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Champions League

Una noche de niebla en Belgrado

Estrella Roja y Milan disputarán una de las eliminatorias más atractivas de los dieciseisavos de final de la Europa League. Una eliminatoria con historia y un sabor especial. Hace 32 años el destino les emparejó en octavos de final de la vieja Copa Europa. Se jugaron tres partidos y hubo un invitado especial, antes que la gran Eva Amaral se acordara de ella en su canción: La niebla.

La ida se jugó en San Siro y acabó empate a uno. El Estrella Roja de la segunda mitad de los 80 alumbró a Europa una generación de extraordinarios futbolistas. Algunos emigraron y otros se quedaron para levantar la Orejona en Bari, en mayo del 91 ante el Marsella. Tres años antes de aquella gesta y en los albores de una cruenta guerra, pusieron contra las cuerdas al Milan de Sacchi.

La ida se jugó en San Siro y acabó empate a uno. En el libro del fútbol europeo hay una página dedicada al Pequeño Marakaná. Pocos lugares escenifican mejor la pasión por este juego en todo el viejo continente. El Milan viajó a Belgrado con la necesidad de al menos marcar un gol, para superar la eliminatoria.

Allí le esperaban 100.000 almas enfervorizadas, en la gélida tarde del 9 de noviembre de 1988 en Belgrado. En el estadio donde Juanito recibió un botellazo en la cabeza, y Maradona sumergió el pie hasta el infierno elevando el balón hasta el cielo, el Milan sufrió como nunca antes y pocas veces después.

Dejan Savicevic adelantó al Estrella Roja al inicio de la segunda parte. Lejos estaba de saber que seis años después, dos goles suyos en Atenas serían clave para llevar la 5ª Copa de Europa rumbo a las vitrinas de San Siro, ante el Barça.

El Milan se quedó con diez futbolistas tras la expulsión del veterano Virdis y Ancelotti vio la tarjeta amarilla, cuando la niebla descendió tanto que hizo imposible seguir jugando. El árbitro del encuentro, el alemán Dieter Pauly, decretó la suspensión del mismo cuando corría el minuto 65.

La UEFA decidió que se jugara a las 15:00 de la tarde del día siguiente y desde el comienzo. El delegado austriaco del máximo organismo europeo del fútbol designado para aquel partido, Otto Demuth, explicó que en el Reglamento solo se contemplaba la repetición íntegra del encuentro. El Milan podía jugar con once, pero sin el expulsado Virdis y sin Ancelotti, porque la amarilla acarreaba suspensión.

El ambiente ya no fue el mismo. Los 100.000 se quedaron en 65.000, probablemente por la hora, y el Milan se adelantó en el marcador por medio de Van Basten. El partido lo empató Pixie Stojkovic. Y de repente el drama se cernió sobre la hierba del Pequeño Marakaná. Roberto Donadoni chocó en un salto con el central yugoslavo Vasilejvic y perdió el conocimiento. El masajista del Estrella Roja le salvó la vida, rompiéndole mandíbula porque se había tragado la lengua. Los jugadores de ambos equipos estremecieron ante la gravedad de la situación de Donadoni. Tras la maniobra del masajista del Estrella Roja, recuperó el conocimiento y le trasladaron al hospital.

El partido prosiguió y tras jugarse la prórroga se llegó a la tanda de penaltis. Ahí el héroe fue Giovanni Galli. Pocas veces se recuerda al portero del gran Milan de Sacchi. Galli, titular con Italia en México 86, tuvo su noche de gloria y detuvo los penaltis de Savicevic y Mrkela.

El Milan pasó a cuartos donde eliminó al Bremen. En semifinales aplastó al Madrid en la vuelta jugada en San Siro. Aquel Milan de leyenda ganó la Copa de Europa esa temporada y la siguiente de forma consecutiva, estuvo casi tres años invicto en Europa. A veces el fútbol maneja esas contradicciones. Uno de los mejores equipos de la historia estuvo contra las cuerdas. Le salvó la niebla, esperaba la gloria.

Imagen de cabecera: Imago

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