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La Liga

Pan y circo

Martes, 19 de mayo de 2020. Fase 0 todavía. 68 días confinado y sumando. Me levanto a las 08.00, no por gusto, sino porque mi hija de cuatro años me obliga a ello tocando la flauta que le compré ayer en el bazar chino. Maldita la hora, Pardo, maldita la hora. Me hago el café y enciendo la televisión como un autómata. Me encuentro con que en las noticias hay imágenes de los jugadores del Real Madrid, Barça y Atlético -el resto de clubes no existen- entrenando entre sonrisas, ajenos al drama de 30.000 familias que han perdido un familiar y de unas cuantas familias más que no saben ni imaginan como van a subsistir en unos meses. Debajo de Benzema y Zidane, un rótulo que reza: ‘El fútbol ya calienta’. 8/10 al copy.

En Alemania ya han arrancado con este nuevo fútbol espectral, ese que nos trae el actual escenario. Parece que en las próximas semanas volverá la competición a España, Italia e Inglaterra con la misma escenografía insustancial que la vista en tierras germanas. La consigna es clara: el negocio debe continuar, y si para ello hay que hacer malabarismos entre la salud y el dinero pues se hace. Los antiguos romanos lo tenían claro: ‘panem et circenses’. A día de hoy, asegurar el pan está complicado, y mucho más que lo va a estar con la recesión sin precedentes que se nos viene encima. Suerte a todos. Al menos aseguremos el circo, aunque sea con mínimos, pensarán muchos.

Dejando lo profesional a un lado, en lo personal, si el fútbol vuelve o no me da un poco igual ahora mismo. Al fin y al cabo, el fútbol sin público no deja de ser un entrenamiento con ínfulas por más trascendencia que se le quiera dar. Me preocupa bastante más otras cosas: la salud de mi padre -69 años, viudo y asmático-, saber cuando volverá mi hija al colegio y bajo que condiciones, o que futuro nos espera en esta bonita sociedad de mierda que estamos coloreando entre todos.

Sé que mucha gente se emociona con el fútbol y espera la vuelta a la competición como el que espera ese whatsapp de medianoche de su ‘crush’. Los envidio porque yo ya me bajé hace tiempo. En mi opinión hace ya bastante años que este deporte perdió la esencia para entregarse al business en un camino sin retorno. Igual soy yo, que rozando los 40, ya me voy pareciendo al viejito cascarrabias de ‘Up’. No me lo tengáis en cuenta, supongo que se me pasará, o no.

Mi yo de hace 20 años, motivado y ufano, estaría deseoso por saber quien ganará la Champions League, quien se llevará finalmente La Liga, si la Lazio le podrá pelear el Scudetto a Juve o Inter, cómo celebrará el Liverpool su primera Premier League o quién vencerá el bonito pulso que se dibuja en la Bundesliga.

Entiendo también que haya mucha gente a la que le quita el sueño saber quien será el nuevo presidente del Barça, a quién fichará su club o quién será su próximo entrenador. Hay quién se pregunta si los Joaquín, Santi Cazorla, Jesús Navas o Raúl Albiol seguirán estirando, tras el parón, su particular pacto con el diablo para jugar ahora, más y mejor que cuando tenían 25 años. No culpo a quien se emociona con el gran porvenir que se vislumbra en los Fede Valverde, Ansu Fati, Odegaard, Ferran Torres, Kubo y compañía, al que grita los goles del noruego Erlin Braut Haaland como si los marcara él o los que tuitean sobre ese prometedor central burkinés del Bayer Leverkusen (Edmond Tapsoba) que atesora calidad a raudales.

Santi Cazorla (2019) / Getty Images

Ilusionarse con un título, la salvación o el ascenso de tu equipo es de las pocas cosas puras que aún nos quedan. No lo perdáis, que esa ilusión es como el cabello: una vez se va ya no vuelve (salvo que seas Antonio Conte o gastes los puntos acumulados en vuelos con Turkish Airlines). Larga vida a quien vive el fútbol con frenesí y entusiasmo, básicamente porque yo ‘ya me quité’.

Tras vomitar tanto nihilismo, negatividad y pesimismo en las líneas precedentes – ya me perdonará el lector -, cabe decir que hay algo muy positivo en la vuelta de este nuevo fútbol distópico. Si el ‘circo’ vuelve, y parece que volverá, seguiremos preocupados por asegurar el ‘pan’, sí, pero al menos las tertulias de cafetería, los memes y las discusiones con los compañeros de trabajo volverán a tener al deporte como uno de sus pilares. Eso por un lado da una pereza enorme, pero también es sinónimo que nuestras vidas estarán un poco más cerca de la rutina y la cotidianidad.

La rutina no implica necesariamente que sea lo mejor, pero al menos sí es lo conocido, que no es poca cosa ante el actual tsunami de miedo, duda e incertidumbre. Solo por eso ya vale la pena que el fútbol vuelva. Y es que ya se sabe, en caso de duda siempre es mejor ‘malo conocido’, aunque sea con mascarilla y chocando los codos.

Papá de Miranda. Orgulloso hijo de gallego y asturiana. Dejé 13 años como abogado por fundar y dirigir Sphera Sports, con lo que ello supone. Asumo las consecuencias. Hice 'mili' en Pisa y en Bristol. Me gustan las orcas, los países escandinavos y un gol en el 90'.

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