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Fútbol

Una cuestión de sangre

Frank y Ronald de Boer, Diego y Gabi Milito, Yaya y Kolo Touré, Diego y Pablo Forlán o Michael y Brian Laudrup. El fútbol, durante años, se llenó de hermanos futbolistas que compartían la misma pasión. Incluso, en el caso de los holandeses, llegaron a jugar juntos en el Barcelona y en la selección, igual que hicieran los Touré en el Manchester City y con Costa de Marfil. Diego y Gabi, en cambio, compartieron rivalidad en los dos lados de Avellaneda y Forlán hijo fue siguiendo los pasos de su padre Pablo y ahora es técnico del equipo que papá le enseñó a amar y donde fue leyenda, Peñarol. En cuanto a los Laudrup, siempre quedó claro que había uno mejor que otro. El talento de Michael le llevó a equipos como Real Madrid, Juventus o Barcelona para ser un jugador diferencial. Brian, un escalón por debajo, fue pieza, aunque no tan importante, en Bayern Münich, Fiorentina o Milan, aunque tendrá algo que Michael nunca tendrá: aquella Copa de Europa con Dinamarca en 1992.

Pero para eso aún queda mucho y tener el fútbol en los genes nunca ha sido seguro vital de nada. Que se lo digan al propio Maradona, que ha tenido hijos deambulando por el infrafútbol italiano con mejores destinos de los que decía su habilidad sólo por su apellido. Que le pregunten a Digao, hermano de Kaka’, que acompañaba al antiguo Balón de Oro y al que sólo se asemejaba en su físico. Hay clubes que incluso ven en el fichaje del hermano malo una vía posible para, en un futuro, atraer al hermano bueno que sueña con jugar junto a su otra mitad.

En el fútbol de hoy en día son muchos los hijos de antiguas leyendas que ya se están granjeando un futuro. Mientras Diego Simeone vive un capítulo eterno en el Atlético de Madrid, su hijo Giovani, el mayor, se gana la vida como delantero de la Serie A. Genoa, Florencia y ahora Cagliari, con sus más y sus menos, el Cholito se ha convertido en un delantero aseado para el primer nivel del campeonato italiano. El mediano, Gianluca, tras probar sin suerte por filiales y equipos de menor entidad en Italia y Argentina, se desvive ahora en categorías no profesionales del fútbol español. Y el más pequeño, Giuliano, es una de las promesas del equipo juvenil rojiblanco. Los tres jugaban para River Plate cuando su padre ganaba títulos como técnico.

Hace apenas unos meses, en Florencia, al lado de Gio Simeone se desenvolvía Federico Chiesa, hijo del mítico Enrico y a quien su proyección y talento hace pensar que vaya a pasar en carrera a la de su padre, que ya fue soberadamente exitosa (casi 200 goles entre equipos como Parma, Siena, Sampdoria o Fiorentina). Cuando Federico debutó, la televisión italiana rescató un clip de vídeo grabado años antes que se hizo viral. En el verano de 2000, Batistuta había abandonado Florencia dejando huérfano en la delantera a Chiesa. Entonces, el periodista le preguntaba a un pequeño Federico quién marcaría los goles de la Fiorentina ahora sin el argentino, buscando la cómplice respuesta ‘Papá’. En cambio, Federico, de sólo tres años, todo inocencia, dio un pronóstico: “Yo”. No se equivocaba. Hace un par de años, esa delantera de ‘hijos de‘ podría haber tenido una tercera piezaIanis Hagi, hijo de Gica, la rompía en las inferiores de la Fiorentina, pero nunca fue paciente y se acabó marchando ante las proclamas de su padre, que le veía para más. Hoy, bajo el mando de Steven Gerrard en Glasgow y tras haber sido dirigido mucho tiempo bajo su propio padre en el Viitorul rumano, el pequeño de la saga parece estar ya para dar el salto.

Justin Kluivert parece un calco de su padre Patrick. No en estilo futbolístico, pero sí en físico. Si bien el listón de papá en este caso es altísimo (Barcelona, Valencia, Ajax, Milan, Newcastle…), Justin salió también de la cantera ajaccied, debutó con 17 años y antes de cumplir la veintena estaba ya recalando en la Roma por una millonada. Su padre, talento, elegancia y gol. Él, regate, desborde y electricidad.

En términos de familia y saga, no hay ninguna como la de los MaldiniCesare Maldini, el abuelo, pasó más de una década en las filas del Milan entre los años 50 y 60. Su hijo Paolo, uno de los mejores zagueros de todos los tiempos, defendió la misma camiseta durante toda su carrera. Un total de 24 años (sólo como profesional) donde se convirtió en leyenda. Su legado, ahora, lo ha recogido la tercera generación Maldini. Si bien Christian nunca cuajó (el hijo mayor de Paolo, hoy jugando en Serie D), parece que Daniel correrá otra suerte. Es mediapunta, ya ha debutado con el primer equipo a sus 18 años y en las inferiores de la azzurra ya conocen de su clase.

Surinam ha dado al fútbol alguno de los jugadores más famosos de siempre. La calidad de sus jugadores en los años 90 y principios de siglo daba para, si hubieran formado una selección, haber optado a grandes cosas. Edgard Davids, Clarence Seedorf, Aaron Winter o Hasselbaink nacieron en la colonia holandesa, cuya nacionalidad también portaban Reiziger, Gullit o Rijkaard, y que hoy sigue manteniendo una buena cuna de jugadores con ascendencia del pequeño país como Eljero Elia o Wijnaldum. Es la de Jimmy Floyd Hasselbaink otra familia en la que el fútbol corre por las venas. Goleador en la Premier League con el Chelsea y el Leeds y en España con el Atlético, Hasselbaink, cuyo hermano Carlos fue futbolista de la Eredivisie, vio cómo su sobrino Nigel podía seguir sus pasos. Pero cuando estaba muy cerca de firmar por el Celtic, todo se truncó y su carrera empezó a dar bandazos. Hoy juega en el Hapoel Beer Sheva, un equipo israelí con lazos de unión con el Atlético de Madrid.

En 2014, Kizito Musampa se hizo cargo del banquillo del Almere City. Tras una carrera de más a menos (se quedó muy por el camino de lo que había proyectado en sus primeros años en el Ajax), Kiki se pasó a los banquillos cerca de casa. Al poco de llegar, su sobrino Nordin fichó por el club. Lo que parecía ser trato de favoritismo en un principio, hoy no es tal. Con 18 años, Nordin Musampa juega en el Ajax de Amsterdam Juvenil y es uno de los jugadores más prometedores de la afamada cantera ajaccied, siendo vital en las inferiores de la selección.

Cesare (Maldini) entrenó a Paolo, Danny (Blind) entrenó a Daley, Johann (Cruyff) entrenó a Jordy, Zinedine (Zidane) entrenó a Enzo y a Luca, Zlatko (Kranjcar) entrenó a Niko, Vladimir (Weiss) entrenó a Vladimir, Bob (Bradley) entrenó a Michael, Sir Alex (Ferguson) entrenó a Darren, Harry (Redknapp) entrenó a Jamie, Claude (Puel) entrenó a Gregory, Paul (Ince) entrenó a Tom, Steve (Bruce) entrenó a Alex. El futbolista de moda, Erling Haaland, se dice admirador del Leeds United. ¿Por qué? Porque allí jugó su padre, Alf-Inge. Y Haaland hijo ahora juega en el Borussia Dortmund con Giovanni Reyna, hijo del jugador Claudio Reyna y de la futbolista Danielle Egan, ambos una pareja de internacionales con Estados Unidos.

Gonzalo y Federico Higuaín siguen en activo, José y Juanmi Callejón siguen en activo. Paul, Mathias y Florentin Pogba siguen en activo. Jordan y Jeremy Ayew siguen en activo. Kevin Prince y Jerome Boateng siguen en activo, Gio y Jonathan dos Santos siguen en activo. Eden y Thorgan Hazard siguen en activo. Salomon (Kalou) juega, pero Bonaventure ya no. Los Riise la rompieron con Noruega, los Kovac la rompieron con Croacia y los Altintop la rompieron con Turquía. Eidur nunca pudo jugar en la selección con su padre Adnor, a quien sustituyó el día de su debut. Kasper nunca será tan grande como Peter, aunque sí ha superado las expectativas que muchos le presuponían y en Leicester será igual de eterno que su padre en Manchester. Aunque puede que no haya nunca unos hermanos tan laureados como los Neville, Phil y Gary, Gary y Phil. Compañeros de club, de generación y de selección. Un millón de títulos entre los dos.

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