Iván Méndez, mi compañero de retransmisiones en Pasión Deportiva Radio.
Se une a la expedición y nos dirigimos sin almorzar al Gran Canaria Arena. ¡Que
empieza la copa! Queremos tenerlo todo listo y confiamos en el catering. Error.
Tras instalar el equipo nos cuentan que hasta las seis de la tarde, como poco,
no habrá víveres. Tenemos que recurrir a la bollería que tanto procuro evitar.
No comienza bien la tarde.

Llegan los nervios. Juega mi equipo el primer partido. Que
uno es tinerfeño y no se ha visto en una igual. Vale que hemos narrado
recientemente dos títulos internacionales del Iberostar Tenerife (Basketball
Champions League y Copa Intercontinental), pero esto es otra cosa. Siempre
insisto en que estos cuatro días son de los más bonitos que se pueden vivir. Y
le discuto a cualquiera que en España no hay un torneo igual. El Valencia Basket
es nuestro rival (que me perdonen los aficionados taronja; esto es un diario y
los diarios son muy personales) y a priori son favoritos, pese a que Txus
Vidorreta insista en que hay un cincuenta por ciento de posibilidades para cada
conjunto. Por plantilla parecen superiores, pese a que es cierto que sufren
bajas importantes en la posición de base.

No sé muy bien qué ocurre durante las dos horas siguientes. Entro
en trance. Las pulsaciones se disparan y la voz me abandona por momentos. Nudo
en la garganta. Llegan mensajes al móvil. Me dicen que está hecho. Yo no las
tengo todas conmigo. A mi derecha, la afición canarista. Cómo chillan. Parece
que estuviera en el Santiago Martín. Se consume el tiempo y la utopía deja de
serlo. Iván Libreros me mira. Comprende qué ocurre. Reconoce mi emoción. Creo
que se alegra. Yo poco a poco voy tomando consciencia. Pasan compañeros de
medios tinerfeños y nos felicitamos. Ya me da igual no haber almorzado. Estaría
sin comer hasta el sábado si me dicen que vamos a repetir hazaña.

El segundo choque de cuartos de final enfrenta al Real
Madrid, campeón en las últimas cuatro ediciones, y al Unicaja de Málaga. El
partido es intenso, bonito, disputado. Me da la impresión de que la gente está a
favor de que finalice la tiranía blanca. Pese a los esfuerzos de los hombres de
Joan Plaza, no va a ser posible. Un Facundo Campazzo en estado de gracia firma
un último cuarto casi perfecto y dirige a los suyos a la victoria. ¡Hala! Ya
conozco a nuestro rival en semis. Misión (casi) imposible. Pero ojo, que
presión cero. Bah, vamos a disfrutarlo, pase lo que pase.

El Arena se vacía en apenas unos minutos. Quedamos los
medios. Nosotros cerrando la retransmisión y jugando a ser profetas para lo que
se viene mañana. Coincidimos en que tanto Baskonia como Granca parten como
favoritos, a pesar de que tengo muy fresco en la memoria aquel duelo en 2015 en
el que la Penya borró a los locales del cuadro.

Ha sido un día duro. Recogemos pronto. En el camino de
regreso pillamos algo de tráfico, aunque nada que ver con el habitual en horas
punta. Apenas hablamos en el trayecto. Estamos agotados. Ya en el piso optamos
por desconectar. Se impone una película. Aunque el League Pass hace ruido con
su silencio. Cualquiera sabe… Ya os contará Iván Libreros.

Tenerife. Estudié sociología aunque siempre he estado vinculado al mundo de la comunicación, sobre todo haciendo radio. Deporte en general y baloncesto más a fondo.

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