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Ciclismo

Despropósitos en el inicio de Pirineos

La primera etapa pirenaica del Tour de Francia transcurrió del mismo modo que el resto de la primera semana de la carrera: un horror, vaya. Solo cambió la velocidad, puesto que el ganador cubrió la jornada, ascenso al Aspin incluido, a una media de casi 50 kilómetros por hora.

Ese ganador fue Steven Cummings, que en los últimos tiempos, ya veterano –solo cinco ciclistas habían ganado etapa en el Tour desde 2010 con más de 35 años- se ha especializado en ser uno de los más certeros cazaetapas del pelotón. Ya ganó el año pasado en Mende y repitió ahora en solitario en el Lac de Payolle, tras atacar poco antes del inicio del decisivo sobre el papel -no tanto en la realidad- ascenso al Col d’Aspin, el primer paso pirenaico de este año. Y el equipo Dimension Data -cuya estructura, la africana Qhubeka, debutó el año pasado en el Tour- ya suma cuatro triunfos en estas siete primeras etapas de carrera.

Cummings eligió el momento y el lugar adecuados, dejando los intentos de respuesta de sus compañeros de fuga (reducto de un grupo inicial de 29 hombres) inútiles. Durante el ascenso al Col d’Aspin le persiguió Vincenzo Nibali, acompañado de Dani Navarro y Daryl Impey. El siciliano resultó no ir tan fino mientras Cummings increíblemente aumentaba la ventaja progresivamente frente a uno de los mejores escaladores del pelotón. Y probablemente Dani Navarro se arrepintió de atacar tan tarde. Van Avermaet, brillantemente en la fuga, mantuvo holgadamente el liderato.

El escaso interés de la lucha por la etapa, con Cummings intratable, fue de todos modos superior al interés por ver a los favoritos en el grupo. El equipo FDJ se puso en algún momento a tirar del grupo, durante un par de kilómetros hasta que su líder Thibaut Pinot quedó inexplicablemente cortado de un grupo que marchaba a paso de burra. “No estoy al 100%”, dice. Un extraño ataque de Pozzovivo y Pantano, sin opciones de nada y un arreón del maillot blanco Alaphilippe fue lo poco más que dio de sí el Aspin. Nadie se movió ni para eliminar definitivamente a Pinot ni para poner en apuros a Contador, todavía renqueante de su caída.

Para terminar con los despropósitos, al paso del grupo de favoritos por el arco del último kilómetro, el hinchable publicitario cayó encima del pobre Adam Yates, que marchaba unos metros por delante. Epílogo inmejorable de un día para olvidar. Todo sea por ver un buen espectáculo mañana en una de las etapas más atractivas de este Tour.

Madrid, 1993. Oscense de adopción. Editor en @SpheraSports. Combino Calcio y ciclismo con todas las consecuencias.

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