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Por alusiones…

Respuesta al artículo “Cómo discutir con un madridista” (20/06/16)

Alegato de defensa

Hitchcock decía que  “las mujeres más interesantes, sexualmente hablando, son las mujeres británicas. Las mujeres inglesas, las suecas, las alemanas del norte y las escandinavas son más interesantes que las latinas, las italianas o las francesas. El sexo no debe ostentarse. Una mujer inglesa, con su aspecto de institutriz, es capaz de montar en un taxi con usted y, ante su sorpresa, desabrocharle la bragueta». Amigos del jurado, si alguien cree que Tippi Hedren o Kim Novak sólo alcanza a “intercambiar su lado de la cama” en un dormitorio es porque seguramente nunca haya sido invitado al mismo.

Como madridista, por injurias y sin ánimo de ofender, me veo obligado a hacer este alegato de defensa con una venda en los ojos. La pasión no tiene un solo dios, un solo nombre, ni un solo color. Sólo el ciego cree que es dueño de la patente. Sólo el ciego cree que su corazón late más fuerte que el de los demás. Nunca se olviden de ello.

Lo que sí diferencia al Madrid frente a cualquier otro equipo del mundo es su siempre autoexigencia de ganar, de hacer disfrutar a sus aficionados y de respetar al rival. Siempre ganar. A todo el mundo le gusta, pero muy pocos pueden convivir con la exigencia de hacerlo siempre, y eso es algo que no conocen en la Puerta 58. Hacer disfrutar. El Madrid es tal vez el único equipo que puede ganar una Copa de Europa y replantearse esa misma noche si debe reestructurarse para conseguir un juego más brillante.

Y respeto al rival. En esta sala se han nombrado ciertos casos puntuales, ciertas excepciones, que no sin razón desdicen la palabra señorío. Pero no son capaces de derogar más de cien años de historia que avalan esta identidad. Tal vez sólo el Bernabéu es capaz de levantarse en una humillante noche para aplaudir el tercer gol en contra del eterno rival en su propia casa. Eso es señorío.

Y eso, probablemente, nunca suceda en el estadio de la citada Puerta 58.

Las pruebas

“Lucha, esfuerzo y coraje, señal del ADN rojiblanco”. Señoras y señores, hay dos noches en la historia reciente que siguen amargando cada despertar colchonero. No por la derrota en sí, ni tan siquiera por una vitrina aun vacía. El amargor de cada noche lo dio el cómo, no el qué.

En esas finales los dos equipos, cuales púgiles por el título mundial, llegaron al último asalto con empate de puntos. Pero en el fútbol no hay recuento final, en el fútbol no hay campanazo sin que uno de los boxeadores saboree antes el suelo. Y es en esos últimos minutos, cuando los músculos no responden, cuando el sudor y la sangre nublan tus ojos, cuando las cifras astronómicas de las cuentas corrientes quedan en el olvido, cuando sólo queda corazón y cabeza, es en esos minutos cuando se decide todo.

Y amigos míos, fue Cassidy otra vez el más listo. Y Sundance el más rápido. Y Luke se volvió a comer 50 huevos. En esas noches, no se equivoquen, ellos iban de blanco. En esas dos históricas citas fue la lucha, el esfuerzo y el coraje del Madrid lo que acabó por declinar la balanza a su lado. Y esa es la gran herida, tal vez eterna, del corazón rojiblanco.

Alegato Final

Señoras y señores del jurado, hay una cosa en la que sí que estoy de acuerdo con mis colegas: no son como nosotros. El Madrid debe ser siempre el mejor y debe vivir con ello. Eso es lo que realmente nos diferencia.

En ocasiones envidio la alegría que supone para un aficionado el ascenso de su equipo de categoría o ganar una copa por primera vez en su historia. En ocasiones tengo curiosidad de ser como Audrey en Roma por un día y pasearme por el mercado para saborear esa sensación que sé que nunca tendré. Porque una vez aprendí que un tipo puede cambiar de todo: de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de dios. Pero hay una cosa que no puede cambiar: de pasión.

Estas palabras las pronuncio sin pretensión de quitar ni una gota de mérito al Atlético de Madrid. Su hazaña ya ocupa dos nuevas páginas en los libros de historia. Y sólo espero que Judy se vista otra noche de Madeleine para Scottie, y que pronto superen ese vértigo para exhibir su frustrada vitrina. Y entonces, me tomaré una Mahou bien fría a la salud de mis colegas (siempre y cuando no sea contra el Madrid por supuesto).

“Fotografié a Grace Kelly impasible, fría, y casi siempre la presento de perfil, con un aire clásico, muy hermosa y muy glacial. Pero cuando circula por los pasillos del hotel y Cary Grant la acompaña hasta la puerta de su habitación, ¿qué hace? Hunde directamente sus labios en los del hombre». (Alfred Hitchcock)

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Firmado: JMC

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