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Villarreal

Fran Escribá y la pérdida del estilo

El Villarreal ha hecho oficial a través de un comunicado en su página web la destitución de Fran Escribá como técnico amarillo y la llegada al banquillo de Javier Calleja.

La derrota por 4-0 frente al Getafe en la última jornada de Liga ha sido definitiva para el cese del entrenador valenciano. El Submarino ha sumado siete puntos en seis jornadas y también ha perdido frente a Levante (1-0) y Real Sociedad (3-0).

 

 

Escribá llegó al club castellonense la pasada temporada en un momento más que delicado. La sorprendente destitución de Marcelino García Toral, acompañado del enrarecido ambiente en el vestuario, la eliminación en la previa de Champions League y la plaga de lesiones hacían presagiar un inicio más que difícil.

Sin embargo, el preparador valenciano consiguió transmitir la calma necesaria, armó al equipo con sus limitaciones (tal y como lo hiciera en un Elche que mantuvo dos temporadas consecutivas en Primera) y le dio una solvencia defensiva fuera de lo común. Hasta su grave y triste lesión, Sergio Asenjo fue máximo candidato al Trofeo Zamora.

El Villarreal, que vio cómo el sueño de volver a la Champions se disipaba, así como el recorrido en Copa y Europa League (dolorosa eliminación ante la Roma, con un 0-4 en el Estadio de la Cerámica) pudo autocomplacerse y perder la motivación necesaria para regresar a Europa. Tras un inicio de 2017 complicado (una victoria en nueve partidos), el Submarino se recompuso y logró adelantar a Real Sociedad y Athletic para alcanzar un meritorio quinto puesto. Por el camino logró grandes victorias en el Calderón (0-1) y Mestalla (1-3).

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Escribá consiguió la mejor puntuación del Villarreal desde el ascenso y la segunda mejor de su historia en Primera División (67), solo superada por la del subcampeonato en 2008. También una competitividad única ante rivales complicados. Logró los seis puntos ante el Atlético, dos empates ante el Sevilla, araño un punto en el Santiago Bernabéu y rozó la victoria ante el Barça.

Los números, sin embargo, no lo son todo en el fútbol, y muchos ya criticaron el juego del equipo la pasada temporada, muy diferente al que ha dado tantos éxitos y ha identificado al Villarreal desde su llegada a la élite. Pellegrini, Garrido y más tarde Marcelino hicieron del cuadro amarillo uno de los referentes de Europa en juego ofensivo, si bien fue el técnico asturiano el que lo convirtió en un equipo total, capaz de atacar desde la posesión o con transiciones rápidas.

Con el tiempo, la especulación se fue apoderando del Submarino. En la última temporada de Marcelino, priorizó el resultado al buen juego para evitar las numerosas pérdidas de puntos en los últimos minutos de los partidos que ahogaban al equipo. La clasificación para la Champions o las semifinales de Europa League le dieron la razón al ya entrenador del Valencia, pero no fue suficiente para un Escribá que imprimió su sello desde el primer momento. El Villarreal ganó en seguridad pero abandonó cualquier atractivo en su estilo. La afición no perdonó que, ante rivales inferiores, no salieran a atacar o que el balón largo fuera una constante.

Con Bruno lesionado y Trigueros en su peor versión, el equipo castellonense perdió su identidad incluso antes de empezar la temporada. Apenas tiró a puerta ante Levante, Real Sociedad y Getafe. Tres derrotas, ocho goles encajados (el doble que el curso pasado a estas alturas) y ninguno anotado. Los triunfos ante Betis, Astaná y Alavés no compensan. La directiva buscaba una excusa y la encontró. Por algo la renovación del valenciano no se concretó hasta el final de temporada y solo por un año.

El Villarreal hizo oficial, horas después, la llegada de Javier Calleja, que hasta ahora se encontraba dirigiendo al filial en un inicio espectacular (segundo con cuatro victorias y dos empates en seis jornadas). En los últimos años ha sido un exitoso técnico del juvenil, con el que ganó tres ligas consecutivas y una copa de campeones. Antes, había sido jugador del Villarreal durante siete temporadas (1998-2006).

 

 

Alicante, 1991. Mi madre siempre me decía: "No sé por qué lloras por el fútbol, sino te da de comer". Desde entonces lucho por ser periodista deportivo, para vivir de mis pasiones (y llevarle un poco la contraria).

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