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Una llamada

Solemos pasar toda una vida alimentando nuestra esperanza con falsas ilusiones, como hace el Manchester City con el bueno de Fernandinho. Llevan años gritándose al espejo que le encontrarán un recambio, pero siguen atascados en un barro al que no le para de caer agua, viéndose solos, mirando a lo que unos llaman nada y el City quiere nombrarlo infinito. Sin su faro en el centro del campo encontrar un puerto en el que amarrar es el menor de sus problemas. Todo se desvanece.

El ex del Shakhtar Donetsk se amolda a todas las ideas de Guardiola, un técnico al que desde hace tiempo le queda bien esa frase que afirma rotundamente que «los esquemas tácticos son números de teléfono». Para el de Santpedor, a sabiendas que hoy en día nuestras agendas nos lo recuerdan todo, así que ya no hay que saberse el número de casa, no le importa un pimiento cambiar a 3 o 4 defensas en un partido, o incluso permutarlos en función de si tienen el balón o no. Lo que vale es que los jugadores, estén donde estén, sepan lo que tienen que hacer para que la jugada que inician acabe en una ocasión. Y Fernandinho se amolda a todo lo que le digan, como si él fuera el encargado de recordar hasta el número de la hija de Guardiola, por si algún día no hay clase y alguien tiene que ir a buscarla. Donde sea su rendimiento es el mismo: excelente.

Uno de los rasgos del conjunto citizen -por encima de 4-3-3, 3-4-3 o lo que sea- es defender bien arriba para que sus interiores, mecenas de sus propias maravillas, sean libres a la hora de tener la posesión y no tengan tantos quehaceres, como correr hacia atrás. Sin embargo, el brasileño tiene asignado que debe defender en el área, ayudando a unos centrales que no siempre sienten el cobijo de un entramado ultraofensivo, en el que incluso los laterales acaban pisando área contraria en muchas ocasiones. Aparte de las vigilancias constantes de Fernandinho, el City construye su defensa a base de jugadores que tienen un físico sobresaliente que suele tener un sino inequívoco: la victoria.

La única pieza que no tiene recambio de este Manchester City, que se ha puesto como objetivo ganar todas y cada una de las competiciones, es la suya. Ni fuera ni en la propia plantilla. Evidentemente el problema no es el dinero, sino lo restringido que está el mercado del número 6, con la mayoría de jugadores que destacan bien blindados por equipos de enjundia incluso superior a la del Manchester City. Hasta el momento, el City vive en un constante matrimonio con él, aunque sepa, tristemente, que no podrá estar con él en la salud y en la enfermedad, en la riqueza o en la pobreza. Todos los días de su vida. Tiene 34 años y debe llegar una nueva cara más pronto que tarde. Pero eso es la existencia. Aquello que pasa mientras uno cree que encontrará el amor, la felicidad, un trabajo, una buena casa o un hombre que pueda hacer de Fernandinho, uno de los mejores pivotes del momento.

Imagen de cabecera: Michael Regan/Getty Images)

Martorell (Barcelona), 1996. Periodista freelance. Amante del fútbol y loco por la Premier League. En mis ratos libres intento practicarlo.

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