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Atletismo

Bolt pone fin en plena gloria a su trilogía olímpica

Usain Bolt puso hoy fin a su trilogía olímpica en plena gloria. Nunca más se verá al sprinter jamaicano en unos Juegos, pero sus nueve medallas de oro y sus récords pervivirán en el recuerdo de los fans al deporte.

Su afán de inmortalidad quedó saciado con la victoria de Jamaica en el relevo de 4×100 en Río de Janeiro, lo que completó su «triple-triple» tras las victorias en los 100 y 200 metros, un hecho sin precedentes en el atletismo.

«Ahí lo tienen, soy el más grande», dijo el siempre grandilocuente Bolt. «Estoy aliviado. Pasó. Estoy orgulloso de mí mismo. Se ha hecho realidad. Lo veo como un objetivo cumplido».

El conjunto caribeño se impuso con un crono de 37,27 segundos, por delante de Japón (37,60) y Canadá (37,64). Estados Unidos entró en realidad en tercera posición a la meta, pero fue luego descalificado por un error en la entrega del testigo.

No hubo récord mundial en Brasil, y como en el 100 y el 200, Bolt hizo peor registro que en Pekín y Londres. El sprinter cumple el domingo 30 años y sus piernas ya no responden como en 2008. Pero el tiempo no era hoy lo importante, sino cruzar la meta una vez más en primera posición.

La victoria permite al jamaicano igualar el número de metales dorados de otras dos leyendas del atletismo, el finlandés Paavo Nurmi y el estadounidense Carl Lewis.

El escandinavo lo hizo en el fondo, el mediofondo y el cross en tres participaciones olímpicas, entre 1920 y 1928. El norteamericano, que participó en cuatro Juegos entre 1984 y 1996, ganó sus medallas en velocidad y salto de longitud.

En Seúl 1988, Lewis terminó segundo en los 100 metros, pero la descalificación por doping de Ben Johnson le permitió luego subir un peldaño en el podio y revalidar su título olímpico, algo nunca logrado hasta entonces.

Bolt, cuya relación con el estadounidense es de un desprecio mutuo, pulverizó la hazaña. En Atenas 2004, con 18 años y lesionado, el jamaicano pasó inadvertido en sus primeros Juegos, pero cuatro años después su explosión resonó en todo el planeta.

En Pekín ganó su primer triplete dorado y lo hizo con tres récords mundiales. Su frescura y descaro fueron además una revolución en un especialidad marcada por la testosterona y la tensión. Entonces nadie podía saberlo, pero Bolt acababa de iniciar una trilogía que hasta entonces parecía imposible en la velocidad, un terreno reservado generalmente para jóvenes potros donde mantener la hegemonía a largo plazo es casi imposible.

Bolt no sólo lo hizo, sino que no perdió ninguna carrera desde entonces en todos los campeonatos importantes. Su única mácula fue la final de los 100 metros del Mundial de Daegu en 2011, donde fue descalificado por salida nula.

El resto fueron siempre oros: nueve olímpicos y 11 mundiales. En 2009, además, llevó los récords mundiales del sprint a unos límites hasta entonces inimaginables, 9,58 y 19,19 segundos. En Londres 2012, donde con sus triunfos se consideró en el derecho de autoproclamarse «leyenda», corrió en 9,63 y 19,32.

Bolt venció de nuevo con gran superioridad en Río. Ni los jóvenes ni los viejos pudieron con él, pero la lógica natural del paso del tiempo se hizo patente en el Estadio Olímpico de Engenhao, donde sus marcas quedaron en 9,81 y 19,78.

Corrió el 200, su prueba predilecta, con los dientes apretados, en busca de ese último anhelo de derribar la barrera de los 19 segundos, pero en la última recta, donde la potencia de su zancada solía provocar el asombro, le faltaron las fuerzas. «Me estoy haciendo viejo», admitió luego.

El relevo corto era quizá donde el jamaicano, que no dependía sólo de sí mismo, era más vulnerable, donde su «triple-triple» podía quedar arruinado con una mancha en el último esfuerzo.

Pero Asafa Powell, Yohan Blake y Nickel Ashmeade llevaron el testigo lo suficientemente rápido hasta él para que pudiera sprintar hacia su última victoria olímpica.

«Finally over» (finalmente se acabó), dijo luego, arrodillado sobre la calle por la que había corrido, mientras era aclamado por los fans.

Bolt parece cansado, pero es consciente de que el atletismo no lo quiere dejar ir. Ni su agente ni sus patrocinadores ni la IAAF. Si estará el año que viene en el Mundial de Londres es todavía una incógnita. Lo que el jamaicano sí parece tener muy claro es que en Tokio 2020 habrá un nuevo campeón olímpico en los sprints.

Y algo más: «Esta noche estaré despierto hasta tarde».


El resto de la jornada

En el relevo 4×100 femenino, en cambio, las jamaicanas no pudieron repetir el éxito de sus pares masculinos y tuvieron que conformarse con la plata (41,36) ante la exhibición de Estados Unidos, que conquistó el oro con el segundo mejor tiempo de la historia, 41,01 segundos. El Reino unido se llevó el bronce con récord nacional (41,77).

En el resto de la penúltima jornada del atletismo en el Engenhao, la keniana Vivian Jepkemoi Cheruiyot impidió que la etíope Almaz Ayana conquistara el doblete en el fondo imponiéndose en el 5.000 con 14:26,17 minutos, nuevo récord olímpico de la distancia.

Ayana, campeona en el 10.000, tuvo que conformarse con el bronce (14:33,59), mientras que la plata fue para la también keniana Hellen Onsando Obiri, con 14:29,77.

Por su parte, en el concurso de lanzamiento de martillo, el oro fue para Dilshod Nazarov, de Kazajstán, que se impuso con un tiro de 78,68 metros.

En el día del anuncio de la retirada de Yelana Isinbayeva, la pértiga (garrocha) coronó como nueva reina a la griega Ekaterini Stefanidi, que se impuso con un salto de 4,85 metros, lo mismo que la estadounidense Sandi Morris, plata por su peor concurso. El bronce fue para la neozelandesa Eliza McCartney (4,80).

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