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Balones a Ünal

«No es fácil cambiar de país, es complicado porque sólo hablo inglés, aunque estoy aprendiendo castellano. Todo es diferente pero el juego es mejor que en Holanda. Intentaré adaptarme y ese es mi objetivo. En el Villarreal jugaba con dos delanteros, pero estoy acostumbrado a este estilo de juego del Levante y creo que lo puedo hacer bien».

Eran las palabras de Enes Ünal tras ser presentado con el club granota, tan solo tres meses después de haber fichado por el Villarreal. En una cesión ‘rara’ a mitad de temporada (el Levante contaba con jugadores lesionados de gravedad) el ariete turco pasaba de ser el ‘9’ de un equipo con aspiraciones de Champions al de otro que lucha por la supervivencia en la Liga.

Fueron meses duros para un delantero que vive del gol y que solo había marcado uno en diez partidos. Su participación en el juego, además, era nula. La llegada al banquillo de Calleja le relegó al banquillo y en ocasiones a la grada. Su decisión, dar un paso atrás, pareció desesperada en su momento, pero jugar era la única vía para seguir creciendo.

Muy pronto te das cuenta de que Ünal es ese tipo de jugador que puede estar 89 minutos sin hacer nada y en un minuto destrozar la red. Fue así en su debut con el Levante, ante el Girona. Marcó un gol en el descuento que no sirvió para nada más que para ganar confianza. Una semana después, contribuía con una asistencia en el importantísimo triunfo ante Las Palmas (0-2). Acabaría disputando casi todos los minutos en juego antes de regresar al Villarreal en enero.

Fue como un máster para él. Fructífero porque jugó todo lo que le negaron en Villarreal. Ahora, el delantero titular del Submarino ponía rumbo a China y la puerta de la titularidad se abrió de par en par. Con Sansone lesionado, la única competencia en ataque era Carlos Bacca y un recién llegado, Roger Martínez. En su ‘re-debut’, el turco marcó ante el Deportivo, y en las siguientes jornadas ayudaría en victorias ante Levante y Real Sociedad. Ünal volvía a sonreír.

Pero no estaba preparado para lo que se avecinaba. Ni él ni nadie del Villarreal. Los de Calleja sumaron una única victoria (ante el Getafe, con gol de Ünal) en las siguientes seis jornadas, y fueron eliminados en octavos de Copa y dieciseisavos de Europa League. En esos diez encuentros, el cuadro amarillo solo pudo hacer siete tantos. Los delanteros comenzaron a ser señalados, también una dirección deportiva incapaz de encontrar un buen sustituto a Bakambu en el mercado de invierno.

El Villarreal se reencontró con la victoria en Gran Canaria, con Bacca fallando hasta tres ocasiones claras y Sansone, recuperado, anotando un penalti en su vuelta. Ünal lo vio todo desde el banquillo, como si hubiera pagado los platos rotos por algo. Pero el destino le tenía guardada otra oportunidad tan solo siete días después. En La Cerámica, el Villarreal perdía 0-1 ante un Atlético que había plantado en su área un muro imposible de derribar. Incapaz de encontrar huecos, Calleja tiró de banquillo. Ünal entró al campo en el 74’ y rápidamente se apreció su impacto en el partido. La defensa rojiblanca no estaba preparada para un delantero espigado, con buen juego de espaldas y un don del oportunismo que todavía guardaba escondido. 

Dos goles hizo, uno de cabeza y otro pegado al palo aprovechando un mal disparo de Bonera. Dos goles de listo, del olfato que nunca perdió, para darle tres puntos al Villarreal y recuperar la quinta plaza. Una vez más, el turco demostró que progresa, lenta pero adecuadamente. Con solo 16 años lo fichó el Manchester City, con 19 ya goleaba en la Eredivisie, y con 20 está en camino de ser una de las estrellas de la Liga.

«Marcar goles es muy importante para un delantero, es lo que se le pide y lo que le hace diferente y hasta ahora no se estaba dando a pesar de haber hecho buenos partidos. Las cosas han cambiado. Ahora tengo más seguridad, adaptación y confianza». También necesita que le ayude el entorno. Es un jugador específico de área, y ahora con más apetito que nunca es preciso crear ocasiones en torno a su figura. Balones a Ünal.

Alicante, 1991. Mi madre siempre me decía: "No sé por qué lloras por el fútbol, sino te da de comer". Desde entonces lucho por ser periodista deportivo, para vivir de mis pasiones (y llevarle un poco la contraria).

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