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Roma - Barça, ni pan ni circo

Panem et cirquenses”, “pan y circo”, era la expresión utilizada en la antigua Roma para describir el espectáculo con el que entretener y mantener tranquilas a las masas. En el siglo XXI nuestro pan y nuestro circo es el fútbol. Quizá adorado en exceso, quizá perjudicial para nuestros verdaderos intereses, pero un innegable submundo de ocio y entretenimiento para muchos. Un mundo donde la Champions League se ha convertido en el “circus maximus”.

Siempre se espera mucho de esta competición; un lugar donde los más grandes puedan dejar su impronta en la historia del fútbol. ¿Qué otra cosa se puede esperar de un Roma-Barcelona que un gran espectáculo? El mejor equipo de Europa la pasada campaña; Italia, un país donde se respira fútbol; Leo Messi, uno de los mejores jugadores de todos los tiempos; estrellas como Neymar, Iniesta o Luis Suárez; gladiadores como De Rossi o Nainggolan y la leyenda: Francesco Totti. ¿Qué podía salir mal?

Esperábamos una lucha sin cuartel en el coliseo romanista con once furiosos gladiadores dispuestos a dejarse el alma para deleitar a su público con la mejor de las victorias posibles. En frente, once guerreros cuya espada es la pelota y su escudo moverla de forma endiablada y tratarla de la mejor forma posible. Pero nada salió como esperábamos. Quizá el problema fue nuestro, quizá el problema fue esperar tanto.

Lo que nos encontramos fue un partido lento y aburrido. Un Barcelona espeso, sin ideas ni chispa, con más posesión que peligro real. Rakitic e Iniesta cuasi desaparecidos, Neymar aislado y Suárez perfectamente frenado por la defensa. Lo único a destacar fue un Messi muy activo pero muy alejado de las zonas de influencia y peligro real. Un equipo dominante, con la intención de mandar y la idea ganar en todo momento, pero frustrado por una defensa romana impecable. El único error de los italianos lo aprovechó Rakitic para controlar en el área un envío largo de Mathieu y regalarle a Luis Suárez el primer tanto del encuentro. A partir de ahí, nada más. El vivo reflejo del quiero y no puedo.

Florenzi celebra su gol a ter Stegen

Florenzi celebra su gol a ter Stegen

Pero si el Barça no ha estado al nivel que todos esperamos la Roma no se queda atrás. Un equipo en crecimiento, un estilo diferente al prototípico italiano que Rudi García ha conseguido implantar con cierto éxito pero que hoy ha traicionado para encerrarse en su área y plantar una muralla casi impenetrable. Lógico e inteligente pero excesivamente conservador. Un único destello de calidad de Florenzi cuando a la media hora de juego empata el partido con un afortunado golazo desde el medio del campo.

Al final, lo que presumía ser una apoteósica batalla se quedó en un flojo combate en tablas. Un 1-1 que para el equipo de la ciudad condal sabe amargo. Si bien es cierto que es la salida a priori más complicada en esta fase de grupos, el equipo hizo más para conseguir la victoria que su rival. Y para más inri, uno de sus jóvenes guerreros, Rafinha, puede causar baja para varios meses. Un jugador que se estaba ganado la confianza de Luis Enrique y que se antojaba vital hasta el mes de enero. Un soplo de aire fresco que se desvanece.

Sin duda, una victoria en la ciudad eterna hubiera sido un impulso enorme para conseguir lo que nadie ha sido capaz: ganar dos Champions League de forma consecutiva. Una oportunidad única con una de las mejores plantillas de la historia del club. Todos los caminos conducen a Roma, dicen. El Fútbol Club Barcelona abandona Roma con la intención de regresar a Italia en unos meses, pero esta vez a Milán, para disputar la final con la intención de hacer lo que mejor sabe este equipo: historia.

1994. Tanos, Cantabria. Estudiante de periodismo. @SpheraSports y @FCBsphera “Esa melancolía irremediable que todos sentimos después del amor y al fin del partido”.

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