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Apodos del Calcio

Hace unas semanas, los diarios italianos se hacían eco de la historia del pequeño Matteo, un alumno de tercero de primaria que ha creado una nueva palabra: petaloso. La usó en un examen de lengua para referirse a una flor llena de pétalos. Su profesora, Margherita Aurora, sorprendida por tan bello error, quiso conocer la opinión de los grandes expertos en la materia. Así, animó al niño a redactar una carta dirigida a la Accademia della Crusca en la que solicitaba la entrada del nuevo término en el vocabulario del italiano. La respuesta de esta institución lingüística no se hizo esperar y en ella advertían que petaloso era una palabra bien formada, es decir, gramatical. Observaron también que otras palabras han sido construidas de la misma manera, añadiéndole a un determinado lexema el sufijo -oso (de pelo, peloso). Sin embargo, le recuerdan a Matteo que para que un vocablo entre a formar parte del dizionario debe ser usado y entendido por muchas personas. Dicho y hecho, la historia se hizo viral y hasta el mismísimo Primer Ministro, Matteo Renzi, felicitó a su joven tocayo a través de las redes sociales.

Tal y como Matteo tiró de inventiva ante el nerviosismo que supone siempre la realización de un examen, otros muchos han sentido la necesidad de darle nombre a aquello que les era extraño. De esta forma, multitud de términos que actualmente usamos para designar aspectos relacionados con el fútbol son neologismos ( maradoniano, interista) y préstamos de otras lenguas (sobre todo anglicismos como córner o gol). Sin embargo, nadie como Gianni Brera ha sabido manejar con tanta destreza el arte de crear nuevas palabras. El gran maestro italiano, con su moderno e innovador estilo, conformó un auténtico lenguaje a medio camino entre literatura y periodismo. De su pipa y de su pluma han surgido algunos de los más originales conceptos calcísticos: Franco Baresi o Franz Beckenbauer se denominan líberos por obra y gracia de Brera; el cursore (del latín cursor) era para él el gregario, el jugador que se sacrificaba por los compañeros mejor dotados técnicamente; de Bocaccio tomó el verbo uccellare para referirse a una acción en la que se superaba al adversario con astucia y habilidad; y llegó a ofrecer la idea de buen fútbol a la divinidad Eupalla.

 

Los apodos

Estudiados por la antroponimia, una rama de la onomástica, los apodos o motes están también estrechamente relacionados con la creatividad y la imaginación. Muchos deportistas a lo largo de la historia han sido rebautizados, por suerte o por desgracia para ellos, con alguno de estos apelativos. Su significado atiende a muy diversas razones: un rasgo físico o moral particular, detalles de la vida privada, simple asonancia con el nombre o el apellido, el lugar de origen o las características técnicas.

En nuestro país, otro prolijo inventor de términos y sobrenombres ha sido Andrés Montes. Muchos de nosotros nos hemos convertido en auténticos adeptos a la NBA cuando “El Negro”, como le llamaban sus compañeros, comentaba los partidos junto a Antoni Daimiel. Hubo un tiempo en que dormir era de cobardes y trasnochar para disfrutar de sus ingenios tenía su recompensa. ¿Quién no recuerda apodos como “Chocolate Blanco” Jason Williams, “American Graffiti” Peja Stojakovic o “Muñequita Linda” Dell Curry?

En Italia, Furio Zara y Nicola Calzaretta han escrito un libro titulado L’Abatino, il Pupone e altri fenomeni que funciona como una enciclopedia de sobrenombres relacionados con el calcio. Muchas de las creaciones recogidas en este volumen son de la autoría de periodistas como Brera o Vladimiro Caminiti y trascienden el lenguaje cotidiano para erigirse en verdaderos elementos de literaturicidad. Otras, en cambio, responden al genio creador y espontáneo de la comunidad de hinchas. A continuación expongo por orden alfabético una pequeña selección:

 

ABATINO. El pequeño abad. Era un término settecentesco usado para referirse a un hombre frágil y elegante. Eran jugadores de gran talento pero carentes de fuerza física. El primer bautizado de esta forma fue el atleta Livio Berruti, oro olímpico en Roma 1960. Sin embargo, el abatino breriano por excelencia fue el gran Gianni Rivera, Balón de Oro en 1969. ¿Acaso no sería este un apodo idóneo para “El Flaco” Juan Carlos Valerón?

 

BREITNER DE LA BASSA. Así llamaban a Renato Sali, lateral zurdo nacido en la Bassa Padana que militó, entre otros equipos, en el Foggia y el Bologna. Sobrenombre doblemente atinado ya que, además de parecerse físicamente a Paul Breitner, compartía también ideología con el alemán. Si el “Kaiser Rojo” y ex-jugador del Real Madrid se definía como maoísta,  Sali era un declarado comunista que llegaba a los entrenamientos con l’Unità bajo el brazo, periódico italiano fundado por Gramsci que en aquella altura era órgano del PCI. Además, junto con su compañero de equipo Castronaro, fue el único futbolista que se negó a participar en el amaño del partido Juventus-Bologna en 1980.

CECCONETZER. Otro apodo que también tiene como referente a un jugador alemán. Es la unión de los apellidos de dos jugadores. Por un lado, Günter Netzer, poderoso centrocampista germano, mito del Gladbach y ganador junto a Breitner del Mundial de Alemania. Por otro, Luciano Re Cecconi, un angelo biondo que jugó en aquella Lazio de las pistolas que ganó el campeonato italiano del 74. Cecco se parecía a Netzer no solo en el aspecto físico, sino también en el dinamismo que exhibía dentro del terreno de juego. Era el pulmón de una escuadra que practicaba un fútbol total. Falleció a consecuencia de un disparo en una trágica y absurda “broma”.

DUE METRI E SETTANTA. Dos metros y setenta centímetros. Era Sauro Tomà, defensa del Torino cuyos despejes, decían sus compañeros de equipo, nunca superaban los tres metros. Único superviviente del Grande Torino al haber evitado la tragedia de Superga por una lesión de menisco.

EINSTEIN. Irónico sobrenombre dado por Brera a Mario Bertini. Jugó en el Inter casi una década y su juego no se caracterizaba precisamente por la creatividad. Aún con todo, subcampeón del mundo en México 70.

BIG-Ranieri calciatore

FETTINA (ER). Apodo del entrenador de moda en el fútbol inglés. Su Leicester es líder de la Premier y algunos románticos, los que apoyamos siempre al “pequeño”, soñamos con la posibilidad de que salga campeón. Se trata de Claudio Ranieri, así conocido (fettina / loncha) en Roma por ser su padre el dueño de una conocida carnicería en el barrio del Testaccio. Er Caciara era otro de sus motes en su etapa como técnico romanista ya que el caos y las extrañas elecciones dominaban sus formaciones.

GODOT. Personaje de la famosa obra dramática de Beckett. Sin embargo, los alias más célebres de Alessandro Del Piero han sido “Pinturicchio”, “L’Uccellino” o “Alessandro Magno”. Waiting for Godot porque toda la parroquia juventina aguardaba ansiosa el regreso de su estrella tras una grave lesión en 1998.

HO CHI MINH. Paolo Sollier, jugador del Perugia en los años 70. Futbolista y militante de la organización comunista Avanguardia Operaia. Brazo derecho alzado y puño cerrado hacia la tribuna turinesa donde se encontraba el propietario de la Vecchia Signora y antiguo patrón suyo en la FIAT. Avanti popolo, c’è Paolo Sollier alla riscossa, escriben Zara y Calzaretta.

INTROVABILE. Curioso apelativo para el portero Pierluigi Pizzaballa. Por diferentes motivos personales nunca podía pasarse por las sesiones fotográficas y así, temporada tras temporada, su imagen era la única que faltaba en el álbum de cromos de Panini.

JIMMY. El también guardameta Alberto Fontana no era inglés ni tampoco estadounidense pero le llamaban Jimmy. Un homenaje al cantante Jimmy Fontana (nombre artístico de Enrico Sbriccoli) autor del famosísimo tema Il Mondo en los años 60.

KEEGAN DELLA BRIANZA. No estuvo muy acertado Nils Liedholm cuando afirmó que Ugo Tosetto era el Keegan della Brianza. Extremo procedente del modesto Monza y fichado por el Milan previo pago de una enorme cantidad de dinero. Llego al conjunto rossonero junto a su compañero de equipo Buriani. La curva milanista entonaba esta consigna: “Con Buriani e con Tosetto vinceremo lo Scudetto”.

LONG JOHN. Era Giorgio Chinaglia, corpulento delantero en la Lazio del malogrado Re Cecconi. Nacido en Carrara, su familia emigró a Gales siendo él niño. Un hijo para el entrenador Maestrelli. Acabaría compartiendo vestuario con Pelé y Beckenbauer en el Cosmos neoyorquino.

 

METRONOMO. Es quizá uno de los más bellos apodos del calcio. El portador era Demetrio Albertini, fino centrocampista que durante años marcó los tiempos en el juego del Milan. Tuvo un breve paso por el Atlético de Madrid y ya en el 2005 fue fichaje random del Barça.

NICK PIEDE CALDO. Se juega con el título de la película Nick Mano Fredda (en español La leyenda del indomable), protagonizada por Paul Newman en el 67, para referirse a las dotes goleadoras del atacante Nicola Amoruso.

OROLOGINO. Orologio significa reloj. El apodo se lo puso el controvertido entrenador Renzo Ulivieri al defensa del Bologna Andrea Tarozzi. Su escasa calidad técnica reforzaba su puntualidad, su trabajo y su constancia en los entrenamientos.

PUPONE (ER). Niño que no ha crecido. Algo así como “niño grande”. Cariñoso apodo que en los primeros años de su carrera le dedicaron a Francesco Totti. Ser un bimbo de oro nunca le ha gustado al Capitano. Hoy, en el ocaso de su carrera, hizo méritos suficientes para ser considerado como el Ottavo Re di Roma (con permiso de Falcão).

QUÄLIX. En alemán quälen es un verbo que significa “torturar”. El “torturador” era Felix Magath por sus duros métodos de entrenamiento. Técnico de numerosos equipos de la Bundesliga y número 10 del Hamburgo SV. Un gol suyo supuso la derrota de la Juventus en la final de la Copa de Europa de 1983.

RAGAZZO CHE GIOCAVA GUARDANDO LE STELLE. Giancarlo Antognoni, futbolista umbro, capitán y bandera de la Fiorentina entre los años 70 y 80. 341 partidos en Serie A con la camiseta viola. Mirada al frente y cabeza siempre alta. Elegante director de juego y mundialista en España.

SCOLORINA. Scolorina es la goma de borrar. Así apodado “El Tigre” Antonio Ceccarini por su capacidad para anular al rival. Lateral en el mítico Perugia dei miracoli que terminó en segunda posición e imbatido en la temporada 78-79.

 

TORTELLO. Sobrenombre de Carlo Ancelotti, ex-entrenador del Real Madrid nacido en Reggiolo (Reggio Emilia), región famosa por la pasta rellena. Completísimo futbolista en los años 80 al que no respetaron las lesiones.

UOMO RAGNO. El que fue portero del Inter, Walter Zenga, se inventó su propio apodo. “El Hombre Araña” se inspiró en el título de una canción del grupo italiano 883. Gianni Brera, sin embargo, le llamaba Deltaplano por sus espectaculares vuelos de palo a palo.

VALPOLICELLA. Lucio Dell’Angelo. Futbolista con la cara siempre colorada producto de la fatiga del partido. El valpolicella es un vino de Verona de tonos rojizos.

WHISKY. Otra bebida alcohólica es la protagonista de este apodo. Su portador es Franco Liguori, prometedor talento cuya carrera se vio truncada por una grave lesión en el 71. Nótese la asonancia entre el apellido y el sustantivo liquore (licor).

YOGHI. Si Evani era “Bubu”, “Yoghi” era Adriano Fedele. Lateral zurdo al que sus compañeros apodaron así por su parecido con el personaje de dibujos animados.

ZAR. Igor Protti fue zar en Bari y príncipe en Livorno. Los seguidores laziales lo denominaron “Kamasutra” por su capacidad de marcar gol desde cualquier posición. Único futbolista, junto a “Tatanka” Hübner, ganador del título de capocannoniere en serie A, B y C1.

Ribadeo, 1988. Filólogo. Central old school y deportivista. El deporte antes que el espectáculo. El calcio, como la vida, se contruye a base de pequeñas historias.

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